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Aplícate el cuento, Mariano

El presidente Mariano Rajoy, ni corto ni perezoso, ha asegurado que el problema del nuevo Gobierno griego es que <>. Ese problema al que se refiere el señor Rajoy no atañe solo al gobierno griego, en mi opinión, creo que también a su gobierno que con mayoría absoluta “hasta el momento” ordena, manda y pasa su rodillo “sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo”.

Luego dirá, o más bien viene diciéndolo él y toda su “trouppe” que no pudo, ni puede cumplirlo por “la herencia recibida de Zapatero”. Igual de mal o más si cabe lo va a tener quien gane las próximas elecciones y gobierne, con una deuda pública que supera el billón de euros (mayor que la que dejó Zapatero), lo que sitúa a España entre las economías más endeudadas de la zona euro. Y también con la mayor tasa de paro. Dicho lo anterior, añado que me alegra esa “presunta” recuperación económica del país, ¿Para cuando la de los españoles? También me alegro, aunque sea a cuenta gotas que se cree empleo, pero, ¡Por Dios! Qué tipo de empleo que hasta Su Santidad el Papa Paco ha dicho << que salarios de 600 euros son abusivos>>. Por desgracia lo que más ha aumentado en esa “España nuestra” como cantaba Cecilia, es el gran número de políticos, empresarios, presidentes de clubes de fútbol y futbolistas corruptos.

Aunque mis preferencias ideológicas difieren bastante de Tsipras y Podemos, tengo que decir, que el señor Rajoy debería medir mejor sus palabras, ya que no tiene ninguna autoridad moral para hacer esas afirmaciones, precisamente él, que ha incumplido buena parte de su programa electoral, prometiendo una serie de cosas que nunca cumplió. Voy a citar tres para no extenderme demasiado: rebajar a la mitad las cifras del paro, no subir los impuestos y que el rescate bancario no le costara un euro a los españoles.

Cuando uno hace estas afirmaciones, digámoslo coloquialmente, se queda con las posaderas al aire, como también se le quedaron cuando el hundimiento en aguas galegas del petrolero Prestigie refiriéndose al chapapote de crudo, como “unos hilillos insignificantes”. Quizás no se ha dirigido aun a Aragón y Navarra por el motivo de que allí solo hay agua y barro, algo muy diferente a aquellos “hilillos de chapapote” ¡Cuidado!, que las corrientes en esta época del año son muy peligrosas a cierta edad. ¡Achís!

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Aplícate el cuento, Mariano

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