En Viareggio (Italia) se celebra uno de los carnavales más lúdicos, críticos e imaginativos del mundo. A lo largo de un mes entero se recrea en papel maché cualquier acontecimiento político, religioso o cultural del Planeta. Este año ha sido objeto de la sátira el Papa Francisco I, al que todos llaman Bergoglio. No hay manera de contener la avalancha de páginas críticas, e incluso de disidencia manifiesta contra el «especial magisterio» del primer Papa sudamericano de la historia, al que representan con una hoz y martillo en vez de báculo, y rodeado de los demonios del comunismo: Lenin, Mao, Castro
La censura mundial impide conocer qué está ocurriendo en torno al papado de Francisco I, que ha sido excomulgado y declarado apóstata por el Patriarca Elías, cabeza del Patriarcado Católico Bizantino. El hecho ocurrió el 2 de agosto de 2013, festividad del profeta Elías. El anatema se fundamente en la 1ª carta de Gálatas, versículos 8 y 9: «Pues mirad, incluso si nosotros mismos o un ángel bajado del cielo os anunciara una buena nueva distinta de la que os hemos anunciado», ¡Fuera con él!
Se podría decir que este patriarcado es pequeño y poco extenso, pero uno de los más afamados metropolitanos (obispos) de la Iglesia Ortodoxa Griega, Metropólita Serafín del Pireo, emitió en abril de 2012 un durísimo anatema (excomunión) contra el «ecumenismo» o unión de las iglesias, predicado y pretendido desde la herética Roma, a la que condena en todas su formas, empezando por el primer Papa, al que se refiere como Pedro el cobarde y a todos los que siguieron al «lobo Pedro», les otorga su anatema. El Metropólita Serafín declara excomulgados a los que promuevan «la panherejía del ecumenismo y del sincretismo religioso», al protestantismo y todas sus versiones, a los herejes Lutero y Calvino, y al que considera responsable de esta deriva ecuménica, el heresiarca Benedicto XVI; al que también excomulga el Patriarca Elías, por su insensata beatificación de Juan Pablo II.
Tanto el Patriarcado Católico Bizantino, como la Iglesia Ortodoxa de Grecia, ofrecen la posibilidad de apostatar de lo que ellos consideran como desviación romana, y cargan contra el ecumenismo sin ningún tipo de contemplaciones. Sin embargo, el que explica mejor en qué se sustentan esas diferencias es el ya fallecido Padre Arsenie Papacioc, considerado como un padre Espiritual de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía.
Arsenie Papacioc sigue sosteniendo que a la Iglesia de Roma le sigue sobrando soberbia, y que su pretensión es seguir prevaleciendo sobre las demás, cuando en origen, todas eran iguales. Los concilios eran ecuménicos desde el primero, celebrado en Nicea en 325, hasta el V de Constantinopla, celebrado entre 1341 y 1351. Desde entonces está vigente la división y la fractura, por lo que no tiene sentido ese pretendido «ecumenismo», que tantos problemas le está causando a Francisco I y anteriormente a Benedicto XVI, según el duhovnic Arnesie Papacioc. Las diferencias doctrinales y litúrgicas son profundas y cimentadas desde hace mil años. ¿Qué es lo que quieres reconciliar ahora, lo haces desde la humildad o desde la arrogancia?, preguntaba el padre Arsenie.
Francisco I y el mundo católico
Pudiera pensarse que todos esto que hemos mencionado procede de iglesias minoritarias o incluso pequeñas en comparación con Roma, pero al menos los ortodoxos fundamentan y sostienen sus afirmaciones, por muy exageradas que puedan parecer. Sin embargo, los problemas del Papa Francisco no vienen de Oriente, sino de su propia y santa iglesia, la católica romana.
El lunes 13 de marzo, los obispos españoles celebran su 109º Asamblea Plenaria para elegir al nuevo representante de la Conferencia Episcopal Española y que contará con 80 electores, aunque más de 150 presentes. Salvo sorpresas, Ricardo Blázquez, nombrado recientemente como cardenal, repetirá en el cargo. Los problemas están en Roma. En España el cardenal Sistach de Barcelona también ha defendido Amoris Laetitia (la exhortación de la discordia) y su aplicación. Otro claro defensor del Papa es Carlos Osoro, Cardenal arzobispo de Madrid. En la iglesia actual hay un silencio extendido, porque algunas de las afirmaciones de Francisco I se sitúan casi al límite del abismo doctrinal.
Benedicto XVI, futuro santo y Padre de la Iglesia, pese a las excomuniones, intentó una aproximación al sector más tradicional de la Iglesia: «Siempre he dicho y sigo diciendo que es importante que cuanto en la Iglesia antes era lo más sagrado para las personas, no se convierta de repente en algo prohibido. Es importante que La Iglesia esté en armonía consigo misma, que no se considere erróneo lo que antes era sagrado. El rito debe evolucionar constantemente, pero la esencia permanecer».
El mismo lunes 13 de marzo, se permitirá también un rito litúrgico anglicano en la Basílica de San Pedro, dentro de una misa católica, lo que significa un avance ecuménico para algunos, y piedra de escándalo para los tradicionalistas. Un estancamiento en la liturgia y doctrina preconciliar, como la de la Fraternidad Sacerdotal de San Pio X, promovida por el obispo cismático Marcel Lefebvre, o un avance rápido hacia terrenos desconocidos, pueden llevar a la Iglesia a un cisma claro y abierto. Es insólito que existan dos Papas y no haya cisma. Podría darse hasta una renuncia de Francisco I si la presión aumenta, y coexistir tres Papas a la vez. En estos tiempos puede verse cualquier cosa.
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Todos contra Bergoglio
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