Los partidos pequeños -Podemos y Ciudadanos- vienen empujando con fuerza. Sus líderes, Iglesias y Rivera, van sobrados. Las televisiones privadas se los rifan y ellos entran en los platós pisando fuerte. Con un punto de arrogancia. El primero, cuando comparece, incluso para hablar cosas de triviales, parece que se escucha. En el caso de Rivera las cosas que dice, aún aquellas no exentas de sentido común, parece decirlas como si se le debiera algo. Como si el resto de los políticos -algunos con muchos trienios y mucha mili- tuvieran una deuda contraída con él. En uno y otro caso venden como recién salidas del vientre de las ideologías ideas políticas que llevan lustros clasificadas. Más allá de las nuevas etiquetas: post-comunismo-populista (Podemos), liberalismo centrista (Ciudadanos), son revisiones de viejas proclamas. Las transformaciones que experimentó el ideario socialista clásico en las experiencias vividas en algunos países suramericanos han cristalizado en un discurso en el que el populismo y las proclamas contra la exclusión ocupan el asiento que antaño fue la base del argumentario antiimperialista. Hoy el enemigo fantasma a combatir es la globalización y el capitalismo financiero que no entiende de fronteras y sus "cómplices": los políticos tradicionales la -"casta"- que se dejó corromper. El viejo reproche de los comunistas a la socialdemocracia en el poder a la que acusaban de actuar como gerente de los intereses del capitalismo. La novedad en todo esto es que pese a ser y proclamarse un partido muy de izquierdas, en Podemos hay pocos obreros.
Abundan más los profesionales y las clases medias. También es clase media la que gira alrededor de Ciudadanos. Clases medias y ex votantes del PP hastiados de tantos episodios de corrupción. Votan a Rivera electores primerizos poco politizados y prófugos del PP decepcionados tras constatar que con Rajoy al timón el barco popular no tiene intención de cambiar de rumbo anticipándose a los jueces y limpiando sus filas de pringados en casos de corrupción. Podemos y Ciudadanos son los últimos de la fila pero al PP y al PSOE les tienen comida la moral. Hasta conocer los resultados de las elecciones generales no sabremos si estamos ante un suflé o han venido para quedarse y mandar. En cualquier caso, a sus líderes no les vendría mal un toque de humildad.
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Pequeños pero arrogantes
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