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Manuel de Casas Martínez es hoy una calle real melillense

IN MEMORIAM, Manuel de Casas

Ya han pasado algo más de doce años del fallecimiento de Manuel De Casas Martínez y por fin la ciudad de Melilla hace justicia a una ilusión vivida y entregada al deporte entendido hoy como tal.

Pienso que habrá muchos vecinos de esa calle o en la ciudad que no lo conozcan, bien porque el boxeo no les interese o por la simple razón de lo impuesto. De aquí mi pequeño esbozo o escrito para darle definición razonándolo.
De Casas no sólo fue un buen árbitro de boxeo como se le relaciona en la aprobación de su calle, paradójicamente dentro del barrio de La Libertad; fue algo más, un instructor de vida a través de la educación física como forma de ser, filósofo a contracorriente del esfuerzo en raros años, visionario del ejercicio, ejemplar deportista y una gran persona, amigo de sus amigos, además querido en Melilla. De todo ello no sólo da fe esta parte sino aquellos que le conocieron.
Hijo de esa ciudad y nacido en ella, comprometido en malos años hasta la médula, pudo demostrarlo en sus comienzos dentro del organigrama del ejército en varios campeonatos militares, cuando cientos de jóvenes de todas las provincias españolas servían en nuestra ciudad como equivocadamente se dice. Monitor deportivo en lo civil, judoka, atleta velocista, nadador y halterófilo en sus comienzos; igualmente gimnasta enamorado de Joaquín Blume, montando varios gimnasios y tatamis en la ciudad.
Estudioso del deporte y sus terapias en los sesenta y setenta, recomendó descansos activos y saunas tras el esfuerzo a deportistas, cuando todo ello ni siquiera se hacía a nivel ‘pro’. Todo aquello fue inculcado en nuestra familia (en mi casa la sauna que poseo es parte importante y centro de reunión), a la par de rodearse de grandes personas olvidadas en la época como Margullón o Quevedo con quienes formó el triunvirato de la Federación Melillense de Atletismo en los 70-80. Igualmente, muchas veces tuvo que irse a Madrid a examinarse para ostentar el cargo de juez y secretario de dicha Federación. Paralelamente formó parte de la nómina de profesores del colegio
‘La Salle’, junto al Sr. ‘Mosquera’ para impartir clases de natación como monitores bajo la supervisión siempre del ‘hermano Agustín’. Muchos chavales de la época aprendieron a nadar con él.
Nunca olvidó a los suyos inculcando su buen hacer, enviándome a compartir entrenos con los hermanos Quesada (Olímpicos) a los pinares de ‘Rostrogordo’. Igualmente me puso en manos de D. Mohamed Al-Lal y así pude convertirme (igual que él) en monitor del colegio “La Salle”. Arbitramos miles de pruebas de atletismo en aquella época, cuando no existían carreras populares ni el Triatlón, valga la reseña.
Luego, de manera natural, focalizó todo en el boxeo. Pienso que fue lo natural: Juez internacional y con esas bases, 3000 o más combates dirigidos, jefe de oficiales WBB en ‘El Paso’ (Texas) en Junta Mundial de Boxeo, 3 de agosto de 1999, o lo que es lo mismo ‘Mejor Árbitro-Juez del Mundo’. Atrás quedaron ciudades donde impartió lección: Atlanta, Nueva York, San Petersburgo, Moscú, Dússeldorf, Atenas, Ginebra, París, Lisboa, Zúrich, Poznan, Dormunt, incluida la región de Siberia.
Su agenda por entonces eran: George Foreman, Michael Spinks, José Legrá, Don King, Floyd Patterson, Mohamed Alí, Roy Jones, Enzo Scala, Enrique Soria, Bob Lee, Benedetto Montella, Alez Schultz, Evander Hollyfield, etc…
Culminó con el Madison Square Garden en un combate histórico, de esos que hacen leyenda, como si todo estuviera preparado en su vida para plasmarlo: Arturo Gatti vs. Wilson Rodríguez (se puede ver perfectamente por la web). Luego reconocimientos, como la Medalla de Plata al Mérito Deportivo y posteriormente la de Oro, concedidas por el Consejo de Ministros, con homenaje en la ciudad a cargo de la Selección Española de Boxeo en una recordada velada.
Sin duda alguna, Manolo fue cruz de verdad y jinete de ‘Alcántara’ también a partes iguales, aquel cargado por la muerte. Soñador adelantado a su tiempo y trasgresor del físico empeño. Corazón estucado en la razón, guante que latirá en sus hijos y los hijos de sus hijos. Unas humildes y sabias manos que modelaron esculturas.
Ser De Casas mañana, será más que eso, aquel profesor de Educación Física, tirada nadada diaria de 8000 metros, velada de boxeo o una reunión atlética por la tele. Eso y más…
Manuel de Casas Martínez es hoy una calle real melillense donde poder pasear. Ya descansa en su lugar merecido, pudiendo mirar aquello que siempre soñó, cierto y sin cansarse. Manolo es ya real porque fue y será idea correcta, pensada o física. Nada más.

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