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Actuar con responsabilidad

El sindicato CSIF ha denunciado públicamente desperfectos en un colegio advirtiendo del supuesto peligro que corren los alumnos que pasan por allí a diario. Esta forma de actuar no es responsable, porque más que llamar a la tranquilidad, lo que hace es despertar la preocupación de los padres y los propios alumnos de manera innecesaria, teniendo en cuenta que todos los centros educativos e inmuebles que han sufrido daños han sido inspeccionados por técnicos y profesionales que saben distinguir cuando una grieta entraña peligro y cuando no La tierra lleva cerca de dos meses temblando constantemente por la mayor actividad sísmica que se está produciendo en la falla sobre la que se ubica Melilla y todo el Mar de Alborán. Pero en realidad, la población empezó a ser consciente del fenómeno desde el primer terremoto perceptible, aquel que hubo en la sobremesa del jueves 21 de enero, cuatro días antes del seísmo de mayor magnitud de los más de 1.500 que se han producido desde entonces.
Más de medio centenar de esos temblores han sido sentidos por la población, en menor o mayor medida, y eso ha ayudado a que la población se vaya preparando o, por lo menos, concienciando sobre cómo hay que actuar. Por eso este lunes, cuando la tierra volvió a dar una fuerte sacudida a Melilla, los ciudadanos reaccionaron mejor que en la madrugada del 25 de enero. Bien es cierto que la magnitud fue bastante menor, ya que el temblor fue 50 veces más pequeño que la del terremoto principal del que mañana se cumple un mes. Pero eso no quita ni un ápice al mérito de una población que poco a poco se está empezando a acostumbrar a convivir con los temblores de tierra porque entiende, como dicen los expertos, que esto es algo característico de la zona geográfica sobre la que se asienta Melilla. No queda otra más que aceptarlo, como ocurre en otras partes del mundo donde los temblores de tierra también son frecuentes y la población reacciona ante ellos de forma tranquila y natural y sin protagonizar escenas de pánico.
Es inevitable sentir cierto temor o respeto cuando se percibe un terremoto, pues es un fenómeno que escapa del control humano y nos recuerda que la Naturaleza manda aunque los humanos pensemos prácticamente siempre de manera egoísta y a nuestro antojo sin tenerla en cuenta. Pero una cosa es eso, y otra dejar que el miedo nos domine cada vez que haya un terremoto o, lo que es peor, cuando esperamos a que venga el siguiente. Los expertos, que son quienes conocen de cerca estos fenómenos porque los han estudiado de cerca y trabajan a diario en su análisis, ya han dicho unánimemente que estos temblores que estamos percibiendo los melillenses entran dentro de la normalidad, aunque de vez en cuando alguna de las réplicas sea más fuerte, como la del pasado lunes.
Es necesario que los melillenses se convenzan de esa normalidad a la que aluden los sismólogos y sigan viviendo su día a día con normalidad, haciendo caso de ese llamamiento a la tranquilidad de todos los organismos e instituciones. Y ahí entran en escena también los sindicatos, uno de los cuales, CSIF, ha denunciado públicamente desperfectos en el pabellón de un colegio advirtiendo del supuesto peligro que corren los alumnos que pasan por allí a diario. Esta forma de actuar no es responsable, porque más que llamar a la tranquilidad, lo que hace es despertar la preocupación de los padres y los propios alumnos de manera innecesaria, teniendo en cuenta que todos los centros educativos e inmuebles que han sufrido daños han sido inspeccionados por técnicos y profesionales que saben distinguir cuando una grieta entraña peligro y cuando no.
Sí acierta el sindicato, en cambio, al pedir que se hagan simulacros en los centros educativos para enseñar a los alumnos a saber reaccionar correctamente ante los terremotos. Esto es algo que se debería plantear porque el lunes quedó demostrado que los melillenses, tras la experiencia de los anteriores temblores y la información recibida al respecto, están más preparados para afrontar la actividad sísmica con la que estamos obligados a convivir.

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