Vivir en Libertad

“Permítanme que insista en que no pararé hasta que el o los inductores del terrorismo sean identificados y condenados, por muy inmunes que se puedan creer o muchas trabas que puedan interponer. Y no es pesar por el daño material ni afán de venganza lo que me mueve. Es que no se pueden tolerar presiones mafiosas para eliminar la libertad de las personas”

Karl R. Popper es, sin duda, uno de los grandes intelectuales de la sociología contemporánea y su libro "La sociedad abierta y sus enemigos", una de las obras trascendentales de nuestra era. "Si nuestra civilización ha de subsistir -escribe Popper en el prefacio de su libro- debemos romper con la deferencia hacia los grandes hombres, creada por el hábito, porque los grandes hombres pueden cometer grandes errores y… algunas de las celebridades más ilustres del pasado llevaron a cabo un permanente ataque contra la libertad y la razón". Platón y Marx, por ejemplo, a los cuales analiza Popper en su libro con una extraordinaria profundidad, de la que deduce, por ejemplo, que "el marxismo sólo constituye un episodio, uno de los tantos errores cometidos por la humanidad en su permanente y peligrosa lucha para construir un mundo mejor y más libre"
Popper califica como "la más grande de todas las revoluciones morales y espirituales de la historia" el anhelo de incontables hombres desconocidos de "liberar sus propios seres y pensamientos de la tutela de la autoridad y el prejuicio: la empresa de construir una sociedad abierta que rechace la autoridad absoluta de lo establecido por la mera fuerza del hábito y de la tradición". Un anhelo que caracteriza a nuestra civilización, que no es otro que el sentimiento hacia la igualdad y la libertad, el paso de una sociedad tribal o cerrada, sometida a fuerzas mágicas, a una sociedad abierta, que pone en la libertad, y sobre esa base, las facultades críticas del hombre.

Vivir en libertad es, en suma, una de las más legítimas aspiraciones, quizás la que más, de casi todos los seres humanos. Pero es, también, una de las aspiraciones menos frecuentemente cumplidas, tanto en el mundo en general como en España en particular.

Para contribuir a la posibilidad de que se cumplan más y mejor esas nobles y generalizadas aspiraciones hemos decidido, en este Grupo Editor nuestro, lanzar, a partir de enero si es posible solucionar los múltiples obstáculos que este tipo de proyectos implican, el semanario Vivir en Libertad, con la aspiración de contribuir a aumentar el nivel de libertad individual de los españoles y la de mejorar la conexión entre los muchos esfuerzos dispersos e importantes que en nuestro país ya se están realizando en favor de la libertad individual y de poder vivir disfrutando de esa constitucionalmente protegida libertad individual de todos y cada uno de los ciudadanos, que no súbditos.

Es nuestro Semanario Vivir en Libertad un proyecto ambicioso que sólo podrá tener la eficacia pretendida con el apoyo máximo posible de todos aquéllos que ansían ser y sentirse más libres, abandonar la sociedad cerrada y pasar a una sociedad abierta y libre, para que, además, nuestra economía, la micro y la macro, la individual y la colectiva, salgan de la crisis en la que todavía se encuentra. En este sentido y a través de esta Carta del Editor pido y animo a todos aquellos que nos lean y participen de ese anhelo de libertad a que se pongan en contacto con nosotros para que busquemos cualquier forma de cooperación que pueda contribuir al fin que pretendemos, a vivir en libertad.

Como, me parece, no vamos a aumentar nuestro nivel de libertad es con debates como el llamado "decisivo" del lunes pasado en Antena 3. Leía hace unos días a un viejo, y demostradamente sabio, filósofo español que el gran problema de nuestro país es la estupidez. El programa citado, tan vendido televisivamente, tan pomposamente definido como "decisivo", sólo fue tal en cuanto que demostró que el filósofo tenía razón. Pánico da pensar, sólo pensar, que un país como España pueda estar presidido por algunos de los que participaron en ese debate, a los que se puede aplicar, con toda propiedad, aquello de que la ignorancia es muy, pero que muy atrevida.

En cuanto a las elecciones en Melilla, nada nuevo. En el PP local existe la absoluta convicción de que van a obtener los tres escaños en juego y todas las encuestas avalan ese optimismo. Están muy animados los populares, casi tanto como desanimado está algún imbécil que antes no se enteraba de nada pero hacía daño, y ahora sigue sin enterarse de nada, sin comprender cómo le ha podido pasar lo que todo el mundo sabía que le iba a pasar, y ya sin poder seguir haciendo daño.

Daño, justo daño es el que espero que se le haga al o a los culpables del terrorismo callejero, del ataque a la libertad de expresión, del chantaje miserable del que fui objeto. Permítanme que insista en que no pararé hasta que el o los inductores del terrorismo sean identificados y condenados, por muy inmunes que se puedan creer o muchas trabas que puedan interponer. Y no es pesar por el daño material ni afán de venganza lo que me mueve. Es que no se pueden tolerar presiones mafiosas para eliminar la libertad de las personas, violencias que nos impidan pensar, escribir y, en resumen, vivir en libertad.

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