Por: Manuel Tapia, miembro de la Sociedad de Estudios Biológicos Iberoafricanos y responsable del área de conservación de la naturaleza de Guelaya-Ecologistas en Acción Melilla
Entre las colinas y el mar
Uno de los más bellos pajarillos que vuelan por la Guelaya es el incansable colirrojo diademado (Phoenicurus moussieri), un ave endémica del norte de África con un hábitat muy particular, los matorrales espinosos de montaña, entre los 1.000 y los 3.000 metros de altitud. Sólo en invierno es fácil ver al diademado al nivel del mar, pero siempre en lugares donde abunden los arbustos espinosos, entre los que revolotea grácilmente ayudado, entre otras cosas, por su pequeño tamaño. Aunque el plumaje de los machos destaca mucho en las ocasiones en las que se puede observar a campo abierto, su vientre y garganta castaño-rojizos y su espalda oscura con una mancha blanca en el ala y una especie de diadema blanca en la cabeza se mimetiza con los juegos de luces y sombras que se forman en el interior de los espinos, haciendo prácticamente desaparecer al diademado cuando revolotea entre sus ramas.
Vida en los espinos
El duro clima de las colinas y montañas norteafricanas es muy propicio al matorral espinoso, por adaptación a la aridez y protección contra los herbívoros; abundan las especies arbustivas e incluso arbóreas espinosas, formando estepas y bosquetes en los que el colirrojo diademado tiene su hábitat ideal. Estos bosquetes pueden estar formados por majuelos (Crataegus monogyna), rosales silvestres (Rosa canina, Rosa sempervirens), arganes (Argania spinosa), tizras (Rhus pentaphylla, Rhus tripartita) u otras especies, pero una especie en concreto abunda sobre todas las demás, el azofaifo (Ziziphus lotus). Los azofaifales norteafricanos ocupan grandes extensiones a media y baja altitud y conforman un hábitat muy particular y biodiverso, en el que el colirrojo diademado es una de las aves más características.
Los llanos del Boarg
Aunque últimamente no es difícil ver en invierno una pareja de diademados por el entorno de las colinas próximas a Horcas Coloradas, en Melilla, el lugar más próximo a la ciudad en el que se puede observar con facilidad al diademado, siempre en invierno, es un azofaifal cercano a la orilla de la Mar Chica. Está situado en una zona que todavía es denominada por los lugareños con el nombre que tenía en tiempos del Protectorado, Huerta Ramos. Esta zona a su vez está enclavada en la gran llanura que se extiende hacia el sureste desde la Mar Chica hasta la sierra de Quebdana. Gran parte de esta llanura está cultivada, pero aún conserva manchas de matorral autóctono, compuesto principalmente por azofaifos, tizras, esparragueras y orovales, que sirven de refugio y zona de anidamiento para la gran cantidad de aves que se alimentan en las huertas colindantes. En efecto, la agricultura tradicional en el Boarg, que es como se conoce a esta zona agrícola, ha favorecido a algunas especies de aves, como el gorrión moruno (Passer hispaniolensis) y la tórtola común (Streptopelia turtur), de tal forma que pueden llegar a formar bandadas de millares de individuos en ciertas épocas del año. No ocurre así con especies como el colirrojo diademado, muy dependientes de la presencia de arbustos espinosos tanto para su refugio como para su alimentación, basada principalmente en pequeños invertebrados. La regresión de las estepas arbustivas afecta directamente a esta y otras especies de aves como el alcaudón real (Lanius excubitor), más dependiente aún si cabe de los azofaifales que el colirrojo.
Son numerosos los aficionados a las aves europeos que bajan hasta el Magreb para poder tener la oportunidad de observar al colirrojo diademado y otras especies exclusivas de estas tierras; esto es un exponente del valor del patrimonio natural que nos circunda, y una de las razones para conservarlo.
