Por fin ha abierto sus puertas —aunque solo entreabiertas— el nuevo Hospital Universitario de Melilla (HUME). Una infraestructura prometida hace dos décadas y que, tras múltiples retrasos, por fin ha iniciado su actividad el 26 de mayo de 2025. Pero lejos de celebrarse como un logro colectivo, su apertura ha generado una notable división entre la esperanza y la desconfianza, entre el discurso institucional y las voces críticas del ámbito sanitario.
Porque no se trata solo de cortar una cinta, poner en marcha tres consultas externas y repartir titulares optimistas. Se trata de si lo que se ha abierto puede llamarse realmente “hospital” en el sentido pleno del término. Y ahí es donde comienzan las sombras.
La exdirectora del Hospital Comarcal, María Elisa Perlado, lo ha resumido de forma tan clara como preocupante: no hay ingresos hospitalarios, ni quirófanos operativos, ni UCI, ni ampliación de plantilla médica. Lo que se ha inaugurado, según su diagnóstico, es un centro de especialidades, no un hospital funcional. Y en un sistema ya tensionado como el de Melilla, que cuenta con una de las ratios más bajas de facultativos del país, mantener dos edificios activos no solo es ineficiente, sino posiblemente inviable.
A la denuncia técnica se suma la crítica política. Desde el Partido Popular, la senadora Isabel Moreno ha calificado la apertura como una “escenificación” sin contenido, una operación de propaganda a costa de la salud pública. ¿Es cierto que se han trasladado servicios mínimos con fines exclusivamente estéticos? ¿Responde el calendario del estreno a necesidades asistenciales o a urgencias electorales? Son preguntas legítimas en una ciudad donde cada profesional sanitario cuenta.
Aun así, no podemos ignorar que, en el otro lado del debate, la Delegación del Gobierno ha querido proyectar el momento como histórico. La delegada Sabrina Moh ha señalado con orgullo los más de 150 millones de euros invertidos, la dotación tecnológica puntera y el compromiso cumplido del presidente Pedro Sánchez. Y, desde luego, el edificio existe, es moderno y está llamado a marcar un antes y un después. Pero ¿cuándo será realmente útil?
La apertura progresiva de un hospital es comprensible desde el punto de vista logístico. No se levanta en un día una maquinaria tan compleja. Sin embargo, iniciar la actividad sin contar con los servicios esenciales —como Urgencias, UCI o camas hospitalarias— abre un escenario confuso, que puede perjudicar tanto a los profesionales como a los pacientes.
Como bien ha advertido el presidente del Colegio Oficial de Médicos de Melilla, Justo Sancho-Miñano, si el proceso no se guía por criterios técnico-prácticos rigurosos, el resultado puede ser contraproducente.
Hagamos pues caso a los que saben, como son los profesionales de la Sanidad, en este caso la ex directora del Comarcal María Elisa Perlado y el Colegio Oficial de Médicos de Melilla así como el Sindicato Médico, cuyas opiniones se han de tener en cuenta por parte del INGESA.
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