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Papa Francisco: un legado de luces y sombras

Desde que fue elegido en 2013, el Papa Francisco fue una figura que no dejó a nadie indiferente. Para muchos, fue un líder cercano y valiente que intentó renovar una Iglesia que llevaba tiempo necesitando cambios. Para otros, fue alguien que provocó confusión y divisiones. Tras su fallecimiento, su pontificado sigue siendo motivo de debate, pero hay algo que nadie puede negar: Francisco marcó una época.

 

Un Papa que rompió moldes

Desde el primer momento, Francisco mostró que no iba a ser un Papa tradicional. Al tratarse de un jesuita hispanoamericano, se podía prever cuales iban a ser las líneas maestras de su pontificado y, en su mayor parte, no hubo sorpresas.

No quiso vivir en los lujosos apartamentos del Vaticano, usó ropa sencilla y prefirió los encuentros con la gente común a los actos protocolarios. Con su estilo humilde y directo, supo conectar con muchas personas, incluso con aquellas que se habían alejado de la Iglesia.

Su forma de hablar también hizo la diferencia. Usaba un lenguaje sencillo, directo, y no tuvo miedo de tocar temas difíciles. A lo largo de los años insistió en que la Iglesia debía estar al lado de los más pobres, de los migrantes, de quienes sufrían. Quiso una Iglesia que no juzgara, que acogiera, que escuchara. Una Iglesia “como un hospital de campaña”, como él mismo la definió.

 

Abrió las puertas de la Iglesia a personas que habían sido marginadas

Francisco impulsó una visión más abierta e inclusiva del catolicismo, más evangélica. En documentos clave como Evangelii Gaudium y Amoris Laetitia, propuso que la Iglesia acompañara a las personas en las situaciones concretas en que se encontraran, sin quedarse atrapada en las rígidas normas tradicionales. Abrió el debate sobre si los divorciados vueltos a casar podían recibir los sacramentos, y mostró una actitud más comprensiva hacia las personas con diferentes orientaciones sexuales.

Si bien estas ideas trajeron alivio y esperanza a muchos católicos marginados, también generaron preocupación en los sectores más conservadores de la Iglesia, que temieron que esta perdiera claridad en sus enseñanzas. Algunos obispos y teólogos lo criticaron abiertamente, acusándolo de sembrar confusión y debilitar la doctrina tradicional.

 

Quiso cambiar la Iglesia por dentro

Uno de los grandes objetivos de Francisco fue reformar la estructura del Vaticano, conocida como la Curia Romana. Apenas llegó al papado, formó un grupo de cardenales (C9) para ayudarlo a cambiar la forma en que se gobernaba la Iglesia. Promovió mayor transparencia, especialmente en temas financieros, y trató de hacer que la Iglesia fuera más eficiente y menos burocrática.

Aunque logró algunos avances, el camino no fue fácil. Hubo mucha resistencia interna y muchas cosas siguieron funcionando como antes. A veces dio la impresión de que, pese a su voluntad, Francisco se enfrentaba a una maquinaria inamovible. Posiblemente le faltó la fuerza, la determinación, para romper las duras resistencias que enfrentaba.

Conversando hace unos años con un sacerdote, que defendía la dificultad que el Papa enfrentaba para implementar sus reformas, comenté que la solución hubiera sido enviar a un miembro destacado de la curia opositora a una misión pastoral a un país lo más incómodo posible, con la peor calidad de vida. Posiblemente el ‘segundo opositor’ lo hubiera sido con mucha menos convicción y no hubiera existido un tercero. Quizás parezca una propuesta simplista, pero no hacer nada nunca es la solución.

 

Fue una voz global en tiempos difíciles

El Papa Francisco no solo fue importante dentro de la Iglesia, también se convirtió en una voz escuchada a nivel mundial. Su encíclica Laudato Si’, en la que habló del cuidado del medio ambiente, fue celebrada por muchos, y criticada por otros muchos, incluso fuera del mundo católico. En ella, criticó con fuerza el modelo económico que, dijo, destruye la naturaleza y pone en peligro la vida de los más vulnerables. Defendió con firmeza a los migrantes, habló en contra del racismo, del armamentismo y de la indiferencia frente a la pobreza.

Su incursión en temas del ámbito político generó oposición en los que pensaban que sus opiniones estaban fuera del ámbito evangélico y, por tanto, no eran procedentes –‘dad a Dios lo que es de Dios y al cesar lo que es del cesar’- dice el Evangelio.

 

La herida que no logró cerrar: los abusos sexuales

Uno de los temas más difíciles de su pontificado fue el manejo de los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia. Francisco tomó medidas importantes, como establecer nuevas normas para investigar a obispos que encubrían abusadores. Pero las críticas no desaparecieron.

Muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia, sintieron que todavía faltaba transparencia y justicia. En algunos casos, el Papa tardó en actuar, o respaldó a personas cuestionadas. Este asunto fue una herida abierta que afectó la credibilidad de toda la institución.

 

Un Papa que dividió y movilizó

Francisco fue, sin duda, un Papa diferente. Algunos lo vieron como un reformador valiente que puso a la Iglesia en sintonía con el mundo actual. Otros lo acusaron de debilitar tradiciones y provocar divisiones. Su forma de gobernar, a veces solitaria y directa, también generó tensiones entre cardenales y obispos.

Sin embargo, nadie puede negar que sacudió las estructuras. Devolvió al papado una fuerza que parecía perdida, no por poder, sino por autoridad moral. Hizo que millones volvieran a mirar a la Iglesia, no como una institución fría, sino como un lugar donde aún era posible hablar de justicia, compasión y esperanza.

 

¿Y ahora, qué?

Tras su fallecimiento muchos se preguntarán si habrá una permanencia de su legado. ¿Se mantendrán sus reformas? ¿O volverá la Iglesia a sus antiguas formas una vez que él se ha ido? Las respuestas aún no están claras. Pero lo que sí es seguro es que el legado de Francisco seguirá siendo tema de discusión por mucho tiempo.

Francisco fue un Papa que intentó cambiar la Iglesia desde dentro, con gestos concretos, palabras simples y una visión de la Iglesia abierta, cercana y solidaria. No todo lo logró. Encontró obstáculos, resistencias y cometió errores. Pero fue, ante todo, un líder que no tuvo miedo de intentarlo.

 

Nuevo Papa

Tras entregar mi artículo para edición, se ha producido el nombramiento del nuevo Papa. La Iglesia parece quiere dar continuidad al papado de Francisco con un sacerdote misionero, muy ligado con Hispanoamérica aunque el primero de origen estadounidense. Lamentablemente pesan sobre él acusaciones de tibieza al tratar con delitos de abusos sexuales. La lacra no termina de ser superada ¿Sería permitir el matrimonio, como ya hacen otras denominaciones cristianas, la solución?

 

Gonzalo Fernández

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Gonzalo Fernández

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