Georges Clemenceau fue un político francés, primer ministro y ministro de la guerra desde el año 1917, en plena Primera Guerra Mundial, hasta después de la terminación de esta. Una famosa frase que se le atribute reza: “La guerra es un asunto demasiado serio como para dejarla en manos de los militares”.
Le podríamos haber dada la razón si no fuera porque Francia fue totalmente derrotada, bajo su presidencia y mandato, como lo volvió a ser en la Segunda Guerra Mundial, también bajo mandato político y, para más bochorno, por una Alemania dirigida por un cabo austríaco, Hitler. Francia tan solo “lavó algo su cara” bajo la presidencia de un militar en el exilio, de Gaulle y, por supuesto, con la intervención absolutamente decisiva de los Estados Unidos.
Podemos inferir entonces que, al menos para Francia, la dirección política de la guerra no le garantiza un resultado que no sea desastroso. Y, por supuesto, podemos también inferir que pronunciar frases más o menos llamativas no tiene otro valor que el proporcionar titulares periodísticos o citas para la historia.
La enumeración de esos hechos es procedente para concluir que el traje no hace a la persona. Un buen cabo no sería un buen general, aunque le pusiéramos las divisas del empleo, Hitler es un claro ejemplo que lo prueba. Un político profesional, sin el entrenamiento y la experiencia adecuados para planear y dirigir actividades complejas en campos tan diversos y especializados como la gestión de grandes organizaciones, la macroeconomía, la diplomacia, la seguridad nacional, el desarrollo industrial y tantos otros que componen las tareas de gobierno de una nación, no es más que un cabo vestido de general. Y si encima el cabo era malo, y aún peor si se cree un genio, las consecuencias serán desastrosas para el país. Debemos recordar de nuevo a Hitler.
Podríamos parafrasear a Clemenceau, con mayor acierto, diciendo que la política es un asunto demasiado serio como para dejarla en las manos de una buena parte de los políticos actuales.
Cuando la política de un país está dirigida por quien parece ser un ambicioso compulsivo, que se considera un genio aunque esté astronómicamente lejos de serlo, ayudado en sus tareas por algunos incapaces natos, otros faltos de la mínima preparación necesaria (les invito a leer el currículo de las y los ministros), algunos que también fantasiosamente se consideran genios y otros que pretender dinamitar las actividades de todos los anteriores, para conseguir sus objetivos comunistas, terroristas y separatistas, el resultado obtenido no es difícil de predecir. Nos encontramos ante los políticos, en minúscula, del actual gobierno español.
OTAN Y SUS DOS MIEMBROS CUASI-DICTATORIALES
Es preciso explicar primero que la OTAN es la única organización del mundo, al menos en mi conocimiento, en la que realmente el voto de cada uno de sus miembros vale exactamente igual y en la que las decisiones se deben tomar por unanimidad. Obviamente no todos los países miembros tienen el mismo peso político, pero su voto si lo tiene.
Un claro ejemplo actual, en el marco del horror de la guerra rusa en Ucrania, es que Suecia, a pesar de su manifestado deseo y el del resto de los hasta ahora países miembros de la OTAN, no ha podido adherirse todavía a la organización por la negativa de Turquía y Hungría. Cada uno de ellos alega diferentes causas para oponerse, no atendiendo a las razones y presiones que han recibido de los demás miembros. Pero si sus razones son diferentes, no lo son sus tipos de gobierno, ya que ambos países sufren en la actualidad de gobiernos autoritarios, lo que impediría su adhesión a la Alianza, si tuvieran que solicitarla ahora. Usar un veto de hecho para impedir o retrasar un tema de enorme importancia estratégica global, tratando de satisfacer intereses nacionales de importancia menor, claramente no dignifica a los que así lo hacen.
POSDATA.
El pasado jueves el editor de este medio publicaba una posdata con dos frases.
Decía: “De todos los horrores de la guerra, el más injusto es pretender que el agredido no resista (Ucrania)”. ¿No es también injusta la reticencia de los países ‘libres’ en proporcionar al agredido todos, repito todos, los medios necesarios para repeler la agresión, lo antes posible y así evitando el mayor número de daños personales y materiales posibles? España va a enviar en las próximas semanas seis tanques, muy viejos, a Ucrania ¿es serio?
También citaba el editor: “La inteligencia artificial, cada vez más de moda, es lo opuesto a Sócrates: solo tiene respuestas, dice el filósofo W. Eilenberger”. Para obtener respuestas válidas primero hay que formular preguntas adecuadas, inteligentes. Para resolver problemas, primero hay que identificar cuál es el problema, estudiar detalladamente sus causas y circunstancias, encontrar las posibles soluciones y señalar el camino a recorrer para alcanzarlas. En los innumerables planes que se han hecho para ‘solucionar’ los problemas de Melilla, no es posible encontrar esas imprescindibles características.
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