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Síndrome de Hubris

Por  Carlos Aguilar, Diplomado en Magisterio. Secretario Ejecutivo de Contenidos y Difusión del PP de Melilla

 

Acuñado el término en 2008 por el neurólogo y político británico Lord David Owen, el Síndrome de Hubris es un trastorno caracterizado por generar un ego desmedido, produciendo una excesiva sensación de omnipotencia. Se encuentra ligado a la aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás, considerándolos como enemigos personales por el simple hecho de no opinar igual. La expresión hace referencia a un concepto griego que significa desmesura. Lo opuesto a la sobriedad, a la moderación.

En íntima relación con rasgos narcisistas (soberbia, arrogancia, prepotencia), se asocia con el poder, y se potencia cuanto más tiempo se ejerce y mayor es, creyendo que este durará por siempre; con tal de mantenerlo, la persona pierde total contacto con la realidad, siendo capaz de transgredir todos los límites, sea cual sea el precio a pagar. Rodeada esa persona por un enjambre de aduladores, requiere de continuos halagos que refuercen su yo, generándole sensación de endiosamiento. Llegando a creerse dueño de aquello que maneja, y sin entender cómo algo ha podido existir -y sobre todo perdurar- antes de él, dicha persona, necesita control absoluto. Esta persona es Pedro Sánchez.

Totalmente rendido a los secesionistas, quienes desde la tribuna del Congreso bien ridiculizado lo han dejado, no ha dudado un sólo instante en sucumbir a la exigencia de amnistía. Aquello que apenas días antes de votar catalogaba de inconstitucional, la necesidad de siete votos lo tornó en medida de progreso. Sánchez no ha conseguido los apoyos necesarios para ser investido. Los ha comprado. A los independentistas. Ha vendido el país a aquellos que intentaron romperlo, y que lejos de mostrar algún atisbo de arrepentimiento, proclaman abiertamente que lo volverán a hacer. Gobierno de coalición progresista y alto perfil político, lo llama.

La Ley de Amnistía no tiene cabida en la Constitución, el mismo Pedro Sánchez, previo cambio de opinión, en distintas ocasiones así lo ha manifestado. Implica poner en jaque a uno de los tres poderes del Estado, exponiendo nuestra Democracia a un serio peligro con el olvido de lo ocurrido en Cataluña. Constituye un ataque frontal a la unidad de España, vilipendiada por alguien que, incapaz de respetarse a sí mismo, no lo va a hacer con su Patria.

Alberto Núñez Feijóo ganó las Elecciones del 23-J. Como él mismo en su sesión de investidura destacó, no es presidente del Gobierno, porque no se vende; porque para él, para el Partido Popular, España no está en venta. Sánchez mofándose reaccionó a esto con burla, a modo de delirante carcajada en un deplorable gesto que, al igual que él, pasará a la historia por lamentable.

Contrario a tender puentes, Pedro Sánchez se vanagloria de levantar muros, dividiendo a los españoles entre los que están con él o contra él. Solamente le preocupa una parte de España, la que le halaga, vota, y todo le perdona.

Alabado hasta el hartazgo por los suyos, y habiendo agrupado ya a toda su Banda (quienes le han proclamado presidente del Gobierno), el Plan Sánchez de perpetuarse en el poder, transita a paso firme hacia la ruptura de la igualdad entre españoles, condonando a una Comunidad Autónoma 15.000M€ de deuda, que tendrá que ser pagada por cada uno de nosotros; permitiéndole, a Puigdemont, haber redactado su propia Ley que le autorice a poder volver, prófugo de la Justicia desde que en 2017 huyó de ella.

Según los dirigentes socialistas de Melilla, no parece que nada de esto vaya a suponer agravio alguno para los melillenses. Todo lo contrario. Proclaman, que continuaremos avanzando en derechos y libertades, encontrándonos en un gran momento para Melilla, para España, y para la Democracia. ¡Alta escuela sanchista!

Únicamente el ansia extrema de poder de Sánchez, hace explicar su total falta de escrúpulos, arrasando con España hasta la presidencia del Gobierno más nociva de la Historia. Los votantes socialistas, cuatro años después de haber vuelto a ser engañados, una vez más respiran aliviados. Aun con lo expuesto y lo que viene, defienden lo que es ahora el nuevo mantra, aquello que les hace obviar todo el daño hecho y por hacer, el último eufemismo del sanchismo: al menos, no gobierna la derecha.

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Síndrome de Hubris

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