Muchos de aquellos paisanos melillenses que lean este escrito van a recordar con nostalgia aquella época, fueron dos décadas menos 7 meses los vividos por el que suscribe en Melilla. No obstante mis recuerdos se agolpan y brotan con energía y alegría cuando echo mano de ellos. Fue una época muy familiar, de vecindad de muchas familias donde nuestros padres se sentaban en corrillo en las puertas de las casas, por las tardes y noches, mientras los “zagalillos, chavales o chinorris” disfrutábamos con decenas de juegos que sobre todo eran de “barakalofi” (perdón si lo he escrito mal) sin distinción de raza ni color todos éramos amiguetes del barrio. Echábamos nuestros partidotes de fútbol, mi calle, la que ahora es Río Segura (Monte Mª Cristina) era una de nuestras preferidas, aunque muchas veces iba el balón al barranco de entonces o se lo quedaba la señora Rosario si la “colábamos” en su azotea, hasta el día siguiente no nos la devolvía (ella y Miguel solo tuvieron una hija, hijo no, si lo hubiese tenido quizás su comprensión hubiese sido distinta). En otras ocasiones nuestro terreno de juego en partidos “algo más serios” contra otras barriadas (Las Canteras o Ataque Seco) se disputaban bien en la explanada frente a la puerta d entrada al cementerio, ó en la cuesta de “la Cañada” (arriba de C/Castelar) junto a los eucaliptos cercanos. Esos partidos en muchas ocasiones acaban con “guerrillas a pedradas” donde los de Ataque Seco llevaban las de ganar porque dominaban en su retirada desde su posición privilegiada desde arriba.
Otros juegos menos “peligrosos” eran el salto de “piola” (al coger el rojo me quedé cojo y al coger el blanco me quedé manco), “al abejorro”, “pico, zorro, tiene”, “las cuatro esquina”, “al pañuelo”, “las prendesitas”, “las chapas, trompo, al escondite”. Bueno. un sin fin de juegos ya conocidos y otros que nos inventábamos echándole mucha imaginación, no teníamos ordenador en casa (no existía), tuve una máquina de escribir, Olimpia con 15 años cuando aprendí a escribir a máquina en una academia cercana al Mantelete y me duró “la tira” con su cinta negra y roja. Tampoco teníamos ni conocíamos todo los artilugios y aparatos modernos de todo tipo que se utilizan ahora (casi todos con nombrecitos en inglés, tiene “güevos” la cosa).
Ya en edad más bien juvenil, nuestro ocio en Melilla eran los bailes en el Club de la Juventud, en el Casino de la Avenida, en la Hípica o en el Hornabeque (Melilla la Vieja) y guateques caseros, hoy aquí, y el próximo domingo en otra casa, algunos amigos disponían de sitio y los montábamos de un sábado para un domingo, invitando a chicas que en ocasiones ni conocíamos, simplemente durante nuestros paseos habituales Avenida abajo y Avenida arriba (otrora del Generalísimo, Caudillo de todos los ejércitos y “salvador de la Patria por la gracia de Dios” D. Francisco Franco Bahamonde), antes llamada de Alfonso XIII (yo no la conocí así) y después del gran dictador, llamada Avenida Juan Carlos I (tampoco así la conocí), ¿Le volverán a cambiar el nombre y la denominarán de Felipe VI?, tendría su lógica ya que siempre por lo visto ha llevado el nombre del Jefe del Estado. Todo menos anular el nombre de Napoleón a cierta calle melillense, como muy bien y con todo tipo de argumentos válidos pide y seguirá exigiendo nuestro paisano y buen amigo Juan Aranda. Sr. Imbroda ¡Basta ya de homenajes inmerecidos a dictadores, masacradotes e invasores!
No se que me ocurre, que siempre, “algo”, me incita a salirme de la tangente o del tema central que estaba argumentando. Iba por la Avenida, esa querida avenida se llamase como se llamase, para nosotros, en esos años 50/60, era simplemente la Avenida y punto. Como decía, allí acordábamos un posible guateque para algún domingo por la tarde y miradita va, miradita viene a grupitos de amigas paseantes también, algunas aceptaban nuestra invitación y “cita guatequera”. Nuestro amigo Pedro Guevara, hijo de Don Pedro Guevara también (e.p.d.) dueño del Bar la Vela en C/ Gran Capitán (hablando de nombres de calles, este no se quién era), en la azotea de su casa disponía de una gran habitación y allí lo pasábamos de maravillas. Cubatas de ginebra “garrafona” con Fanta, también Kit naranja y limón, Coca Cola, Petsi, aquel tocadiscos y piezas de los conjuntos y cantantes de la época, discos en su mayoría “regalo de Fundador”, en ocasiones, las chicas traían también sus discos preferidos. Allí nos juntábamos un buen grupo de amigos y amigas, entre ellos, como he dicho antes Pedro Guevara, Paco López (que trabajaba en Rosita), Enrique Suárez (trabajaba en Mutua Melillense), Carlos Belmonte, Juan Manresa que fue cartero conmigo en Castellón (e.p.d.) y chicas algunas conocidas que repetían y otras invitadas ocasionalmente.
Otro tipo de ocio muy común entre los melillenses de toda época ¿cómo no?, nuestros bares y cafeterías, unos pocos restaurantes quedaban más para familias y amigos con más “posibles” en aquellos años, cosa que en mi entorno no solía ocurrir. Si era verano, nuestras playas, los cortaos, agarraeros y playitas colindantes también era cita obligada por las mañanas o incluso para pasar el día (toda esa zona muy modificada por lo que veo en fotos y videos).
Cuando jugaba en casa, también era citas obligada acudir al estadio Álvarez Claro para ver a nuestro Melilla C.F. (ahora U.D.) ¡Atatataó, Atatataó, a la bin, a la ban, a la bin bon ba, Melilla, Melilla y nadie más! Era nuestra forma de animar, sobre todo, poníamos más énfasis si eran Ceuta y Málaga nuestros rivales. Juan o Juanito Villanueva tenía un buen vozarrón y era único animando (Juanleño le llamábamos cuando jóvenes), buen muchacho, creo que era unos tres o cuatro años mayor que yo, vecino de mi barrio, de calzados Villanueva en C/ Margallo, dueños de los cines Goya y Perelló, incluso creo que de una pastelería junto a ese cine, también fue como mis hermanos mayores policía armada (P.N. ahora), aprovecho para saludarlo con agrado si me lee. Por cierto, cuando veo fotos actuales de los partidos de la U.D. Melilla me da mucha pena ver esas gradas de sol en general casi siempre vacías, allí era nuestra cita mayormente, había en ella una zona central para socios, que también existía en tribuna. Para “hacer bulto” (con perdón) leo en M. Hoy que la Directiva tiene por costumbre invitar a muchos partidos a inmigrantes del CETI, buena idea, no se si lo hacen, pero, también sería acertado invitar a escolares para ir creando esa afición de futuro, pues la actual la veo bastante “alicaída”.
También íbamos al cine, eso sí, primero una cañita o vinito, su buena tapa y si el bolsillo lo permitía, en ocasiones, antes o después del “filme”, medio e incluso un bocadillo entero, en Solís (atún con tomate nuestro preferido), en la Cave (uno de calamares con papas) o en La Flor de Melilla (uno estupendo de anchoas naturales, con ajitos), este último más bien después del cine, caso contrario, en aquellas últimas filas “peligraban los besos” a nuestra acompañante femenina (aunque después del ajo, un buen chicle Bazooka mentolado, rebajaba el “efluvio ajeril”). Buenos estrenos en el Nacional y Monumental, los más céntricos, otro más cercano era el Avenida cercano al Hospital de la Cruz Roja y a aquella Cruz franquista/falangista de los Caídos, donde nos llevaban a cantar el “Cara al Sol” a los colegiales (espero haya desaparecido, lo desconozco). En Goya, Alhambra y uno que no recuerdo el nombre (puede que fuese Victoria) allá por el barrio Calvo Sotelo, las películas eran más tipo casi siempre de Oeste, el Zorro, cómicas españolas o de las folclóricas de entonces y el Perelló que lo he dejado el último, leo que aun existe y no se si será el único actualmente, allí también daban buenas películas, de estreno la mayoría. Recuerdo a un acomodador muy famoso entonces que se llamaba o llamábamos “Jarrillo”, era un hombre “duro”, con todos mis respetos a su persona, se producían muchas broncas en el cine y este buen hombre se multiplicaba linterna en ristre para mantener el orden, también ocurría en otros cines, esos aplausos y patadas en las tarimas de madera cuando vencía el héroe o cuando el beso final de los protagonistas (si no lo habían censurado, muchas películas nos las metían con cortes, las extranjeras especialmente, las españolas ya las cortaban durante el rodaje, era la época en la cuál los que censuraban acudían a Biarritz para “soslayarse” a escondidas “los muy pudientes”).
Aquí lo dejo y espero que haya merecido la pena haber recordado esos momentos que muchos de nuestra edad, más o menos, hemos vivido en nuestra MELILLA de antaño.
(SON DOS FOTOS VERTICALES)
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