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Morir, no es perder la vida

No hay muerte. Hay retorno. El ataúd de ayer, será una cuna hoy. El poderoso que fue, será mendigo, pues su poder, tan solo fue una apariencia y no un contenido. El suicida tal vez nazca perfecto, pensando en todo aquello que dejo en su camino. La víctima, quizás no sea verdugo, pues como dijo Juan XXIII:"la venganza Señor, es solo Tuya". Y El no se venga. El instruye. Enseña. Justifica. Sobre todo, enaltece. El que robo un manto, nacerá de nuevo, para poder entregar también la capa. El que fue misericordioso, volverá para recibir misericordias, y el que lloro, volverá para dar consuelos. No hay muerte. Solo hay camino, verdad y vida. Pues la verdad no está perdida, sino alejada, y al encontrarla, nos llevara a la vida. Ese será el camino. Estamos muertos, pero en añoranzas por la vida. Por eso somos muertos, vivos. Porque la vida fue en nosotros y la perdimos. No por voluntad, sino por engaño. Y la muerte, es la imagen de ese engaño. El que tuvo mucho, volverá de nuevo a recoger un poco. Y el que entrego su vida por otro, dejara una tumba vacía. El héroe nacerá cobarde, y el cobarde le dará su valentia. Aquellos que tienen hambre y sed de justicia, serán jueces, para paliar el hambre y la sed. Los locos, recobraran la razón a la luz de las estrellas. El que maldijo, será bendecido, y aquel que bendijo, tendrá que explicar porque lo hizo. Aquel que asesino, vendrá de nuevo para salvar vidas, y el bueno aprenderá del malo, porque el bien y el mal, son semejantes. El que tiene caridad, volverá otra vez a depender de ella. El rico añorara la pobreza y el pobre tendrá riqueza, para que la añoranza deje de serlo. No somos lo que somos, sino lo que fuimos. En esa valoración, la muerte se diluye. Y solo nos alienta el vacio de la vida. Volvemos para llenarlo, y siempre se derrama. Y seguimos volviendo, aunque el olvido sea la única compaña. No tenemos memoria, nos la dan al regreso. Pero siempre a estrenar. Como el viajero que vuelve, que no tiene otro tiempo que aquel de su llegada. Porque su ausencia no tuvo fechas…Tan solo lo inamovible nos acompaña. El que tuvo fe, dirá porque la tuvo, y aquel que negó todo, el Todo lo afirmara a el. Cuando llega la muerte, la vida le acompaña. Son hermanas gemelas, que buscan el olvido. El hombre siempre ausente, la mira desde lejos. Y hace de su figura, una estatua de sal. Tan solo el aire coge su suspiro callado, llevándolo de nuevo a lo nuevo de siempre, mientras lo viejo calla y aleja a la esperanza. El que busco a Dios dándolo todo, lo encontrara incompleto. Y aquel que sin buscarlo no puso nada, Dios lo encontrara a el. Nunca estuvimos estando. Nunca vivimos vivos. Nunca morimos muertos. Nunca tuvimos tiempo. Somos más que el olvido al no tener memoria. Somos de siempre, somos, al no tener historia…

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Morir, no es perder la vida

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