Mientras en el PP el congreso se presenta como una balsa de aceite, en Podemos en cambio están como mínimo ante una marejada de consecuencias impredecibles
Este fin de semana los dos partidos que lideran todas las encuestas en intención de voto, el PP en primer lugar y Podemos en segundo, celebran sus respectivos congresos nacionales con una importante presencia de miembros de Melilla, unos de forma presencial y otros no tanto, aunque todos siguiendo con mucha atención lo que va a ocurrir en Madrid.
En las filas populares la cosa está muy clara porque el partido de gobierno es en estos momentos una balsa de aceite después de haber superado los malos momentos que supusieron casos sonados de corrupción, como el de su ex gerente Luis Bárcenas y el caso Gürtel –ayer precisamente se conocía la sentencia por la que se penaba a Correa y El Bigotes, cabecillas de la trama, a penas de prisión de entre 12 y 13 años– que le hicieron perder muchos votos, pero tras unas elecciones del 20 de diciembre de 2015 donde bajaron a los infiernos, la repetición de los comicios el 26 de junio de 2016 permitieron remontar la situación y amortizar el golpe, siendo la primera fuerza política con clara ventaja sobre el resto de formaciones, mientras el resto bajaban sus apoyos.
La reelección de Mariano Rajoy como presidente del PP está asegurada y únicamente, por poner un poco de emoción en este cónclave, está la duda de si María Dolores de Cospedal seguirá como secretaria general. Los 28 compromisarios del PP melillense, encabezados por su presidente Juan José Imbroda, van por tanto tranquilos y sabedores de que la unidad del partido será la tónica predominante.
No pueden decir lo mismo en las filas del Podemos, que afronta el "Vista Alegre 2", una formación que debería estar muy satisfecha por haber irrumpido en la escena política nacional con tanta fuerza hasta convertirse en el segundo partido más votado, pero el fracaso de sus negociaciones políticas que impidieron arrebatar el Gobierno de la Nación al PP parece que le han pasado factura.
De otra manera no se entendería la lucha fratricida que están manteniendo en estos momentos Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, el número uno y dos del partido morado. Una lucha intestina propia de los partidos de izquierda que parece que no pueden evitar este tipo de situaciones porque la historia así lo atestigua y no son capaces de sortear estas luchas que les consumen en batallas que muchas veces rompen sus partidos y con ello sus opciones de gobierno.
La líder de Podemos en Melilla, Gema Aguilar, ha apostado claramente por Pablo Iglesias, pero en las filas de la organización melillense sus afiliados han podido optar por la opción que han deseado.
Las dos organizaciones, no obstante, esperan salir reforzadas de sus congresos, aunque es evidente, dicho lo dicho, que mientras en el PP el congreso se presenta como una balsa de aceite, en Podemos en cambio están como mínimo ante una marejada de consecuencias impredecibles.
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Balsa de aceite frente a marejada
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