Categorías: Opinión

Un lobo dirige el rebaño

Agua de Trara

Por Miguel Platón

La política nacional ha llegado a un punto en el que lo más inverosímil resulta posible. Es lo que ocurre cuando una fuerza política como el PSOE da la impresión de haberse convertido en un rebaño de ganado lanar, sin más iniciativa que moverse juntos hacia donde les manden.

Durante milenios ha sido el pastor quien disponía el recorrido del rebaño, auxiliado por un inteligente perro pastor. El sanchismo ha dado un paso más allá: quien decide la marcha no es el pastor Sánchez, sino el perro Carles Puigdemont, el prófugo. En catalán el perro pastor se llama “gos d´atura” (perro de parada) y lo más notable es que el can Puigdemont no sólo gobierna a ministros, parlamentarios, alcaldes, concejales y simples militantes socialistas, sino al propio pastor Pedro Sánchez. Este último ha aceptado cualquier chantaje que exija el prófugo, así que no le queda más remedio que convertirse en una oveja más y seguir al grupo.

El “gos d´atura”, sin embargo, es un perro de buen carácter, que cumple su tarea de modo diligente, pero que cuida a los ovinos. La actuación de Puigdemont es más propia de un lobo, que amenaza con devorar a los animales, incluido el pastor. Puede hacerlo si retira el apoyo parlamentario que permitió la investidura de Sánchez.

Este último se encuentra en una encrucijada. Incluir en la proposición de amnistía los delitos de terrorismo tiene el riesgo de que pueda ser invalidada por el tribunal europeo. El lobo “Puchi”, en consecuencia, no sería amnistiado. Al Gobierno no se le ha ocurrido otra cosa que diferenciar entre tipos de terrorismo, en función de su gravedad, lo que no encaja muy bien con la violencia ejercida, en 2017 y 2019, por radicales independentistas que causaron numerosos destrozos, prendieron fuego a bienes públicos y privados del centro de Barcelona y atacaron con saña a las fuerzas policiales, que sufrieron bajas por heridas.

La ocurrencia ha escandalizado a todas las instituciones no colonizadas por el sanchismo, así como a la inmensa mayoría de los creadores de opinión y de los antiguos altos cargos de gobiernos del PSOE, encabezados por el ex presidente Felipe González. Es todo un clamor en contra del ejercicio despótico del poder, al servicio de la continuidad de Pedro Sánchez en la Moncloa, el Falcon y demás prebendas propias del cargo.

Sánchez ha entrado en la campaña de las elecciones gallegas con su habitual recurso a la mentira y la apelación a cuestiones marginales o que no son planteadas en sus verdaderas circunstancias. Es lo que ha ocurrido con su propuesta de una inversión adicional en educación para superar los malos resultados de los alumnos españoles en el informe PISA. Ya es un disparate que los nuevos recursos quieran dedicarse a quienes enseñen matemáticas “socio afectivas” y promuevan la “perspectiva de género”, sandeces impropias de un pensamiento adulto.

El problema reside en la ley de educación promovida por la ex ministra Celáa, que favorece la vagancia en detrimento del esfuerzo y continua la senda de una escuela de pedagogos “progresistas” que desde hace varias décadas no han tenido una idea sana. Algunas de sus aportaciones, como la disminución de la exigencia académica o del número de alumnos por aula son ajenas a los objetivos de calidad que debe tener el sistema educativo.

Los melillenses de mi generación conocimos a don Francisco, el profesor laico de Párvulos del colegio Nuestra Señora del Carmen. En su clase había 140 niños de seis años, que aprendían a leer, escribir, sumar y restar. Han leído ustedes bien: 140. Y todos estaban encantados con su enseñanza: los niños, sus padres y por supuesto don Francisco, que además de maestro incomparable era una bellísima persona. Luego, en primaria, éramos 72 por curso. Cuando nos examinamos de Ingreso -una división y un dictado con máximo de dos faltas de ortografía- aprobamos en junio 70 y los otros dos en septiembre. Fracaso escolar, cero. Con esos mimbres, y no otros, se hizo la Transición a la democracia.

Lo de ahora, en cambio, es una nueva burricie del ministro de Incultura, Urtasun, que reclama descolonizar las colecciones de los museos y aplicar perspectiva de género. Nos gobiernan una colección de políticos trastornados.

Miguel Platón

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Un lobo dirige el rebaño

Miguel Platón

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