Francisco Robles
Desde esta columna se postuló que la cuarta dosis de la vacuna del Covid, se administrara antes del verano-como han hecho muchos países desarrollados-, sobre todo a los mayores; pero no ha sido hasta inicios de octubre cuando se comenzó a hacerlo, y el esperar a disponer de las vacunas efectivas frente a las nuevas variantes de la cepa Ómicron, es la única justificación loable de ese retraso. En ese lapsus hemos asistido a una cifra de muertos-regular y fría-, contados por cientos cada semana, siendo imposible saber cuántas de ellas se hubieran evitado con la administración más precoz de esa cuarta dosis.
Tras lo ocurrido, y disponiéndose ya de las nuevas vacunas, sorprendió que mientras en una amplia mayoría de la comunidades autónomas se decidió administrar a la vez la vacuna antigripal y la de la cuarta dosis, en Melilla –y algunas pocas comunidades más-, se atrasaba la campaña de vacunación gripal respecto a la del Covid.
Con ello no se avanzaba hacia el logro de los objetivos de las estrategias del Consejo Interterritorial de Salud, para la mejora de las coberturas de vacunación, y más en concreto el refuerzo de la captación de las personas incluidas en el grupo de edad mayor o igual de 65 años y en el personal sanitario y sociosanitario.
Sin embargo durante esta semana, y por decisión de las autoridades de salud pública local, ya se administran a la vez ambas vacunas, lo que es un franco acierto y sin duda tendrá efectos positivos en la prevención de ambas infecciones, y en el aumento de las coberturas de la campaña de vacunación gripal, aunque no se van a alcanzar las cifras que se hubieran logado de haberse producido esa actuación conjunta desde el principio de la campaña. Es de esperar que cuando se lleve la vacunación gripal a los cetros de salud, se mantenga a administración simultánea.
No toca ahora cuestionar por las causas que basaron la decisión, de que Melilla no adoptara el modelo seguido por dos de cada tres autonomías, y que hizo que los melillenses no tuvieran la misma oportunidad que sí tuvieron casi el 75% de la población española. Sólo resta ahora desear, que a diferencia del caso del Covid, ese retraso no tenga consecuencias en la morbilidad y mortalidad derivadas de la gripe, ante la que este año, tenemos una menor inmunidad tanto individual como colectiva.
Por ello hay que reiterar el mensaje a la población, pero también y de forma especial a los sanitarios, para que se vacunen y pronto frente a la gripe, como forma de proteger a la población y en especial a sus pacientes.
Por Emilio Buendía El que suscribe es especialista en Cirugía General de este Hospital de…
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