La sociedad española tocó el final de ETA cuando observó con horror el zulo en el que los asesinos habían enterrado en vida, quinientos treinta y dos días, a José Antonio Ortega Lara. Este español nada hizo y solo por el hecho de serlo había que aniquilarlo como todas las demás víctimas de este grupo de alimañas de ultraizquierda. Sembraron huérfanos, viudas, padres sin hijos, y ansiaban la fractura de nuestra nación, esa es su maldita obra. Por eso no puedo soportar ver de nuevo como una de esas hijas de Caín sale de prisión hace tan solo unos días y sube a la moto de su libertad mientras los nichos y las tumbas de los cementerios están llenos de sus víctimas. Veinte años de aquel día en que de nuevo la Guardia Civil, en cumplimiento de su deber, sirvió al conjunto de la ciudadanía liberando no solo a Ortega Lara sino a España entera del terror etarra. Así se describía el zulo: "Esta sala, muy fría y húmeda, permitía ver de primera mano el esqueleto metálico que soportaba la estructura del lugar. Los terroristas la habían decorado, en su macabro delirio, con un cartel de varios surfistas y una imagen de la Playa de la Concha cubierta de nieve. Ambas estaban corroídas por los hongos. Las paredes estaban llenas de mugre y de flora debido de la humedad que producía la cercanía del río Deba. En la pared también había un ventilador, utilizado para remover el aire, y un halógeno, encendido de manera permanente, junto a una cortinilla negra que corrida sobre el mismo marcaba la noche. En uno de los lados, una pared con una puerta, una mesa y una trampilla para que los terroristas pasaran los alimentos a los cautivos. El tamaño de la sala era tan reducida que una persona de envergadura normal podría tocar casi ambas paredes con poner sus brazo en forma de cruz". Piense que fue este funcionario de prisiones pero pudo ser usted. Quien mata no tiene ideales, quien secuestra no es libertador. No nos engañaron entonces pero hoy, quienes aún justifican a la sanguinaria ETA solo les ciega ese color. Por eso iniciativas como la que el viernes anunciaba el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que el Gobierno tiene la intención de incluir en el ámbito educativo una unidad didáctica con libros de texto que contengan valores contra el terrorismo y que cuente con testimonio de las víctimas siempre son bien recibidas. Nunca podré olvidar esa imagen de un secuestrado como Ortega con la mirada perdida cuando iba rodeado de la Benemérita camino de su hogar o ya en su ventana junto a su mujer e hijo. Igual que los campos de exterminio nazi son visitados debería de serlo el zulo donde fue confinado José Antonio Ortega, que hoy permanece cubierto de hormigón. Esto no pondrá olvido en una sociedad injustamente azotada por el terror que ha aprendido con madurez a crecer con la dignidad de una nación antigua. Un día de Julio de 1.997 el pueblo español se hizo fuerte frente a esta panda de asesinos y dimos ejemplo ante el mundo.
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Ortega o el fin de ETA
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