El presidente francés, Macron, sufrió el pasado domingo una derrota en las elecciones al Parlamento Europeo. Disolvió la Asamblea Nacional y los franceses estarán votando en quince días. También fue derrotado el primer ministro belga y ha dimitido. Otro revés político ha llevado al primer ministro británico, Sunak, a convocar elecciones. Entre nosotros la vicepresidenta “Yoli” Díaz ha dimitido como líder de Sumar, tras perder la mitad de los escaños en Bruselas.
El Partido Socialista ha perdido un escaño y, sobre todo, se ha visto rebasado por el Partido Popular. ¿Qué ha hecho Pedro Sánchez? Descalificar a la oposición.
Los datos son inequívocos. En julio del año pasado el PP superó al PSOE por un punto porcentual y medio. Ahora le ha sacado cuatro puntos. Si las elecciones hubieran sido generales sus diputados habrían crecido hasta 152, en lugar de los 137 actuales, y con mucha probabilidad habría logrado sumar mayoría absoluta en el Congreso.
El bipartidismo se ha consolidado: la suma de los dos principales partidos es ahora de 42 escaños, en lugar de 34. Al mismo tiempo, el desplazamiento del electorado a la derecha, similar al del resto de Europa, resulta evidente. VOX dobló su representación: de tres eurodiputados a seis.
Como es habitual en este tipo de elecciones, donde no se percibe una consecuencia inmediata del resultado de las urnas, una parte de los ciudadanos han optado por candidaturas marginales o extravagantes.
La principal novedad es “Se acabó la fiesta”, formación encabezada por un tal Alvise, muy promocionada por el PSOE y cuya ideología es cuando menos absurda. Se trata de un partido basura, que como otros parecidos desaparecerá en poco tiempo, y su influencia en la política nacional será nula. En el marco europeo, un chiste.
A similar destino parece abocado Sumar, incapaz no ya de disputar el electorado de izquierda al PSOE, sino de mantener su propia cohesión. A “Yoli” sólo parece interesarle ahora mantener el protagonismo de la vicepresidencia y el correspondiente sueldo. ¡Todo por la pasta! Es su principal ideología, el resto es cuento que sólo interesa a izquierdistas aquejados de una empanada mental crónica.
¿Y qué hace Pedro Sánchez? Lo de siempre, llevar a cabo todo lo necesario para mantenerse en el poder. Semana tras semana sigue instalado en la mentira. Ahora ha tachado al PP de extrema derecha, lo que no es una opinión -para ser tal cosa debe basarse en hechos-, sino una falsedad, que él utiliza como un insulto.
También continua su desprecio al Parlamento, intensificado ahora que pierde votaciones y no es capaz de aplicar un programa, ni siquiera de tener unos Presupuestos. El pasado miércoles apenas si estuvo veinte minutos en la sesión de control del Congreso. No respondió a las preguntas de la oposición y se marchó corriendo a Televisión Española para ser entrevistado por una periodista servil. En este marco fue donde anunció novedades políticas, que en realidad fueron amenazas a la oposición, a los jueces y a los medios de comunicación independientes. Uno ya no sabe qué es lo más importante, si un presidente desquiciado o sus pretensiones de chantaje si los demás no sirven sus intereses. El modo de actuar, en cualquier caso, es propio de un dictador, no de un demócrata.
No para de meterse en líos. La amnistía encuentra en la opinión y la magistratura una resistencia que ha dejado en ridículo al fiscal general del Estado, García Ortiz, reducido esta semana a la condición de caricatura y de presunto delincuente, por la indecente filtración de los datos fiscales de la pareja de la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La permanencia en el cargo de García Ortiz es una afrenta a los comportamientos más elementales de un sistema democrático.
Otro lío está vinculado a los chantajes de los separatistas catalanes, imprescindibles para que Sánchez se mantenga en la Moncloa. La asunción por el Estado de 15.000 millones de deuda de la Generalidad supone que todos los españoles pagaríamos la desastrosa gestión de una administración manirrota. Y el anuncio por la doctora Montero, con su habitual zafiedad, de una financiación singular para Cataluña, choca frontalmente con la Constitución.
Al menos el sanchismo mantiene una dimensión cómica. Esa institución llamada Begoña Gómez, eminente catedrática sin ser licenciada, se atrevió esta semana a rectificar algunas de las informaciones que le atañen. ¡Angelica! No sabe donde está: los medios han replicado a su vez con nuevas informaciones que rectifican la rectificación y confirman lo publicado hasta ahora.
La otra pieza del sainete familiar es David, el hermano músico de Sánchez, que promete democratizar la ópera: desde Badajoz, sin frecuentar su despacho en la Diputación socialista y con residencia fiscal en la ciudad portuguesa de Elvas, para pagar menos impuestos. Y la Agencia Tributaria de la doctora Montero sin enterarse. También es casualidad.
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