El sol acompañó a los melillenses en la celebración de la festividad de Todos los Santos, una tradición que se niega a desaparecer a pesar de modas que siguen calando en la sociedad como Halloween. Aunque acceder al Cementerio de la Purísima Concepción se convirtió en una tarea a veces complicada para las personas con problemas de movilidad por las obras que se vienen realizando junto a la entrada, cientos de melillenses de todas las edades, de forma escalonada, cumplieron con la tradición. El bullicio de la calle, con el ruido del tráfico y las conversaciones de los visitantes y los comentarios en las colas en los puestos de flores, en el interior del camposanto reinaba la tranquilidad de siempre. El sol acompañó a los melillenses en la celebración de la festividad de Todos los Santos, una tradición que se niega a desaparecer a pesar de modas que siguen calando en la sociedad como Halloween. Aunque acceder al Cementerio de la Purísima Concepción se convirtió en una tarea a veces complicada para las personas con problemas de movilidad por las obras que se vienen realizando junto a la entrada, cientos de melillenses de todas las edades, de forma escalonada, cumplieron con la tradición. El bullicio de la calle, con el ruido del tráfico y las conversaciones de los visitantes y los comentarios en las colas en los puestos de flores, en el interior del camposanto reinaba la tranquilidad de siempre.
La festividad de Todos los Santos se desarrolló sin incidentes y para ello, un equipo de limpieza y mantenimiento, se dedicó a resolver cualquier incidencia. En la oficina del recinto, en la que se encuentra Mariano Carralero, su administrador, recibió decenas de visitas de personas interesadas en conocer la ubicación concreta de la sepultura de algún amigo o familiar.
Todos los santos
En el interior de un camposanto con 129 años de historia, las familias melillenses acudieron a la cita de Todos los Santos compartiendo recuerdos, a veces en silencio, delante de la sepultura del ser que les dejó. Después, a recorrer los sepulcros de amigos y vecinos, los majestuosos pabellones militares y la tumba del 'Soldado de los Milagros', en la que dejar un ramo de flores.
En torno a Todos los Santos existen o al menos existían, toda una serie de tradiciones que corren el riesgo de desaparecer. Una de las costumbres era la de cambiar las sábanas o hacer la cama antes del mediodía para que los difuntos pudieran descansar cuando 'volvían' a sus hogares ese día. También se decía que en la noche prevía se podían producir apariciones, en calles y veredas de ánimas iluminadas por faroles.
En esta festividad no faltaban las castañas, los boniatos asados y los huesos de santo que aún se venden en pastelerías.
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