Motril es un destino tranquilo, perfecto para una escapada sin agobios. En cuanto llegas, lo primero que apetece es un paseo por su paseo marítimo, amplio, con chiringuitos y vistas al mar. Las playas de Poniente o Granada son amplias, familiares y menos masificadas que otras zonas del litoral andaluz.
Si quieres combinar mar y montaña, el coche te permitirá llegar en alrededor de una hora a pueblos como Pampaneira, Bubión o Capileira, que parecen sacados de una postal. Casas blancas, fuentes, calles empedradas y productos locales como el queso o el jamón convierten el paseo en una experiencia auténtica.
Otra alternativa más cerca de Motril es visitar Salobreña, con su castillo árabe en lo alto de una colina y un centro histórico perfecto para fotografiar. Para quienes prefieren el plan tranquilo, quedarse en Motril a disfrutar de su gastronomía local —con pescado fresco y tapas generosas— también es una opción redonda.
Almería es ideal si buscas una mezcla de ciudad, historia y naturaleza en una escapada corta. En un solo fin de semana puedes visitar la Alcazaba, una impresionante fortaleza que domina la ciudad, recorrer las callejuelas del casco antiguo y sentarte en una terraza a disfrutar de una cerveza con tapa, que en Almería suele ser gratis y abundante.
El paseo marítimo del Zapillo es perfecto para una caminata junto al mar o incluso para darse un baño si el tiempo acompaña. Y si tienes coche, el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar está a menos de una hora: allí encontrarás paisajes volcánicos, calas vírgenes como la de Mónsul o Los Genoveses, y pueblos como San José donde comer pescado frente al mar.
Málaga es el destino ideal si lo tuyo es el plan urbano con opciones para todos los gustos. El centro histórico se recorre a pie con facilidad, y en un solo paseo puedes visitar el Museo Picasso, la Catedral, la Alcazaba y terminar en alguna terraza con vistas en la plaza de la Merced.
El castillo de Gibralfaro ofrece una panorámica preciosa del puerto y la ciudad. Si te apetece playa, la Malagueta está a un paso del centro, y es perfecta para un baño o para comer un espeto de sardinas en un chiringuito. Y si lo tuyo son las compras, la calle Larios y el entorno del Soho están llenos de tiendas, galerías y bares con encanto.
Viajar en ferry desde Melilla es una forma cómoda y flexible de conectar con distintos puntos de la península. Cada destino ofrece experiencias distintas, ideales tanto para una escapada como para iniciar un recorrido más amplio por el sur de España.
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