La Semana. MH, 02/12/2024
Por: J.B.
La definición (en su acepción tercera), según la RAE (Real Academia Española), de encrucijada es: Situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir. Son sinónimos de encrucijada: brete, apuro, dilema, disyuntiva o papeleta.
Voy a explicar la historia de tres negocios cuya evolución fue diferente (en dos casos mala y en uno buena) en los últimos 40 años: Se trata de Cinebank, Blockbuster y Netflix.
En el dinámico mundo del entretenimiento en casa, pocas historias son tan reveladoras de los cambios en las preferencias del consumidor como las trayectorias de Cinebank, Blockbuster y Netflix. Cada uno representa una etapa distinta en la forma en que accedemos a películas y series, y su evolución refleja el impacto de la tecnología y la adaptación empresarial.
Melilla, los melillenses y nuestros políticos locales y nacionales (aunque de estos últimos poco se puede esperar mientras siga Pinocho Sanchez en la Moncloa) debemos innovar/cambiar.
Cinebank fue un fenómeno especialmente popular en Europa, incluyendo España, donde sus máquinas de alquiler automático democratizaron el acceso a las películas. Su modelo de negocio combinaba la conveniencia del autoservicio con el encanto de la proximidad. No había necesidad de interactuar con el personal. Las máquinas estaban disponibles, 24 horas durante los 7 días de la semana, en ubicaciones estratégicas como gasolineras y supermercados.
Sin embargo, el éxito de Cinebank fue efímero. Su dependencia de formatos físicos (DVD y Blu-ray) y su falta de capacidad para reinventarse con la llegada del streaming marcaron su declive. La infraestructura limitada y los costes de mantenimiento tampoco ayudaron en su batalla contra los cambios tecnológicos.
Blockbuster, nacido en los Estados Unidos, simbolizó la era dorada del alquiler de vídeos durante los años 90. Con miles de tiendas en todo el mundo, era un lugar emblemático para las familias que buscaban entretenimiento para el fin de semana. Sin embargo, Blockbuster no pudo leer correctamente el mercado cuando Netflix apareció en escena con su servicio de alquiler por correo y, más tarde, el streaming.
Blockbuster tuvo la oportunidad de adquirir Netflix en 2000 por 50 millones de dólares, pero desestimó la propuesta, calificando el modelo de Netflix como poco viable. Con el tiempo, la incapacidad de adaptarse al streaming, los costes operativos elevados y la aparición de competidores más ágiles precipitaron su colapso. En 2010, Blockbuster se declaró en bancarrota.
Netflix comenzó como una empresa de alquiler de DVD por correo en 1997. Su verdadero punto de inflexión llegó en 2007, cuando la compañía lanzó su servicio de streaming. Al eliminar por completo la necesidad de soportes físicos y apostar por un modelo basado en suscripciones, Netflix marcó un antes y un después en la industria.
Además, Netflix no solo lideró la transición hacia el streaming, sino que innovó en la creación de contenido original. Con éxitos como House of Cards y Stranger Things, la empresa demostró que podía competir directamente con los estudios de cine y televisión tradicionales.
Hoy, Netflix opera en más de 190 países, tiene más de 230 millones de suscriptores y sigue ampliando su propuesta con videojuegos, experiencias interactivas y películas de gran presupuesto.
Algo parecido a lo que les ocurrió a Cinebank o Blockbuster le puede pasar a Melilla: si no se adapta, puede desaparecer
La historia de estas tres empresas revela una verdad fundamental: en la industria del entretenimiento, el que no se adapta, desaparece. Cinebank y Blockbuster se aferraron demasiado tiempo a los modelos físicos, mientras que Netflix demostró una capacidad sin precedentes para reinventarse.
Innovar no es solo una ventaja competitiva, es una cuestión de supervivencia.
Algo parecido a lo que les ocurrió a Cinebank o Blockbuster le puede pasar a Melilla: si no se adapta, puede desaparecer.
Nuestra ciudad está en una encrucijada (como antes lo estuvieron Cinebank, Blockbuster o Netflix) y los que nos dirigen no tienen claro el camino a seguir. Estamos ante un dilema o disyuntiva que, como ocurrió con las compañías antes citadas, nos puede hacer más fuertes (como pasó con Netflix) o más débiles o inexistentes (como les pasó a Blockbuster o Cinebnak).
Melilla, los melillenses y nuestros políticos locales y nacionales (aunque de estos últimos poco se puede esperar mientras siga Pinocho Sanchez en la Moncloa) debemos innovar/cambiar. Nuestro modelo no puede depender nunca más de si Marruecos abre o cierra la frontera.
Debemos luchar por entrar en la UAE (Unión Aduanera Europea) manteniendo nuestras ventajas fiscales (no será fácil, pero si no se intenta no se puede conseguir). Solo se podrá hacer si presionamos a nuestros políticos locales para que se pongan las pilas y a su vez estos luchen en Madrid y Europa por ello.
Dejar de pensar en Marruecos como una solución y entrar en la UAE es una cuestión de supervivencia para Melilla.
Estas son algunas de las ventajas, para Melilla, de la entrada en la UAE:
Dejar de pensar en Marruecos como una solución y entrar en la UAE es una cuestión de supervivencia para Melilla. Debemos, por nuestro bien, ser capaces de superar la encrucijada en la que está nuestra querida ciudad.
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Melilla está en una encrucijada vital para su subsistencia
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