Que iba yo ligero por aquello de la vejiga, subiendo del parking del Supermercado Suma y cuando llegué al último rellano ¡zas!, que algún arquitecto inspector no había tenido en cuenta la altura de doble terrazo del escalón, el que rompía al final la armonía de los escalones y ritmo de mi paso sandunguero, el tropezón desaprensivo fue con la punta de la suela de mi zapato y me llevó de bruces al suelo cuan largo era, mis brazos extendidos y abiertos, la barbilla levantada y el ademán impasible quedó. ¡Que guarrazo me pegué! No sabía si era Spiderman o Superman resbalando por el suelo que ante volé. Mi cabeza quedó cercana al dintel del cortafuegos, mi brazo izquierdo forzado aguantando el apoyo de mi derecha rótula que quedó tocada, tal es así, que me ha durado 17 días. Fue mi intención presentar denuncia, pero como no comprobé la diferencia de altura lo deje para mejor ocasión. Eso sí, recordé que otra vez se me enganchó el tacón en el mismo sitio, lo cual quiere decir que debo de medir la diferencia entre escalones para evitar males mayores y así evitar que jóvenes de 80 años no hagan salto de trampolín. Y es curioso que en el ascensor de este lugar, fue donde empezó aquél mi sincope que me llevó a visitar "agilipo-sado" las UVIs del Comarcal y Carlos Haya, allá por el año 14. Me da la impresión que hubo un "mal de ojo" que quiere no pise el ¡SUMA! Así que, hasta la próxima posturita deportiva.
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