Categorías: Opinión

Los siete eucaliptos que harán oscilar la balanza de las elecciones

Por José Vicente Cobo – Portavoz del Movimiento en Defensa del arbolado de Melilla

A finales del año 2021 y a raíz del desastre medioambiental que supuso acabar arbitrariamente con casi cien árboles en el llamado Talud de Regulares (subida a Batería Jota), surgió un movimiento ciudadano formado por personas libres, sencillas y concienciadas cansadas de ser testigos durante decenios de un trato abusivo, irresponsable, arbitrario e insensible de los árboles de Melilla, los árboles que en definitiva les pertenecen.

Este hartazgo ciudadano motivó lo que más pronto que tarde iría irremediablemente a surgir: un MOVIMIENTO EN DEFENSA DEL ARBOLADO DE MELILLA, el que como su nombre indica fue creado únicamente para proteger, defender, ayudar y cuidar los árboles de la ciudad. En ese momento y sin que fuéramos muy conscientes de lo que se avecinaba descubrimos que la lucha estaba servida, pues no había ya otro camino que el de poner freno a la auto-inmunidad que la Administración se había arrogado desde siempre para quitar, arrancar, podar, talar y en definitiva actuar sobre los árboles a su antojo y sin que nadie les dijera que eso no se puede hacer, que eso no está bien y que eso ya no nos gusta a los ciudadanos.

Pues bien, tras el nacimiento de diversas plataformas en Redes Sociales y tras el indiscutible apoyo de los medios de comunicación fueron muchos los melillenses que se sumaron a esta iniciativa libre y popular, la que con toda razón y justicia medioambiental comenzó a despuntar con fuerza en muy poco tiempo, y que como era esperable, no sorprendió a nadie, todo lo contrario.

En ese momento la ciudadanía, en cierta forma ya madura, empezó a escuchar términos poco acostumbrados en relación a la naturaleza como: SENSIBILIDAD, CONCIENCIACION, CONCIENCIA MEDIOAMBIENTAL, RESPETO, AMOR A LA NATURALEZA etc, los que en un principio no se entendían en su profundidad pero que en muy poco tiempo tambien harían suyos, lo que provocó que se oyeran risas burlonas por los pasillos de la Administración, algo con lo que contábamos y que en ningún momento nos hizo flaquear; tampoco el desprecio hacia un grupo de personas que sólo querían que los árboles fueran respetados y no maltratados.

El Movimiento en Defensa del arbolado de Melilla nació a lo grande, abanderando desde los comienzos un lema sencillo pero muy potente: “CONSTRUIR SIN DESTRUIR”, lo que se entendió a la perfección sin necesidad de muchas explicaciones, pues en definitiva venía a decir que ante el cambio climático en cualquier proyecto en el que hubiera árboles con algún valor, éstos deberían estar siempre en primer lugar y las obras en segundo, básicamente porque los árboles estaban antes y son en muchas ocasiones más necesarios. Lo que siguió causando más risas burlonas.

La lucha entre el Movimiento y la Administración, sobre todo durante 2022, fue dura y sin tregua, pues los actuaciones para con los árboles se sucedieron sin piedad: más podas, más talas, más sustituciones, más trasplantes, más daño; lo que nos obligaba, como no podía ser de otra manera, a ser más “cañeros” en nuestras aportaciones públicas. Se sucedieron concentraciones y todo tipo de actividades en defensa de nuestros árboles, mientras que la  Administración, impasible y burlona,  seguía sir ver el irremediable punto de inflexión ante el que se encontraba y que se estaba forjando ante sus propios ojos: un punto de inflexión ante el que tendrán que claudicar tarde o temprano, pues el sentido común y la sensibilidad hacia el medio ambiente al final primarán, les guste o no.

Pues bien, los acontecimientos siguieron su curso natural, aunque ya se comenzaba a vislumbrar algún destello de luz al final del túnel. Sin embargo, la Consejería de Medioambiente seguía realizando proyectos de ciudad en zonas arboladas, pero sin pedir cuentas a nadie. Uno de los muchos proyectos (quizás el más sonado) ha sido el de la obra integral en la Plaza Daoiz y Velarde, más conocida como plazoleta del Tesorillo, en donde se quiere instalar un parque infantil para niños con necesidades especiales, no sin antes apear los siete eucaliptos centenarios que allí hay. Nosotros queremos pensar dos cosas: una que no han sido conscientes de la repercusión que dicho proyecto tendrá en la ciudad, y otra que han infravalorado el poder de la ciudadanía y del Movimiento en defensa del arbolado de Melilla, ya que deberían haber supuesto que este Movimiento va a defender la vida de los siete eucaliptos centenarios que llevan allí desde que el tiempo es tiempo, y que han generado un fuerte arraigo con los vecinos del barrio.

Sinceramente ni la soberbia ni la prepotencia han sido nunca buenos aliados, pues ahora quienes diseñaron este proyecto que sacrifica la vida de los centenarios árboles como si de farolas se tratara, se encuentran ante las puertas de unas elecciones municipales y en la tesitura (también llamada vulgarmente papeleta), de tener que decidir qué hacer con los cuatro árboles que aún siguen en pie, (recordamos que tres ya han desaparecido). Y para seguir con su proyecto ahora sí han pedido el apoyo de todos los grupos ecologistas de la ciudad, lo que a groso modo significa que desean que apoyemos el apeo (retirada) de los cuatro árboles que siguen en pie para que dicha felonía no les afecte electoralmente. Creo que se les olvidó que somos ecologistas, amantes de la naturaleza y defensores de los árboles, por lo que nunca podremos defender lo que pretenden, máxime cuando el informe técnico dice que no existe peligro de que los árboles vayan a caer.

Llegados a este punto y con el buen talante que siempre ha caracterizado a los miembros del Movimiento, en la mañana del Viernes 25 reunidos en la Consejería de Medioambiente, este Movimiento ciudadano dio a los políticos y a los técnicos de la Consejería de Medioambiente un último consejo de buena vecindad, el cual podrán tomar o no, pero el que recomendamos sopesar con calma puesto que consideramos que de ello dependerá que su labor empiece a ser respetada y valorada realmente por los ciudadanos: APRENDAN A CONSTRUIR SIN DESTRUIR, APRENDAN A CONSTRUIR SIN DESTRUIR, APRENDAN A CONSTRUIR SIN DESTRUIR. ¡Acepten que ya no hay ni habrá otra línea de trabajo que la del ecologismo, pues el futuro ha llegado y el futuro es verde. Cuanto antes lo entiendan antes empezará a irles mejor”.

Lo que concretando también significa que si los cuatro eucaliptos que quedan en pie se caen o son retirados de donde están, con casi 100 años a sus espaldas, será responsabilidad única y exclusivamente de la Administración y de la constructora, en ningún caso de los ecologistas. ¡Aprendan la lección que aprender es de sabios, y esta lección vale su peso en oro!

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