La situación sanitaria en Melilla sufre una vuelta de tuerca más. El servicio de ginecología del Hospital Comarcal compuesto por seis facultativos pasará a cuatro el mes que viene porque uno de ellos está de baja y no parece que su vuelta vaya a producirse pronto, y otro no aguanta más esta situación y se irá de la ciudad en marzo.
Esa situación suena realmente preocupante. La falta de personal médico en un área tan crucial como la ginecología y obstetricia puede tener consecuencias graves para la atención a los pacientes. La sobrecarga de trabajo y el agotamiento del personal médico no solo afectan la calidad de la atención, sino también su salud y bienestar.
Es importante que el Gobierno de la Nación busque soluciones para garantizar la atención adecuada a los pacientes y el bienestar del personal médico.
La situación puede llegar a tal extremo, que ya entre los sanitarios ha surgido la pregunta que sirve como titular de este editorial: ¿Tendrán que parir las melillenses en la península?
En la actualidad, como decimos, son seis ginecólogos en el Hospital Comarcal para hacer guardias, 60 turnos al mes, pero uno de ellos se va el mes que viene y otro está de baja.
El Sindicato Médico de Melilla y el Colegio Médico llevan meses denunciado las carencias de las plantillas del centro sanitario y lo que se avecina, aseguran los afectados, hará inviable hacer guardia de presencia física
Porque si ya anteriormente se sobrepasaban las horas que establece la normativa europea, de 48 horas semanales en cómputo semestral, al pasar de seis a a cuatro ginecólogos, cumplir con la legalidad laboral será imposible.
Por eso no es de extrañar que haya quienes opinen que estamos ante la destrucción del primer servicio asistencial, un servicio tan importante, como el que no puedan nacer niños en Melilla por falta de atención profesional.
Con este panorama, choca aún más que haya quienes nieguen que aquí, en Melilla, haya un problema sanitario de calado. El hecho de que la delegada del Gobierno Sabrina Moh salga haciéndose fotos en el nuevo hospital con las máquinas y con los cascos puestos irrita aún más a una comunidad sanitaria que alucina con tanta irresponsabilidad.
Saben, no obstante, que de la delegada del Gobierno esperan poco por no decir nada, después de ningunearles durante once meses de huelga. Sus esperanzas están puestas en lo que pueda hacer la nueva ministra de Sanidad, pero el reloj ha empezado a correr. Si Mónica García no se da prisas, el problema que se nos avecina es tremendo porque puede acabar con un servicio básico como el ginecológico del Hospital Comarcal.
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¿Tendrán que parir las melillenses en la península?
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