Categorías: Opinión

Por el respeto a la ley, la convivencia y un Aid el Kebir en paz

Resulta del todo incomprensible la tozudez, temeraria e insistente, de quienes se empeñan en falsear la realidad en torno a la situación de la fiebre aftosa en Marruecos y las medidas excepcionales que deben observarse para posibilitar, este año y sólo con motivo de la próxima celebración del Aid el Kebir, la importación a Melilla de ganado ovino procedente del vecino país. Decimos que resulta incomprensible, pero de igual modo podríamos calificar de increíble, inefable e inexplicable que quienes así actúan se atrevan incluso a invocar leyes para afirmar, sin rubor y con rotundidad, que ni el pasado año hubo fiebre aftosa en Marruecos ni que este año haya que mantener la situación de alerta.

Si así fuera, habría que preguntarse a cuento de qué el Ministerio de Agricultura emitió una primera orden el 19 de noviembre de 2015, matizada después por otra del 17 de diciembre, en las que se establecían medidas de emergencia preventivas frente a la fiebre aftosa en el Magreb.

Del mismo modo, habría que preguntarse por qué el Ministerio publicó el pasado 21 de julio una nueva orden ministerial que, en atención a la sensibilidad de la comunidad musulmana de Melilla, autoriza medidas excepcionales para que, desde el 1 de agosto y hasta el 2 de septiembre próximo, puedan importarse borregos procedentes de Marruecos, con destino exclusivo a Melilla y conforme a una serie de condicionantes imprescindibles para que el ganado ovino, susceptible de ser importado, llegué a la ciudad libre del virus de la fiebre aftosa y de otras enfermedades.

Luego si las distintas órdenes ministeriales están claras y debidamente publicadas en el BOE, ¿qué pretenden quienes abiertamente falsean la realidad y convierten la limitación de la importación de ganado ovino marroquí en un nuevo motivo de gresca y enfrentamiento político?
Realmente resulta cansino y penoso comprobar cómo algunos se afanan en desestabilizar la pacífica convivencia que caracteriza una ciudad que ha hecho del respeto a la diversidad su principal vértebra y estandarte de presente y de futuro.

Además, cabe preguntarse, un año más, por qué quienes hoy se niegan a admitir las medidas de control por el brote de fiebre aftosa, en cambio sí las acataron -sin dar problemas- cuando en los años 1999 y 2000 se prohibió igualmente y por idénticos motivos importar borregos desde Marruecos para la Pascua del Sacrificio. ¿Quizás porque entonces el principal líder del partido más activo en manipular a los musulmanes ejercía como Consejero de Medio Ambiente primero y Presidente de la Ciudad después? Una pregunta que sigue sin respuesta y una realidad que no podemos olvidar.

No nos extrañemos si de estos barros nos llegan lodos infectos que alimenten peligrosamente la radicalidad, por desgracia, constatable en numerosos posts de las redes sociales y que a algún joven, más vulnerable e inmaduro, ya le han supuesto un serio disgusto por proferir amenazas graves.

No podemos olvidar nuestra identidad, común y diversa, contraria por principio al pretendido uso parcial que algunos quieren hacer de una determinada comunidad religiosa como única forma de mantenerse en política. Subvertir el principio de ciudad plural, respetuosa y consecuente con nuestra variedad multicultural y multireligiosa, nos lleva por precipicios suicidas que no interesan a nadie.

Por tanto, sólo la sensatez puede y debe imponerse frente a la pretendida guerra en la que algunos quieren convertir el Aid el Kebir. Y la sensatez no sólo nos obliga a censurar y desenmascarar a quienes mienten y siembran la confusión. Nos obliga, también, a reiterar lo que ya se ha dicho en más de una ocasión desde esta Delegación del Gobierno, es decir: que una vez considerada estabilizada la fiebre aftosa en Marruecos, es posible llevar a cabo medidas excepcionales que permitan importar a Melilla ganado ovino marroquí, aunque eso sí, con especiales garantías higiénico-sanitarias y de forma exclusiva, hasta el próximo 2 de septiembre, con ocasión del Aid el Kebir .

Y esas medidas higiénico-sanitarias, debidamente recogidas en la última y antes citada orden ministerial de 21 de julio pasado, exigen que el ganado se importe como un movimiento comercial sujeto a certificados y controles extraordinarios.

Invocar las tradiciones para patalear y protestar porque ya no sea posible comprar y traer personalmente los borregos desde Marruecos, en el maletero de un coche, atado a una cuerda y a pie, en bicicleta, moto o de la forma más inverosímil e inimaginable, es algo inútil hoy por hoy por una cuestión de profilaxis, impuesta por la normativa española y también por la europea.

No querer admitirlo, empecinarse en absurdos análisis legales frente a órdenes ministeriales claras y diáfanas, es tan estéril como peligroso el espurio empeño por hacer de la confusión un río revuelto desde el que exacerbar los sentimientos religiosos de los musulmanes melillenses, aún a costa de la posible deriva radical que pudieran generar tan nefastas intenciones.

La tradición pasa por sacrificar un borrego, no exige que el borrego sea marroquí y mucho menos que tenga que ser comprado en Marruecos y traído a cuestas desde el vecino país. No obstante, en atención a la sensibilidad de quienes prefieren borregos de origen marroquí y, como decimos, dada la situación de estabilización de la fiebre aftosa en Marruecos, este año se han regulado medidas excepcionales para procurar que no sólo se importen borregos de origen peninsular sino también marroquí.

La afirmaciones de quienes niegan o dudan de la existencia en Melilla de explotaciones ganaderas a las que traerlos, son tan peregrinas y falaces como las de los supuestos entendidos que niegan el brote de fiebre aftosa en el vecino reino. Y esto es así porque resulta tan evidente que esas explotaciones ganaderas existen que no sólo funcionaron y sirvieron de acogida de los borregos peninsulares importados el pasado año para la Pascua del Sacrificio, sino que funcionan todo el año e importan regularmente borregos procedentes de criaderos españoles, muy demandados por innumerables países árabes pero también por melillenses que los consumen regularmente o adquieren específicamente para sus celebraciones.

En resumen, menos política peligrosa a costa de romper nuestra convivencia y más respeto a una legalidad vigente que en ningún caso responde a una arbitrariedad, a un capricho o a un ánimo oculto por perjudicar a la comunidad musulmana de Melilla, sino, única y exclusivamente, a unas imprescindibles medidas higiénico sanitarias derivadas del brote de fiebre aftosa en el país vecino.

En un Estado de Derecho sólo cabe el respeto a la ley. Negarla o reinterpretarla con falsedades es lo mismo que incumplirla o azuzar a su incumplimiento. Entrar en el juego de quienes intentan hacer de la ley un imposible traje a la medida de sus intereses partidistas, es muy arriesgado y extremadamente dañino para Melilla. Ya lo intentaron el año pasado y arremetieron contra todo aquel que les contradijese. Incluso el Colegio de Veterinarios recibió los dardos envenenados de los falsos intérpretes del Estado de Derecho por manifestarse, como no podía ser de otra manera, de acuerdo a la legalidad vigente y en contra de la tozudez empeñada en negar la fiebre aftosa o en movilizar a parte de la población para que incurriera en ilegalidades. Afortunadamente los llamamientos no tuvieron éxito alguno y no hubo quien secundara la campaña a favor de la entrada a la fuerza de borregos por las fronteras con Marruecos.

Así las cosas, no hagamos de la fiesta principal en el calendario religioso de los musulmanes un motivo de conflicto, de guerra y enfrentamiento entre comunidades. Y como ya hiciera el año pasado, apelo, una vez más, a la responsabilidad de los dirigentes políticos y asociativos que tienen representación, ascendencia o autoridad ante nuestra sociedad. Y pido, en particular, a todos los melillenses musulmanes, que no nos dejemos engañar ni manipular y que seamos consecuentes con nuestra realidad democrática, asentada en un Estado que preserva los derechos colectivos e individuales pero que, a su vez, también impone obligaciones como es, en primer término, el respeto y cumplimiento de la legalidad vigente.

Melilla, por decisión de su Asamblea en la Ciudad Autónoma, asumió además el Aid el Kebir como un día festivo no laborable, en aras a esa identidad común y compartida por la que debemos trabajar a diario. Convertir nuestra multiculturalidad en una interculturalidad cada vez más presente y real es un reto que todos tenemos por delante y que, desde luego, no se logra con polémicas como las que algunos andan avivando a costa de la importación de borregos para el Aid el Kebir.

Vivamos la fiesta en paz.

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Por el respeto a la ley, la convivencia y un Aid el Kebir en paz

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