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Vigilando la Posidonia

Serranus scriba sobre Posidonia oceánica

Por: Manuel Tapia

Un pequeño pariente del mero

No es difícil observar mientras se bucea por la costa norte de Melilla este pez pintado como una cebra y con una llamativa cola naranja. La vaquita serrana (Serranus scriba) es uno de los representantes más menudos de la familia de los Serránidos, a la que pertenecen entre otros el mero (Epinephelus marginatus) y el abadejo (Epinephelus alexandrinus), por citar dos especies conocidas de dicha familia. A pesar de tener un tamaño muy inferior al de los parientes citados, la vaquita serrana comparte casi todos sus atributos, como el fuerte carácter territorial, su forma de nadar, que suele ser bastante pausada, y el más curioso de todos, su capacidad para cambiar de sexo. Sus llamativos colores y sus aletas y cola anchas y redondeadas indican que su hábitat son los fondos marinos poco profundos.

Patrullando la praderas

 Con frecuencia comparte los fondos rocosos con otro pequeño serránido de similar aspecto y también muy territorial, el serrano (Serranus cabrilla), pero mientras éste prefiere los fondos más agrestes, la vaquita serrana tiene preferencia por las praderas de algas y, sobre todo, de fanerógamas, como la Posidonia oceánica y la Zostera marina. Su rol en este hábitat es el de pequeño depredador que caza crustáceos y otros peces de menor tamaño, siendo a su vez presa habitual de otros predadores que patrullan estos fondos, como morenas y pulpos. Las llamativas bandas negras sobre fondo blanco que surcan su cuerpo son ideales para hacerse invisible en estas praderas, y su anatomía está adaptada para alternar la natación normalmente lenta con rápidas aceleraciones, que son las cualidades indicadas para cazar en los fondos marinos. 

Una librea particular

Es frecuente también observar este pez cerca de las orillas de las calas rocosas del cabo Tres Forcas, a muy poca profundidad, pero aquí se muestran huidizas, quizás por la presión de depredadores costeros como la garceta común (Egretta garzetta). Sin embargo, a partir de cierta profundidad, su instinto territorial le hace parecer un pez confiado, pues no suele abandonar el espacio que considera su territorio, permitiendo que podamos aproximarnos bastante hasta que emprende la huida. Es el momento propicio para observar con más detenimiento las peculiares manchas de este pez, mencionadas tanto en su nombre científico como en el vulgar: En su vientre luce una curiosa mancha azulada, que es por la que le llaman vaquita, y su cabeza presenta una serie de arabescos que recuerdan algún tipo de escritura, lo que ha dado origen a su nombre científico, Serranus scriba.

Sexo a conveniencia

 En cuanto a la capacidad para cambiar de sexo de la vaquita, efectivamente es una cualidad que comparte con otros serránidos como el mero, pero con una clara diferencia: los meros son hembras durante su juventud, convirtiéndose en machos cuando alcanzan cierto grado de madurez y tamaño; las vaquitas, sin embargo, cambian de sexo a cualquier edad, según convenga. Efectivamente, al ser animales solitarios y territoriales, sólo se les puede ver en pareja durante la época de apareamiento, entre primavera y verano, en el que abandonan su territorio para reproducirse, cambiando de sexo si fuera necesario para poder procrear con el congénere que hallen en su camino. 

  La mayor o menor presencia de estos pequeños serránidos en una determinada zona costera es un fiel indicativo de la calidad ambiental de sus aguas, pues la vaquita serrana necesita fondos bien conservados para vivir. Su abundancia en nuestras costas cercanas es el mejor certificado de su riqueza ecológica.  

Redacción

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