Sensaciones: a los 50 también…

Este relato me emocionó tanto y me trasportó a un lugar al que no sabía que todavía se podía llegar. Esto se tiene y se debe saber; omitiré datos para preservar su anonimato.

Comienza así, al calor de un buen vino, amigo Sergio.

¿Tú crees que los sentimientos no se pueden ni se deben retener verdad? y ¿mucho menos guardártelos? Mi respuesta es clara amigo, no lo hagas, manifiéstalos. Eso me parece que está muy bien y además me parece algo bonito, -me responde-, te contaré algo, siento la necesidad de hacerlo. Le contesto, -te escucho-.

Te contaré lo que he vivido, es algo muy personal, especial y exclusivo, a la vez, he experimentado sensaciones que tengo necesidad de expresarlas, -relata-.

Estaba en el convencimiento que no volverían más, creí que sólo se podían tener con 18 años, estaba muy equivocado.

Sentía como se te acelera el corazón, como miras con una ternura muy especial, como se te erizan los bellos de la piel con un simple roce o apretón de manos y al mismo tiempo te pones tenso y entras en un estado emocional al borde del colapso. En definitiva se estimulan y alteran todos tus sentidos y aparece uno más, ese sexto sentido que en voz bajita, te susurra en el oído, con suavidad y dulzura ¿dónde estabas?, sí, ¿dónde estabas? En ese momento descubres que ya estabas conectado hace tiempo, mucho antes de conocerla, pero que solo contabas con la intuición para encontrarla.

No se agotan las palabras, son incesantes las miradas, los gestos, aparece la timidez y el corazón se te vuelve a avivar, a la vez, se te estrecha el estómago y sientes un hormigueo continuo que no cesa, pero que no te genera malestar, al contrario, si acaso te agita con fuerza, los ojos empiezan a brillar , con la suficiente frescura para que se note, se vuelve más profunda la mirada como si tuvieras ángel y te das cuenta que puedes ver más allá En definitiva los ingredientes necesarios para tener una experiencia que sabes que no se acabará e irá a más, y piensas: ¿la he encontrado?, lo sabes, ya estás en la certeza, no importa lo que pasaste, lo vivido con anterioridad, estás seguro al cien por cien, es como si se comprimiera toda un vida en un segundo y la sientes ahí , como si hubiera estado siempre.

Se deja ver y en el momento más álgido del fin de semana me susurra en el oído y me hace palpitar de nuevo, con fuerza, no cuento con las palabras adecuadas para expresar lo que sentí en ese momento, pero fue como si te fundieras en una sola persona.

Ya se ha marchado, percibo una fragancia, todo exhala a ella, es un aroma penetrante, tengo la sensación de percibirlo sólo yo y por último sin esperarlo, llega el broche final, por escrito, me hace saber algo tan bonito, bello, especial y exclusivo, como si el destino me hubiera privado oírlo, para poder oírselo a ella por primera vez. Te llega directo al alma, luego te pasa por el corazón y se manifiesta en tus ojos, se seca tu garganta y notas que si hablas se quebrará tu voz.

Esto es lo que mi viví amigo Sergio, tenía y sentía la necesidad de hablarlo, contarlo, me quede con la sensación de conocerla desde siempre y me vi en la necesidad de decirle “No te vayas nunca, yo vine para quedarme”. Ahora me siento mejor, tenía que relatar todo lo que tengo dentro, pero creo “amigo” que hay más y termina diciéndome:
Percibía que estaba ahí, pero no sabía bien dónde buscar. Solo contaba con la intuición. Esta historia me dejo mudo, sin palabras, con su permiso y autorización previa, por supuesto, tuve la necesidad de transcribirla a papel para poder así contarla y que todos sepan por si lo olvidaron que… a los 50 TAMBIEN SE PUEDE. Quiero expresar desde aquí mi agradecimiento más categórico por haberme elegido a mí, y hacerme partícipe de sus sentimientos más sinceros y nobles, fue una verdadera experiencia y placer “GRACIAS”, lo contaré, todos tenemos que aprender de esto que has vivido, estoy en el más absoluto convencimiento, y ¿Por qué no? VIVIRLO TAMBIEN.

Acceda a la versión completa del contenido