La problemática de los menores extranjeros no acompañados (MENAS) que Melilla sufre desde hace varios años se extiende en otras regiones del país. Según ha informado el diario El Mundo, el barrio de Arturo Soria, en Madrid, vive «atemorizado» porque un grupo de MENAS, procedentes de Melilla y Tánger, «han robado en más de 40 casas de la zona, escalando por tuberías de gas en la fachada de los edificios». El problema es de tal dimensión, que la Comunidad de Madrid, encargada de la tutela de estos chicos, ha pedido ayuda a la Fiscalía. El rotativo nacional explicaba esta semana que a estos jóvenes magrebíes «se les imputan robos en los alrededores del centro comercial de este barrio madrileño, donde agreden a personas mayores para quitarles la cartera o el bolso y sustraen teléfonos móviles a adolescentes». «La Policía Nacional mantiene que la oleada de fechorías se ha desatado a raíz de la llegada de estos chicos «complicados y sin adaptación» al Centro de Adaptación Social y Cultural de Menores no Acompañados de Arturo Soria, dependiente de la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid», añade El Mundo.
Las fuentes de la consejería que cita dicho periódico apuntan que «se trata de menores muy conflictivos y problemáticos y estamos muy preocupados por lo que está pasando. La situación es muy difícil. Esta misma semana vamos a reunirnos con la Fiscalía para pedir su ayuda y estamos en contacto permanente con la Policía».
Dicho organismo ha decidido contratar a mediadores socioculturales que les puedan «ayudar a integrarlos», ya que «estos chicos sólo quieren calle, calle y calle y hacer lo que hacen en Melilla y Tánger». «Sabemos lo que está pasando en el barrio y por eso somos los primeros interesados en denunciar», agrega la Consejería, que quiere que la Policía entre al centro de acogida. Sus responsables, de hecho, buscan en el interior «objetos robados, como móviles y carteras», y se las devuelven a la Policía.
Sin embargo, los funcionarios encargados del centro de menores aseguran que la solución es complicada debido a que gozan de «una gran impunidad y a las pocas horas de ser detenidos vuelven al centro». «Queremos contar con ayuda de los fiscales para que los delitos que cometan los menores tengan consecuencias inmediatamente, ya que cometen robos y no les pasa nada. La semana pasada, tras detener a tres de ellos, se les puso una medida de ingreso en un centro de régimen cerrado y eso nos ayuda para que los demás vean lo que pueda pasar», apuntaron a El Mundo los trabajadores sociales.
La situación que viven ahora en Madrid recuerda a la que sufre Melilla, donde meses atrás hubo algunos robos violentos y motines en el centro de menores de la Purísima protagonizados por una parte de estos jóvenes. También aquí tienen tomados varios parkings de supermercados y aunque de momento no hay constancia de robos, su sola presencia sí intimida a las personas que van solas a comprar y se los encuentran en grandes grupos dentro de los estacionamientos esperando el dinero del carro o pidiendo limosna. Otros, la mayoría de los que viven en la calle, se centran en cambio en su único objetivo, que es colarse en el barco para llegar a Europa como polizones, poniendo en riesgo sus vidas.
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