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Crisis de liderazgo

Gloria Rojas, Eduardo de Castro y Mustafa Aberchán

El objeto de la política, en sentido estricto, es la gestión de los asuntos públicos de la manera  más eficaz posible para el beneficio de la sociedad de la que se trate. Parece que los asuntos que más preocupación generan en nuestra sociedad son los relativos al bienestar de la ciudadanía. En el caso concreto de Melilla, las preocupaciones generales de la sociedad permanecen inmutables desde hace mucho tiempo y se centran en las circunstancias en las que vive nuestra ciudad como consecuencia de su naturaleza de ciudad fronteriza con el Reino de Marruecos, en los ámbitos de su actividad comercial y laboral, de su cobertura sanitaria, educativa, de la gestión de la inmigración irregular y en términos generales de las condiciones de vida de nuestros ciudadanos.

En nuestra nación, en general y en nuestra ciudad en particular, la actividad política parece haber abandonado la dedicación a estos principios orientados a velar por el bienestar de la ciudadanía, para orientar el foco del interés por la política hacia los problemas del personal elegido para asumir decisiones. En otras palabras, se ha reemplazado la política de los asuntos, la genuina, por la política del personal.

En nuestra ciudad, tenemos casos recurrentes de esta alteración de los principios en beneficio de esta perspectiva utilitaria dedicada más a los problemas de los gobernantes que de los gobernados.

El caso más reciente es el del propio Presidente de la Ciudad Autónoma. Es penoso que en lugar de hablar de los asuntos que pudieran ser del interés de la ciudadanía, como podrían ser los relativos al coste de los billetes para comunicarse con la península o para recibir visitas de los peninsulares, estemos ocupados durante semanas en dilucidar si el señor De Castro está reglamentariamente legitimado para ejercer la presidencia de la ciudad o no, como consecuencia de haber sido expulsado de su partido. Ya el comienzo de la legislatura, al frente de un gobierno sin más programa de gobierno que el de que no gobernase el Partido Popular, estuvo rodeado de la polémica sobre si su pacto estaba respaldado o no por la dirección nacional de su partido, que en Madrid decía una cosa y en Melilla otra, si bien es cierto que nunca le desautorizó expresamente, hasta que le expulsó.

El caso del señor Aberchán, presidente de la formación política con mayor número de Diputados en el gobierno de la ciudad, si bien no en la Asamblea de la misma, es igualmente  reflejo de este giro del foco de los problemas de los gobernados hacia los de los gobernantes. Desde que comenzó la legislatura estuvimos aguardando a la resolución de su recurso ante el Tribunal Supremo sobre la condena impuesta por el caso del voto por correo en las elecciones de 2008. Resuelto el recurso, ratificando la condena a dos años de cárcel y 30 meses de inhabilitación para el desempeño de cargo público, permanece marcando la agenda de los asuntos de la Asamblea desde fuera de la misma. Es de interés recordar que su condena le fue impuesta por tratar de influir en los asuntos públicos también desde fuera de la Administración ya que se sustanciaron dentro de un proceso electoral.

La Sra. Gloria Rojas, Secretaria General del Partido Socialista Obrero Español en Melilla y Vicepresidenta de la Ciudad Autónoma se encuentra a día de hoy investigada por un presunto delito de prevaricación administrativa y comparecerá ante los tribunales en calidad de tal a finales del próximo mes de septiembre.

En cuanto al Sr. Delgado Aboy, diputado no adscrito tras haber sido expulsado de VOX, Partido del que fuera presidente en Melilla y con el que concurrió a las elecciones como número uno de la lista y con un procedimiento abierto en los tribunales por una querella interpuesta por presunta apropiación indebida por el Colegio de Médicos de Melilla, del que también fuera presidente, ha sido recientemente elegido, como candidato propuesto por Coalición por Melilla, para la Presidencia del Consejo de Administración de una Empresa Pública, Proyectos Melilla S.A. (PROMESA).

La política a nivel nacional e incluso internacional no ofrece un panorama más halagüeño.

El Presidente Sánchez se muestra dispuesto a capitalizar, en beneficio de su propia imagen personal, las buenas noticias sobre vacunación, fondos europeos y vuelos de evacuación de ciudadanos amenazados en Afganistán. Al mismo tiempo, elude toda referencia a la evolución de la pandemia, a los retrasos en la provisión de los fondos de la Unión Europea de acuerdo con las previsiones, a la necesaria adopción de medidas para corregir la elevación de los precios de la energía eléctrica o a valorar el proceso seguido para la salida de Afganistán del contingente internacional del que España formaba parte sin haber rentabilizado los esfuerzos asumidos durante 20 años de presencia en aquel país con un importante sacrificio en vidas humanas y económico.

El Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el Sr. Borrell, ha manifestado sorprendentemente que los talibanes han ganado la guerra y habrá que entenderse con ellos. No ha existido tal guerra sino un asalto al poder por medio de una milicia armada de carácter islamista radical, que amenaza seriamente con sembrar de nuevo la barbarie en Afganistán.

Según el Presidente Biden, la misión en Afganistán nunca fue construir un Estado sino combatir al terrorismo. No se comprende, entonces, el importante número de PRT,s. (Provincial Reconstruction Teams – Equipos de Reconstrucción Provincial) puestos en marcha por los Estados Unidos en el país desde 2002. España contribuyó con uno en la provincia de Badghis.

Nos encontramos, en mi opinión, con un reemplazo temporal de la política de los asuntos, la genuina, la que propone soluciones viables a los problemas reales, por la política del personal, la que proporciona cobertura a los responsables de adoptar decisiones para cubrir sus carencias en ese ámbito. Cobertura que lo que esconde en realidad es una importante crisis de liderazgo.

Fernando Gutíerrez Díaz de Otazu

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