melillahoy.cibeles.net fotos 1600 Juan Aranda web
A las distintas “Rutas Turísticas” que existen en Melilla, como la de los “Templos”, la de las “Tapas”, la de la “Ciudadela”, o la de “Cementerios”; todas muy turísticas que invitan al viaje placentero, a pasear por nuestras calles sin esquinas en el Centro, contemplando los bellos edificios modernistas y de art-decó, yo creo que les falta otra que, aunque no es turística,…
… habría que añadirla, como la de “Partos a extranjeras”, la que se inicia en Beni Enzar y termina en el Hospital Comarcal. Señalando los parques, verdaderos pulmones: Lobera y Hernández. También los restaurantes con solera, que ya apenas quedan.
La de los “Monumentos”, algunos tan vergonzantes para los tiempos que corren, como la estatua de Franco, de Comandante en el Puerto; o el tan famoso y conocido por los melillenses: “El León de la Avenida”, de Vicente Maeso y Enrique Nieto. Sobre este grotesco monumento, construido “licet fratres mortem”, (a pesar de su muerte), fue para el honor y la gloria de la dictadura fascista-franquista. Aunque deben saber que según el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Melilla del año 2012, este mamotreto se encuentra dentro de un recinto declarado de Bien de Interés Cultural, protegido por el Ministerio de Cultura. O sea, que pertenece al Patrimonio Cultural de la Nación, como todos los bienes que hacen referencia a la historia de la civilización y cualquier otro bien que constituya un testimonio material y posea valor de civilización. Los bienes de interés cultural, en este caso los monumentos, son aquéllos bienes inmuebles que constituyen realizaciones arquitectónicas o de ingenieria y obras de cultura colosal, siempre que tengan interés histórico, artístico, científico o social.
Y ahora viene la pregunta del millón: “El León de la Avenida”, ¿tiene algún valor para la historia de la civilización?. Yo creo que solo es un testimonio material de los cuarenta años que Franco, y sus conmilitones, tuvieron a toda España bajo “manus militum”. Muchos demócratas piensan que si ese feo y colosal mamotreto desapareciera, y construyeran una glorieta, con un precioso jardín, pensil rodeado de una verja, en la que fuese denominado: “Glorieta del General Romerales”, se haría un poco de justicia. Porque si los traidores golpistas que, ignominiosamente lo fusilaron, han figurado en nuestro callejero durante más de cuatro décadas, por qué no puede estarlo él, que defendió la Libertad y la Constitución de la II República, que juraron todos ellos.
Y al Comandante Franco, pienso que habría que depositarlo, que no arrojarlo, en el fondo del futuro Puerto, para que las generaciones venideras, dentro de mil años, puedan estudiarlo, como en la actualidad se hace con Nerón, por ejemplo; y asimilar con las opiniones y creencias generalizadas de Tácito, y Suetonio, dos grandes historiadores de la época, de que mientras Nerón, componía música con su lira en una de las siete colinas de la Ciudad Eterna, veía cómo bajo su orden, ésta ardía por los cuatro costados, sin importarle un carajo las muertes que ocasionó; como a Franco, que tampoco le importó mucho firmar sentencias de muerte, sin apenas pestañear.
Según el historiador Paul Preston, el mito de un caudillo compasivo y atormentado hasta la madrugada por las sentencias de muerte que firmaba, estaba muy lejos de ser realidad porque, mientras viajaba en coche, leía, comía, o tomaba café, eran unas “cosas de trámite”, como las calificó en alguna ocasión ante su cuñadísimo. Jean P. Sartre dijo que en la vida todo puede modificarse, incluso el pasado, ya que los historiadores no paran de demostrarlo. Los españoles tenemos la prueba en los 40 años de dictadura, cómo se tergiversó la verdadera historia de lo que ocurrió en nuestro país.
En fin, las autoridades son las que tienen la última palabra cuando cumplan en su totalidad la Ley de la Memoria Histórica, aprobada en el Parlamento, la que el entonces Rey Juan Carlos I, dice al final: “Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta ley. Madrid, 26 de diciembre de 2007. Juan Carlos R. El Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero”.
Más claro, el agua “Bombillo”.
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Rutas turísticas con algo de historia
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