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Sr. Ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad: Hemos tenido noticia de que usted nos va deleitar con su presencia en el día de hoy, en la histórica ciudad de Melilla; lamentablemente no vamos a tener la oportunidad de expresarle directamente (porque usted así lo ha decidido) el inmenso hastío que tanto profesionales como usuarios de la sanidad melillense tenemos, desde hace ya demasiado tiempo.
Seguro que le habrán preparado una visita estupenda y se hará fotos fantásticas con gente sonriendo alrededor (claro, para eso nosotros no servimos ya que sonreír, sonreímos poco: las circunstancias no lo permiten); desafortunadamente ninguno de ellos le va a contar la verdad de la sanidad melillense; aunque nosotros lo hemos hecho, tanto verbalmente, como por escrito, a diferentes subordinados suyos, no queríamos dejar de pasar la oportunidad, no de contarle todo (es imposible en una nota de prensa), pero sí de recordarle unas cuantas pinceladas, por si en el fondo le interesase.
En las Comunidades Autónomas al asumir, en 2002, las competencias en Sanidad con la desaparición del antiguo INSALUD, la mejora en la calidad de atención a sus ciudadanos fue un hecho motivado por un incremento de los recursos invertidos. Por desgracia, en Melilla, no ha existido desde aquel año un incremento similar de los recursos asignados por parte de la Administración Central del Estado a través del INGESA, a pesar del notable incremento demográfico experimentado en los últimos años, así como las circunstancias propias de la ciudad y su entorno próximo. Los problemas que tienen la sanidad pública melillense no terminan de solucionarse a pesar de los múltiples parches con los que se intentan solventar y que al final terminan enquistándose.
Nos encontramos con una Atención Especializada ubicada en un Hospital Comarcal diseñado a mediados de los años ochenta del siglo pasado, con recursos humanos y técnicos muy deficientes para volumen de la atención prestada y la complejidad de la misma en muchos casos. No debemos olvidar que somos una isla desde el punto de vista sanitario, que no tenemos un hospital de referencia cercano, que por este motivo necesitamos más recursos que cualquier hospital comarcal peninsular. Las plantillas de personal médico y del resto de categorías son en muchos casos insuficientes, haciéndose posible una actividad asistencial, sólo por el esfuerzo de los profesionales en unas instalaciones masificadas e inadecuadas para el siglo XXI. Mención especial es la dificultad existente para atraer médicos especialistas de diferentes disciplinas, como consecuencia de una política sanitaria ineficaz que no incentiva al profesional por establecerse en Melilla, a diferencia de otros países de la Unión Europea, que han arbitrado diferentes modelos de incentivación en sus territorios de difícil cobertura. No debemos olvidar que, Melilla registra la tasa más baja de médico por mil habitantes en 2015 de toda España según el INE.
No consideramos que el futuro Hospital Universitario venga a paliar todos los déficits crónicos que tiene la sanidad en Melilla, pero que al menos, en la medida de lo posible, la mayor parte de ellos se solventen de una vez y contribuyan a mejorar la atención sanitaria de la población. Por lo cual la Administración Sanitaria debe acelerar de forma urgente el reinicio de las obras. Disfrutamos de unas instalaciones tercermundistas, y no sólo en el hospital, en las que nos da vergüenza muchas veces atender a los pacientes; ver gente enferma hacinada en Urgencias, de cualquier forma, incluyendo niños enfermos, cualquier madrugada, es algo que, indefectiblemente afecta a nuestro cerebro y nuestra mente. En los 4 años de su gobierno (bien es cierto que usted dirige el ministerio desde hace menos), hemos contemplado cómo paralizaban las obras del nuevo hospital universitario, sin tomar ninguna actitud, al menos, para ampliar y reformar el obsoleto hospital comarcal de Melilla. Cuando acudimos a cursos en cualquier lugar de España, incluyendo Madrid, vemos decenas de hospitales nuevos, flamantes, impecables (muchos de ellos innecesarios) y entonces pensamos ¿El ministro piensa que los melillenses (médicos, sanitarios y pacientes) somos españoles de tercera división?
Tenemos unas carencias de recursos técnicos alarmante; sin embargo, cuando acudimos a cualquier hospital español peninsular, observamos cómo disfrutan de todos los avances tecnológicos, mientras que, en ocasiones, en las plantas del Hospital, resulta difícil encontrar un tensiómetro que funcione sin fallos y entonces pensamos ¿El ministro piensa que los melillenses (médicos, sanitarios y pacientes) somos españoles de tercera división? Presentamos grandes carencias de recursos humanos en Primaria: médicos de Primaria, con cupos cercanos a los 1.800 pacientes, pediatras con cupos cercanos a los 1.500 pacientes, teniendo en cuenta que muchos pacientes no hablan castellano y están en situación de exclusión social, lo que les hace consumir muchos más recursos sanitarios que la población estándar peninsular y entonces pensamos ¿El ministro piensa que los melillenses (médicos, sanitarios y pacientes) somos españoles de tercera división?
Presentamos grandes carencias en atención especializada, con especialistas viendo pacientes cada 5 minutos (no da tiempo ni a que se abran los programas informáticos que, a pesar del esfuerzo ímprobo de los compañeros del Servicio de Informática, son terriblemente lentos y dejan de funcionar con frecuencia); sin embargo, cuando presenciamos cómo funcionan estas especialidades en la Península, con subespecialidades flamantes, tiempos de consulta de 25-30-45 minutos por paciente, pensamos ¿El ministro piensa que es posible diagnosticar algo en 5 minutos?
La falta de camas hospitalarias (no están operativas todas las del hospital), sumado a las camas que utilizan los pacientes extranjeros, hace que, en realidad, contemos con un índice de camas por habitante cercano a 1.2 por 1000 (en la península la cifra es 3.2 por mil habitantes); eso limita mucho la capacidad de ingreso hospitalario, lo que produce un estrés innecesario no sólo al paciente, sino al médico responsable de alta; ello nos hace pensar ¿al ministro le parece bien que nuestro índice de camas sea similar a los de las países subdesarrollados de América y África?
Todo lo anterior, sumado a otros problemas, origina un mal clima de trabajo que hace irrespirable el ambiente. Esto origina, junto al precio de la vivienda , los transportes caros y la falta absoluta de desarrollo profesional, que los médicos huyan a la primera de cambio de Melilla, quedando aquí sólo aquellos que, por motivos familiares, debemos seguir aquí, a costa de nuestra salud; ello nos hace pensar ¿El ministro quiere que nos vayamos todos?
Todo esto, con ser importante, no es lo más grave; asumir que la Sanidad peninsular goza de más medios que la norteafricana es difícil de aceptar, porque supone una discriminación lamentable, pero lo peor es que Melilla está discriminada con respecto a Ceuta, de forma vergonzante. Melilla, a pesar de tener un volumen asistencial superior a Ceuta, dispone de varios miles de metros cuadrados menos de instalaciones sanitarias. Melilla, a pesar de tener un volumen asistencial superior a Ceuta, cuenta con cerca de 40 médicos menos en el área (casi 100 colegiados menos). Melilla, a pesar de tener un volumen asistencial superior a Ceuta, cuenta con 80 camas menos de hospitalización, 22 técnicos sanitarios superiores menos, decenas de celadores, administrativos, auxiliares y enfermeros menos. Melilla, a pesar de ser una ciudad española norteafricana, tiene que soportar una presión sanitaria marroquí muy superior a la que soporta Ceuta. El problema, pues, no es que el ministerio nos considere a los melillenses (profesionales y usuarios), de tercera división, sino realmente de cuarta.
Seguro que en las escasas semanas que le quedan como ministro de Sanidad, no va a hacer nada (fotos, publirreportajes y declaraciones de intenciones aparte) por mejorar esta crítica situación, pero, al menos, le pedimos que, cuando haga el traspaso de poderes al siguiente (quién sabe, igual a usted mismo), le informe de manera veraz de las graves dificultades por las que pasamos. En cuanto a nosotros no se preocupe, quien más, quien menos, va teniendo una edad y unos por jubilación y otros por traslado, lo más probable es que no quedemos ninguno de esta Directiva, dentro de unos años en Melilla, para regocijo del ministro de turno; ahora bien, Melilla no se merece la actitud que se está teniendo con ella; sepa que, en el primer cuarto del siglo XX, Melilla era puntera en España desde el punto de vista sanitario y, sin embargo, 100 años más tarde, somos el vagón de cola, a muchos kilómetros de distancia del penúltimo y eso, Sr Ministro, no es responsabilidad de esta Asociación Profesional y Sindical, sino del Ministerio que usted actualmente dirige.
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