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Los nuevos fines y objetivos, deseables y posibles, de la educación sistemáticay permanente

La Educación: Nuevos objetivos ante la vida activa En la sociedad futura (IV) En los años sesenta y setenta se empezó a propugnar la educación global y permanente al servicio del hombre total. Sin embargo, en la práctica terminó imponiéndose en muchos casos el «continuismo»,…

… pasados los primeros entusiasmos, lo que ha diluido no pocas veces las innovaciones más audaces. La propia realización cultural y, sobre todo, la preparación para la vida del trabajo, para la profesión, ha sido la finalidad más extendida, dando por supuesto un marco de realidades económicas y sociales bastante estables, al que en todo caso se debía adaptar cada uno en caso de ruptura imprevista.

Hoy en día el hombre se enfrenta, de manera pasiva o de forma acuciante y reflexiva, a su propia supervivencia física, a la búsqueda de su plena identidad cultural, al dominio del conocimiento, de la información y de la tecnología, entre otros aspectos, pero sobre todo a la integridad de su dignidad humana amenazada por el desempleo, por la escasa solidaridad y justicia social o por las numerosas formas existentes para recortar la libertad. La educación de los próximos años y décadas debería poder reconquistar para el hombre sus mayores esperanzas en medio de las transformaciones sociales, económicas, culturales y políticas en curso. Para ello, la reflexión sobre los nuevos objetivos debe partir de problemas reales y del hombre inserto en culturas concretas gracias al estudio profundo de la crisis actual de los valores y de las instituciones.

En años recientes se ha tratado de definir objetivos. Así, por ejemplo, Fullat (Las finalidades educativas en tiempo de crisis, 1982) señala ocho: felicidad, paz, libertad, democracia, justicia, creatividad, participación y fraternidad. El Congreso dé Bangkok (Educar en los valores para las sociedades de los años 2000) retiene como principales: el respeto al otro, la creatividad, la solidaridad responsable y la interioridad. Todas ellas son grandes palabras reducibles a conceptos teóricos que, al repetirse, sin conexión con la vida, van perdiendo su significado semántico y se reducen a simple especulación teórica. A veces, incluso en nombre de esos idearios, también se realizan políticas educativas contrapuestas a los objetivos declarados.

Por otra parte, los trabajos recientemente iniciados en el Club de Roma, por encargo de la UNESCO, en torno a los valores éticos y la educación, apuntan como conclusiones preliminares las siguientes funciones múltiples de la educación: Adquisición de conocimientos; estructuración de la inteligencia y de las facultades críticas, así como desarrollo de la sensibilidad individual para una participación responsable en sociedad; desarrollo del conocimiento propio, visión personal y originalidad; superación de los impulsos negativos y destructivos gracias al desarrollo de valores éticos; aprendizaje de la comunicación; continuo despertar de las facultades creativas y de la imaginación de cada persona; capacidad de adaptación para el cambio; adquisición de una visión global del mundo.

Entre los valores que parecen formar parte del núcleo de valores universalmente aceptados, aunque no siempre practicados, el documento provisional señala éstos: la colectiva supervivencia humana, la primacía de la vida humana y su protección, la preservación de la naturaleza, la dignidad humana, la justicia, la libertad y la equidad. Entre• las normas instrumentales de estos valores se enumeran: La solidaridad, la erradicación de la pobreza, la innovación, la creatividad, la responsabilidad, la propia ayuda. Y todo ello en un clima de honestidad, democracia y participación.

A la vista de estas recientes tentativas de redefinición podríamos apuntar que el objetivo constante de toda educación debe ser ayudar a hacer hombres y mujeres verdaderamente libres, es decir, que no sean esclavos de sí mismos ni de otros y que sepan entregarse al servicio de los demás, imbuidos de los valores fundamentales en el contexto histórico contemporáneo, es decir, tecnológico, de socialización y pluralista.

En todo caso, los nuevos objetivos o finalidades de la educación se deben establecer a partir de una reflexión sobre el hombre concreto, aquí y ahora, reconociendo las diferencias culturales y la singularidad de cada persona en su dimensión biológica y espiritual. Es preciso formar al sujeto para que sea libre ante el poder económico y político, pero que sea a su vez sujeto social y adaptativo, cuidando la educación para la información y para la capacidad crítica en una sociedad democrática. Ello conlleva la sensibilidad ante las desigualdades y las injusticias sociales, con sentido de las prioridades y de los mínimos necesarios, frente a la simple aspiración de una mejor calidad de vida. Por otra parte, la integridad moral y la apertura del hombre a la trascendencia deben ser respetadas siempre. Los objetivos de la educación se convierten así en devolver el sentido de la vida, descubriéndola mientras se participa en su realización.

En la práctica, estos valores y objetivos se pueden cumplir gracias a la delicada relación directa y diaria entre los alumnos y los educadores (familia y profesores), y de todos éstos con su entorno, incluidos los medios de comunicación social, cuya influencia es creciente.

Por lo que se refiere a la vida activa, ésta tiene cada vez más exigencias en relación con los nuevos perfiles ocupacionales, como ya hemos visto anteriormente. Existe un consenso generalizado de que la educación debe preparar para aprender a vivir, a convivir y a trabajar. Tales exigencias pueden ser alcanzadas solamente gracias al cultivo de va-lores éticos a través del ejemplo, de la disciplina y del esfuerzo sostenido, junto con un espíritu de generosidad hacia los demás y de exigencia hacia uno mismo. La dignidad de la condición humana exige primero que todo cultivar los valores del espíritu y de la cultura para vivir en plenitud. También necesita cultivar los valores e instrumentos sociales para convivir eficazmente en sociedad. Pero el hombre o la mujer no se sentirán nunca tales si no dominan los conocimientos y las destrezas que les permitan ejercer un puesto de trabajo o una ocupación. Es decir, un papel concreto en el «gran teatro del mundo».

Si todo ello es así:

  • ¿Cuáles son los fines y objetivos de la educación actual que deben cambiar, cuáles deben ser mantenidos o reforzados?
  • ¿Cuáles son los fines y objetivos, deseables y posibles, de la educación sistemática y permanente?
  • ¿Cuáles los específicos en relación con la vida activa en la sociedad futura?

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Los nuevos fines y objetivos, deseables y posibles, de la educación sistemáticay permanente

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