La estatua de Félix Rodríguez de la Fuente en Melilla ha sido vandalizada. Este acto refleja la falta de respeto hacia lo público.
Agentes adscritos al Grupo de Investigación de la Policía Local de Melilla han logrado identificar a los presuntos autores de varios actos vandálicos cometidos en distintos puntos de la ciudad, principalmente en el Parque Hernández, uno de los espacios públicos más emblemáticos de la ciudad autónoma. Según ha informado la Consejería de Seguridad Ciudadana, los hechos investigados consisten en multitud de pintadas que afectaron tanto al mobiliario urbano como a otros elementos del parque, causando daños en zonas de especial valor patrimonial y paisajístico.
Al respecto, hay gestos que duelen más de lo que parecen. Ver las pintadas sobre la estatua de Félix Rodríguez de la Fuente o sobre el propio arbolado del Parque Hernández, ese pulmón verde que tantas veces nos reconcilia con la ciudad, no es solo una muestra de vandalismo: es un reflejo preocupante de la falta de respeto hacia lo común. Destruir lo que pertenece a todos —y que tantos cuidan cada día— es una forma de herir a la ciudad entera.
La Policía Local ha identificado a los autores de estos actos, y eso merece reconocimiento. No obstante, la reflexión que deja este episodio va más allá de la sanción. Nos recuerda la necesidad de seguir educando, sensibilizando y reforzando la convivencia en torno a lo público. Un parque no es solo un conjunto de árboles o bancos; es un espacio donde se forja el sentido de pertenencia, donde se aprende a compartir y respetar.
El consejero de Medio Ambiente, Daniel Ventura, ha pedido a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, que aumente el número de efectivos policiales para prevenir este tipo de comportamientos. No le falta razón al reclamar más presencia policial si ello contribuye a reducir los actos vandálicos o las quemas de contenedores que, lamentablemente, se repiten cada semana. Pero tampoco podemos olvidar que la vigilancia, por sí sola, no erradica el problema: la solución empieza en la educación y en la conciencia cívica.
Los datos del último fin de semana de Halloween lo confirman. El servicio 112 registró 147 llamadas por incidencias, muchas de ellas relacionadas con actos vandálicos, incendios en contenedores, peleas y molestias vecinales. No se trata de casos aislados, sino de un patrón que se repite y que deteriora la convivencia urbana.
En este punto, más que buscar culpables, deberíamos preguntarnos qué falla en nuestra manera de vivir la ciudad. Quizás nos hemos acostumbrado demasiado a mirar hacia otro lado, a no intervenir, a pensar que el mobiliario urbano o los espacios públicos no son responsabilidad de nadie en particular. Pero sí lo son: son responsabilidad de todos.
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Cuidar lo que es de todos
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