Primero mentir, después negar

La situación actual del sanchismo, banda que ha ocupado la dirección del Partido Socialista, recuerda la historia del adúltero a quien su esposa sorprende en la cama con otra mujer. ¿Y tú qué hiciste? le pregunta un amigo. A lo que responde: negar; no es lo que parece.

El todavía presidente Pedro Sánchez, su esposa Begoña, su hermano David, el fiscal general del Estado, los dos anteriores secretarios de Organización del PSOE y una lista todavía incompleta de ministros, dirigentes y colaboradores varios, no es que hayan sido sorprendidos en una cama en dudosa compañía, sino que parecen haberse instalado en ella. Prácticamente no salen. ¿Y qué hacen el Gobierno y los socialistas a medida que se acumulan los indicios, respaldados por las actuaciones judiciales, las investigaciones de la Guardia Civil y las informaciones de los medios independientes? Pues lo mismo que el personaje de la historia: negar, no es lo que parece, todo son bulos…

Mientras les llega su derrota política, se han instalado en un mundo de fantasía que evoca a Peter Pan, si no fuera porque se trata de un caso clínico: psicopatía narcisista que rechaza cualquier responsabilidad y culpa de todo a los demás.

Prácticamente todo lo que toca el Gobierno está vinculado a la mentira. La Ley de Vivienda aseguraba que controlaría los precios, pero en realidad los ha subido, tanto los de alquileres como los de compraventa. La mayoría de los supuestos menores no acompañados son en realidad adultos. La falta de garantía del suministro eléctrico bloquea la instalación de empresas y la construcción de nuevas viviendas. Las teóricas mejoras laborales que vende la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo -experta en majaderías varias- dañan la viabilidad de las empresas. Una subida de impuestos sin precedentes no mejora la renta de las personas, sino que las empobrece…

Frente a ello, propaganda. Una campaña del ministerio de Hacienda insiste en que la recaudación fiscal revierte en mejores servicios. Mentira: el aumento de impuestos requiere una mayor gestión, de manera que lo que retorna al ciudadano siempre es menor de lo que pagó.

El verdadero empeño del Gobierno es levantar el muro anunciado por Sánchez para dividir a los ciudadanos en afectos y desafectos. Todo vale, desde un siniestro empeño en promocionar el aborto provocado a la política exterior, aunque sería más adecuado hablar de la falta de política exterior.

El ministro de Asuntos Exteriores, Albares, está tan alejado de la realidad que afirma el protagonismo de España en la resolución de la crisis de Oriente Medio, cuando la política antisemita del Gobierno español le ha invalidado como interlocutor en cualquier negociación con Israel.

Sólo desde un absoluto desconocimiento de los problemas de la región, como es el caso de Sánchez y Albares, se puede preconizar un Estado palestino con capital en Jerusalén Este y un corredor entre Cisjordania y Gaza, entre otros disparates. Ahora sabemos quién fue el responsable del ridículo que hizo el rey Felipe VI durante su reciente viaje a Egipto. Le está bien empleado por confundir una mediocre política de Gobierno con una política de Estado. La Zarzuela necesita una aportación de materia gris, en lugar de servilismo.

La confirmación de que en política exterior el sanchismo es un cero a la izquierda se ha producido con la concesión del premio Nobel de la Paz a la dirigente de la oposición venezolana, María Corina Machado.

Hace dos años el Gobierno de Pedro Sánchez respaldó la manipulación electoral del dictador Nicolás Maduro, en lugar de respaldar a Edmundo González como presidente electo de Venezuela. España adoptó así una posición antidemocrática, que ha condenado al exilio y la pobreza a millones de venezolanos. A eso le llaman los sanchistas una política progresista.

Resulta casi milagroso que el país siga adelante cada día. Lo permite la inercia y el coraje de tantos ciudadanos que hoy, 12 de octubre, celebrarán nuestra fiesta nacional, el Día de la Hispanidad, 533 años después de que el marinero Rodrigo de Triana cambiara la historia del mundo al gritar: “¡Tierra, tierra!”. Por ello y por tantas cosas, ¡Viva España!

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