Por Fernando Vega Gámez (Doctor Cum Laude en Economía)
La frase «una empresa es una máquina de hacer beneficios» se le atribuye a Jeff Bezos, fundador de Amazon y abonado desde hace años a los primeros puestos de la lista Forbes de mayores fortunas del mundo. Es una frase acertada y resume el trabajo de analistas, asesores financieros e inversores, que buscan en las compañías que analizan, recomiendan o invierten capacidad de generación de beneficios a futuro. Tiene sentido, ¿no? La idea de invertir en un negocio debe descansar en el propósito de tener un retorno de dicha inversión. La “creación de valor”, por tanto, debe ser el objetivo irrenunciable de los directivos de compañías que deben rendir cuentas a sus accionistas. De hecho, Bill Gross, el que ha sido considerado el mejor gestor de renta fija del mundo y cofundador de PIMCO, afirma que «tanto desde el punto de vista de las acciones como de los bonos, un inversor quiere ir donde está el crecimiento».
El jueves pasado a las 18:00 horas, con los mercados ya cerrados en Europa, publicó los resultados del 2º trimestre del año la compañía francesa líder global del sector del lujo LVMH, que son las siglas de Louis Vuitton Moët Henessy. La empresa anunció una caída del 9% en ventas en el segundo trimestre, por encima del descenso del 7,8% que esperaba el mercado, lastrada sobre todo por el frenazo del consumo de sus productos en China y Japón, un beneficio operativo (EBITDA) de los seis primeros meses de 9.000 millones, un 15% menos que el año anterior, y un beneficio neto con una caída en el primer semestre del año de un 22%, hasta los 5.698 millones de euros frente a los 7.267 millones de euros obtenidos entre enero y junio del ejercicio anterior.
Sin duda son unos resultados decepcionantes, a pesar de que el mercado los acogiese con una subida de casi el 4% en la jornada del viernes. Y es que la pérdida de la senda del crecimiento de beneficios en los últimos trimestres ha hecho que los inversores hayan hecho caer el precio de los títulos desde los 901 euros que alcanzó la cotización en abril de 2023, hasta los mínimos de finales de junio de este año en los 437€. En dos años la compañía ha perdido la mitad de su valor en bolsa y su Presidente y máximo accionista, Bernard Arnault, ha pasado de ser el hombre más rico del mundo al noveno puesto en la lista Forbes. Pero, además, de ser la empresa más valiosa de Europa y la primera en superar los 500.000 millones de capitalización, ha pasado a quedar fuera del podio bursátil del continente. Su lugar se lo disputan ahora su rival Hermès, el fabricante de Ozempic, Novo Nordisk, y la tecnológica SAP.
¿Dónde están las claves del desmoronamiento de la cotización de LVMH? La primera enseñanza la tenemos en que el mercado solamente está dispuesto a pagar múltiplos altos sobre beneficios por compañías que ofrezcan crecimiento alto, sólido y previsible. LVMH cotizaba hace dos años con un múltiplo muy por encima de 30 veces su beneficio cuando ahora los inversores le otorgan 19 veces, algo que guarda lógica evolución con la evolución de los resultados que la compañía está ofreciendo a sus inversores.
La segunda la tenemos en la incertidumbre que este entorno global plantea a los inversores de todo el planeta y, en concreto, la incertidumbre que genera a las compañías multinacionales con presencia en EEUU sobre el impacto real que finalmente tendrán los aranceles de la Administración Trump. En el caso de las compañías europeas este fin de semana se cerró por fin el acuerdo arancelario, quedando la tasa final en el 15%, frente al 30% que se llegó a plantear en las negociaciones previas. En ese sentido, la directora financiera de LVMH, Cécile Cabanis, consideraba previamente que ese escenario del arancel del 15% sería un “buen resultado”, gracias al poder de fijación de precios que aún conservan muchas marcas del grupo y que Louis Vuitton, su marca estrella, ya dispone de tres fábricas en EEUU y estudia abrir una cuarta en Texas.
Y la tercera y más importante reflexión, recordando esa frase de Jeff Bezos del comienzo de este artículo sobre qué es una empresa, la tenemos en que parece que el objetivo de LVMH ha estado en los últimos tiempos en coleccionar marcas míticas frente a perseguir mucho mayores beneficios para sus accionistas. LVMH es un conglomerado de 76 marcas dentro de cinco grandes sectores del lujo: Moda y Artículos de Cuero (donde destacan marcas como la propia Louis Vuitton, Loewe, Loro Piana, Dior, Fendi o Kenzo), Perfumes y Cosméticos (con marcas como Guerlain, Marc Jacobs o Aqua di Parma), Joyería y Relojes (donde tienen marcas como Bvlgari, Tiffany & Co, De Beers, Hublot o Tag Heuer), Bebidas (con marcas como Dom Perignon, Moet&Chandom, Veuve Clicquot, el Cognac Hennessy, Ruinart, Glenmorangie o la bodega de vino española Numanthia) y Venta Minorista Selectiva (con marcas como Sephora o Le Bon Marche). Pero ya hemos visto como tan magníficas marcas no están aportando crecimiento de beneficios en estos momentos.
De hecho, el martes de la semana pasada anunciaron una nueva operación: la inversión de 800 millones de dólares en Flexjet, la mayor inversión de capital jamás realizada en un proveedor de viajes en jet privado. La compañía se mantendrá independiente del grupo de lujo porque dicha inversión solamente les ha permitido adquirir el 20% del capital de la empresa con sede en Richmond Heights, Ohio, que se valora en unos 4.000 millones de dólares. En esta inversión, la compañía de Arnault sigue la estela del famoso inversor Warren Buffet, que ha reinado indiscutiblemente en el sector de los jets privados desde que adquirió NetJets en 1998. De hecho, en 2023, el difunto Charlie Munger, el escudero y mítico socio de Buffet, declaró a los accionistas en la junta anual de Berkshire Hathaway, su vehículo de inversión, que “NetJets ha sido excepcional y se podría decir que vale tanto como cualquier otra aerolínea actual”. Ojalá sea muy provechoso el recorrido de dicho sector para los intereses de Louis Vuitton.
Pero lo realmente importante es que LVMH encuentre nuevas palancas de crecimiento y, desde luego, que siga proyectando el crecimiento de cada una de las marcas que tiene en su balance.
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