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Los empresarios, preocupados por la arbitrariedad policial en las fronteras de Melilla

No existe un criterio unificado para determinar quién accede a Melilla y quien no

Una de las exigencias más recurrentes de la Plataforma de Empresarios desde su aparición tiene que ver con el criterio seguido por los agentes de las FCSE para determinar quién y quién no puede entrar en nuestra ciudad. Desde el empresariado local se ha insistido mucho en la necesidad de establecer una serie de criterios fijos que priven a los pasos fronterizos de la incertidumbre que los caracteriza, en aras de reducir los perjuicios económicos derivados de la discrecionalidad y de dar un impulso a la libertad de los ciudadanos a ambos lados de la frontera. La seguridad va más allá de su enfoque físico, y no se podrá considerar que la frontera es segura hasta que cruzarla deje de ser una lotería. Son las 9 de la mañana de un lunes cualquiera en los pasos de Barrio Chino o Farhana; una trabajadora del hogar se dispone a cruzar la frontera, y en apenas una hora ya se encuentra “en plena faena” en el domicilio de los melillenses que la emplean. Misma situación, pero un martes, u otro lunes, o una tarde… la misma mujer (o un carpintero, un turista o un delincuente común) es invitada a regresar por donde ha venido: “dese la vuelta, no puede pasar”. Sin más explicaciones, los funcionarios no tienen por qué darlas. Y así cada día de todos los días que tiene un año: pasar la frontera se ha convertido en una lotería, ya que -más allá de filtros necesarios o evidentes- nadie sabe realmente qué condiciones hay que reunir para poder acceder con un 100% de seguridad a nuestra ciudad.
Es precisamente esta incertidumbre, gran conocida por todos aquellos que se aventuran en el mundo de los negocios, la que motiva gran parte de las quejas de los empresarios de la ciudad, que ven en la discrecionalidad policial y en la falta de instrucciones concretas por parte de las instituciones, uno de los grandes problemas económicos de la ciudad.
El propio diario MELILLA HOY se ha visto afectado por esta discrecionalidad, toda vez que -tras varias entradas sin ningún tipo de problema- los agentes destacados en la frontera han impedido durante varios días -sin dar explicaciones y sin un criterio aparente- la entrada en la ciudad de un técnico especializado en uno de los complejos ingenios mecánicos empleados para la producción del periódico, provocando dicha decisión injustificada y arbitraria un considerable perjuicio en tiempo (ergo, dinero).
La seguridad no se entiende únicamente desde el punto de vista físico, sino que abarca muchas más consideraciones. La propia RAE define “seguridad” como “que no falla o que ofrece confianza”, y la frontera actual, si bien hay que reconocer que es físicamente bastante segura, no ofrece seguridad alguna, certidumbre de paso, a quienes pretenden cruzarla desde Marruecos.
El problema no es de los agentes de Policía o Guardia Civil, que desempeñan una labor encomiable en unas condiciones extremada y hasta vergonzosamente difíciles, sino de las autoridades responsables. Un agente de a pie no debería estar sometido a la presión que supone no contar con un protocolo estable e “impepinable” que le permita tomar decisiones, algo que desde la Plataforma de Empresarios de Melilla llevan tiempo exigiendo como condición sine qua non para asegurar el correcto funcionamiento de la frontera en armonía, que no en conflicto, con la agonizante economía local, al menos hasta que alguien nos explique concretamente cómo hemos de mirar al norte.
Mientras la frontera siga siendo una lotería y mientras los responsables sigan dando “largas” al respecto de las famosas instrucciones, la reputación de la ciudad entre el público vecino seguirá cayendo en picado, y la libertad, también de los melillenses, seguirá quedando restringida en aras de una seguridad mal entendida y una valla impermeabilizada a ciegas.

Fernando Lamas Moreno

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