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Los sueños, sueños son

Anoche tuve un sueño, en el que creía que era un ser libre. Paso a contarlo, previa advertencia de que cualquier parecido con la realidad, de haberlo, es pura coincidencia y que, ya despierto, soy consciente de que la realidad, lo que se debe de escribir y de opinar es lo maravillosos que son nuestros gobernantes y nuestros burócratas de todo tipo que, conscientes de que somos borregos y necesitamos que nos guíen, nos castigan y nos enseñan cómo y cuánto hemos de alabarlos, hasta qué punto estamos obligados a contar, sin tregua, sus infinitas bondades e interminables aciertos.
En el sueño -repito, sin parecido alguno con la realidad- una voz de un insigne abogado, juez en excedencia, me decía, comentando unas sentencias judiciales (acertadas, por supuesto) que yo tenía razón, pero que no recurriera en casación al Supremo, porque esos recursos están muy estrechamente tasados, el cauce es muy estrecho y no pasará el trámite de admisión, así que yo decidía no recurrir esas sentencias injustas (es solo un sueño, ya sé que los burócratas jamás se equivocan).

En el sueño el director de un periódico me mandaba una notas sobre los insultos que un par de sujetos, ficticios, nos lanzaban en redes sociales. A uno de esos sujetos ficticios se le conocía como el Piticlín, el otro era un empleado público que empezó ocupando puesto de interino y se jubiló, muchos años después, también como interino. Comprendo ahora, ya despierto, que se quedaron cortos en sus insultos.

En el sueño aparecían unas sentencias condenatorias que parecían una injusticia y que causaban un daño inmenso e inmerecido a un periódico, con el añadido de la rapidez en quitarnos el dinero, perjuicio ilegal causado por el piticlin y por otro vociferante y chulesco individuo enfermo de odio y forrado de dinero, lentitud en devolvernos lo que nos quitan, daños irreparables por unas sentencias injustas, erróneas, de unos Juzgados y de una Audiencia (sin duda justísimas, como comprendí en cuanto me desperté).

Los penúltimos días de Escohotado
Al despertarme, lógicamente terminó mi sueño y, para desconectar de tanto horror y sufrimiento, procedí a releer a Antonio Escohotado, que nos recuerda que el artículo 1 de la Constitución española dice que la libertad es el valor supremo. Luego, siguiendo la lógica aristotélica, lo que hacen algunos jueces quizás no es constitucional. Quizá ocurre que “el mundo se va aborregando, no porque falta agresión, sino porque falta respuesta”, como dice ese genio que fue Escohotado, al que me apresuro citar para que las posibles denuncias y multas se dirijan hacia él, que desafortunadamente para nosotros y afortunadamente para él, ya está muerto.

Le preguntas a Antonio Escohotado por lo políticamente correcto y se va hasta el reflejo condicionado de Pávlov ( “Los penúltimos días de Escohotado”, contados por Ricardo F. Colmenarejo). “Las personas aceptan ser acusadas de crímenes, pero no aceptan de buena gana ser puestos en ridículo, por eso mataron a Sócrates, que no hizo daño a nadie, pero puso en ridículo a muchos”. Siempre políticamente incorrecto, el ex comunista Antonio Escohotado opina sobre la ‘epidemia’, la del covid, que no fue pandemia -pan es ‘todo’, mientras que epi es ‘encima, sobre’- y concluye que lo que hizo el Gobierno de Sánchez “tiene como renta política aumentar el control, que es la lógica interna del poder político”
Él, Escohotado, que se autotitula como “un chalado” (hay que estarlo, para intentar ser libre) propone, en el libro antes mencionado y como algo deseable para España, un Estado a lo Suizo, aún consciente de que “estamos a años luz de ellos, que tienen una mezcla de pragmatismo, austeridad y honradez que nosotros por ahora no podemos ni imaginar… Los suizos son tan honrados que no tienen una maquinaria fiscal de expolio como la que está montada hoy en España u otros países. Si los suizos no tienen la diferencia entre trabajar en A y en B es porque la tarifa de su IRPF es moderada, y en ningún momento piensan que el Estado está esquilmando a los ciudadanos”.
Para Escohotado “La Constitución española fue un churro: en vez de hacer una Constitución federal le dieron la razón a los derrotados en la Guerra Civil, es decir, al resentimiento vasco y al catalán. ¿Qué son las autonomías? “Son los rencores de algunas. Se le está dando cancha a algo que no es más que resentimiento y películas de vencedores y vencidos. Lo único que han hecho es una ampliación salvaje de la clase política, que es la única clase que no tiene razón de ser… Estoy convencido de que esto caerá entero, lo mismo que cayó la Unión Soviética, por desintegración interna colapsará el Estado Autonómico español y se irán a paseo un millón de políticos porque el resto de los españoles les dirán ‘señores, no vamos a pagar más vuestra vida, se acabó, ya la hemos pagado casi cincuenta años, ni un día más’.
Mi propia vida demuestra -concluye Escohotado- que hay más personas interesadas en ser inteligentes e independientes que en escuchar el chasquido del látigo. Esa es nuestra, fundada, esperanza, aunque el quid de la cuestión es pasar del pensamiento a la acción, manifestarse como un ser libre, en vez de asumir como inevitable que se nos trate cual borrego, pensar que los sueños -como decía Calderón de la Barca, “¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Quizás algún día algunos sueños se puedan convertir en realidad.

Posdata
La Comisión Europea lo deja claro: “La Comunidad de Madrid es una de las regiones de Europa en la que mejor se vive. “La calidad de vida que hay es la mejor». ¿Cómo se ha llegado a eso? Bajando los impuestos. ¿Qué hace Sánchez? Subirlos. Resultado: el que los españoles, melillenses muy especialmente incluidos y con el agravante de una burocracia asfixiante, padecemos.

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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