Pues unos sobres que se llaman "Fuginosis efervescente".
¿Y eso para qué es?
Eso, para la bronconeumonía que tuve de pequeño, que por poco me liquida.
Pero eso hace ya un puñado de años. Tú has cumplido los cincuenta y la bronconeumonía la tuviste con siete años.
Ya., Pero de aquello me quedó la secuela del bulto en la oreja y apenas oigo nada.
¿Y esos polvos que te tomas, son para el bulto?
¡Qué va! Estos polvos son para la vesícula, que quedó jodida a causa del tratamiento que me pusieron para deshacer la piedra del riñón.
¿Pero tú tenías una piedra en el riñón?
¿Una?… Me diagnosticaron más de veinte.
¡Joder! Ni que fueras una cantera.
Veinte sin contar la que salió echando leches, un día que estaba meando.
¿Y por qué meas?
¡Venga hombre! ¡Déjate de cachondeos! Cómo se nota, que la única enfermedad que tienes tú, es la de tener la cabeza echa mixtos.
¡Muy agudo!
Agudo fue el otro día, el dolor que tuve en la pierna.
¿En la derecha o en la izquierda?
La derecha ya ni me duele. La tengo de palo.
No lo sabía yo.
Claro. Estabas en el manicomio cuando me pilló el carro.
Algo me dijeron. Pero no creía yo que fuera para tanto lo del carro.
Pues podía haber sido un poco más. Perdí la pierna derecha y el ojo izquierdo.
Pero vamos a ver una cosa. Los polvos que estás tomando, ¿qué tienen que ver con todo este lío?
Ya te he dicho que son para la vesícula.
¿La vesícula? ¿Y qué tienes tú en la vesícula?
Yo en la vesícula no tengo nada.
Entonces…
Pues ahí está el asunto. Que no tengo nada en la vesícula, o sea, como si no tuviera vesícula.
¿Y qué?
¿Y qué? Pues que estos sobres hacen de vesícula, para poder tomarme los medicamentos que me tengo que tomar con motivo de la úlcera de estómago.
¡Vamos por parte! ¡Vamos por parte! Tú tuviste una bronconeumonía de pequeño. ¿No es eso?
Sí.
Y esa bronconeumonía te dejó la vesícula jodida. ¿No?
¡No hombre, no! ¡No te enteras! Esa bronconeumonía, me ocasionó unas fiebres palúdicas, que me fastidiaron dos vértebras del cuello. Por eso ando un poco torcido.
¿Pero eso no fue, porque te caíste de la cama?
¡No! Además yo no me caí de la cama. ¡Yo me tiré de la cama!
¿Te tiraste de la cama? ¿Por qué?
¿Por qué? Porque las chinches no me dejaban vivir. ¿De qué tengo yo el bulto en la oreja?
¿De las chinches?
Naturalmente. Las chinches, hijas de puta, no me dejaban vivir.
Entonces, ¿la úlcera de estómago, te la produjeron las chinches también?
Hasta cierto punto tuvieron también la culpa.
¿Por qué?
Muy sencillo. Como se limpiaban los largueros de las camas, que es donde anidaban, con gasolina, un día, no sé quién, dejó la botella de la gasolina junto a los medicamentos que yo me estaba tomando para la bronconeumonía. Cuando fui a tomarme el jarabe que me correspondía, en ese momento cortaron la luz -, como siempre la estaban cortando,- y a tientas me equivoqué de botella y me pegué un viaje de gasolina…
¿Te bebiste la gasolina?
¡Ya lo creo! Un trago grande. Te puedes imaginar el salto que pegué fuera de la cama. Y en ese salto, fue cuando me jodí las vértebras y me quemé la espalda, porque se calló el quinqué y al romperse derramó el petróleo ardiendo por la espalda. ¡Un lío!
¿Un lío? Pues no queda una cosa que no te haya afectado…
Pero lo más gracioso, es que me mandaron unas pastillas para el pulmón. Una izoniazida y estas me producían una alergia y un prurito que no me dejaban dormir. Y a partir de ahí, es cuando yo padezco de insomnio y tengo los ataques esos que tengo de nervios. Que tengo los nervios hechos polvo…
¿Entonces, los polvos que estas tomando son para los nervios que tienes hechos polvo? ¡Menudo polvo eres tú! ¡Bueno hombre, pues nada! A ver si te resfrías y te muerde un perro y ya lo tienes todo completo.
¿Y tú qué? Que me han dicho que te echaron del manicomio porque ibas a volver loco a los locos.
La envidia puñetera.
¿La envidia? A mí me han dicho que el director del manicomio te pidió por favor que te fueras porque tenías a los locos asustados.
En fin, envidia y nada más que envidia.
A lo mejor es que no envidian la salud. ¿No crees tú?