Naturalmente. – ¿Por qué?… ¿Por qué Melilla es española? Ya sé lo que me vas a decir. Por la historia de 1497… Estopiñán… etc…
No solo por eso. Melilla es algo más que, una conquista… Mucho más… La conquista tuvo su momento, pero después, se han ido macerando muchas vidas que han originado una razón mucho más profunda y valiosa, que un simple dato histórico.
¿Y es ahí donde reside su españolidad? Según tu.
Naturalmente. Una españolidad, que está cimentada no en un libro, sino en la propia vida. Una ciudad que se ha hecho a golpe de trabajo, sangre, ilusiones y esperanzas… Eso no está escrito. Está vivido. Y como está formada y fortalecida en eso, pues, ha tenido que compartir la vida.
No te entiendo.
Es sencillo. Vivir, no es encerrarse entre cuatro paredes. Vivir lleva consigo, la convivencia. O sea, compartir la vida. Porque la vida, si no se comparte, se anquilosa y acaba por destruirse.
¿Convivir?
Si. Convivir. Esa es la alta vocación hispana que tiene esta ciudad. Por que digan lo que digan, España, siempre ha sido una madre para muchos.
Yo estoy de acuerdo con eso de convivir. Pero hay que procurar que esa convivencia, no destruya aquello que la origina. Porque vamos camino de eso.
Esa es la idea que tienen algunos. Pero eso no es así.
No es solo idea. Es una realidad que se palpa a diario. ¡No me vengas con historias!.
Historias, son esas que cuentan algunos pesimistas, pero la realidad, es otra.
¿Otra?
Si, ten en cuenta, que Melilla, es una ciudad, que está construida, más allá de la geografía. Más allá del mapa y de los límites terrenales. Su construcción está basada en una idea. En un deseo. Una razón. Y esa razón, es, la que hoy pide razones, para seguir ampliando su vida y ejerciendo su derecho propio. Derecho que no nace de un criterio personal, sino de una necesidad humana y divina. Más allá de los criterios políticos y territoriales, se alzan indetenibles, los afanes y las creencias de lo humano en el tiempo. Y eso no se puede detener. Tan solo, se puede convivir.
Me parece muy bien todo el sermón que me has echado; pero yo te digo una cosa. La calle es la que canta… Y no tus bonitas palabras. ¿Convivir?… Me parece muy bien. Pero te repito, que esa convivencia que tú dices, NO DESTRUYA LA VIDA QUE LE DIO ORIGEN… Y eso reclama y espera no solo palabras, sino gobiernos. ¡Gobiernos!…