A nivel local.
La anómala e insostenible situación económica de Melilla, donde casi la mitad de la población no realiza tareas productivas, requeriría de un nuevo gobierno para la ciudad, muy diferente de lo que ahora tenemos o de los que en el pasado hemos tenido. Es preciso un planeamiento de la economía de la ciudad sobre bases reales y una ejecución por personas capacitadas. Ya hemos sufrido la lectura de numerosos planes irrealizables y consecuentemente irrealizados. Lamentablemente, no parece fácil que se produzca ese cambio radical que sería preciso, lo contrario sería casi milagroso, pero al menos hay que dejar atrás al gobierno actual, incapaz siempre y súbdito del mezquino gobierno nacional en su mayor componente, tránsfuga en otro y con un tercer componente que, en su mayoría, parece no tener otra ideología que la religiosa y quizás promarroquí.
Eso sí, según palabras del ‘amado líder’, pasarán a la historia por haber cambiado el nombre de la Primera Bandera de La Legión, que es el de un más que destacado oficial del Ejército Español bajo cuyo mando, heroicos legionarios salvaron a la población de Melilla de los ataques de los rifeños. Y con toda certeza, de la muerte, las violaciones y las rapiñas.
A nivel nacional.
Si es posible imaginar que España siga existiendo política, económica e ideológicamente, hay que apartar del poder a todos y cada uno de los partidos actualmente en el gobierno. Del repugnante sanchismo ya se ha dicho todo, pero de sus abducidos seguidores quizás no se ha escrito suficientemente. Cómo personas medianamente inteligentes e informadas pueden seguir ciegamente a ese líder, escaparía a nuestra comprensión, a menos que miremos a nuestro alrededor, ahora, y antes en la historia. Cómo han llegado al poder personas que carecen de ética, con características personales, y probablemente mentales, que la sociedad en su conjunto consideraría indeseables, tan solo puede explicarse por la maleabilidad de la naturaleza humana, por la habilidad de esos individuos para dividir y por su capacidad propagandística. Esperemos que el pueblo español, por fin, envíe a estos individuos al cajón de los desechables, cerrándolo para siempre.
A nivel mundial.
El Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) es una muy reconocida organización, basada en Nueva York, que promueve la globalización, el libre comercio, la consolidación económica en bloques regionales y desarrolla políticas de gobierno que reflejan estas metas.
Del último informe que ha publicado, destaca el que la población no percibe como inmediata y cercana la posibilidad de un gran ataque terrorista, en contra de alguno o algunos de los países occidentales, a diferencia de lo que se venía reflejando desde el año 2008. La era del 9/11, fecha del ataque a las torres gemelas en Nueva York, ha terminado según los encuestados.
Las amenazas más apremiantes en 2023, enumeradas por la encuesta y ordenadas según el grado de probabilidad estimado, se discuten a continuación.
Un ataque de China, directo o indirecto, a través del estrecho de Taiwán, que puede arrastrar a Estados Unidos y a sus aliados occidentales a una confrontación con China. Es una obviedad, para el observador geopolítico, que China está buscando expandir su poder geopolítico, fuera de su esfera geográfica directa de influencia, mediante acciones militares, diplomáticas y económicas. Con ello está tratando de modificar el equilibrio geopolítico actualmente existente, para lo que cuenta con la ayuda de Rusia. Ambos países están realizando ejercicios militares conjuntos, aunque no se sabe que China esté proporcionando ayuda militar a Rusia para su invasión en Ucrania. Pero el mero hecho de la existencia de la alianza supone un muy importante desafío al ‘orden geopolítico’ establecido tras el fin de la guerra fría.
Para China garantizar esa capacidad de proyección de poder, es preciso disponer de bases logísticas alrededor del mundo. Ya disponen de una base de ese tipo en Yibuti, en la entrada sur al Mar Rojo y al Canal de Suez. Además, a través principalmente de acuerdos financieros y comerciales, China ya ha consolidado, o está consolidando, apoyos en Camboya, Myanmar, Tailandia, Singapur, Indonesia, Pakistán, Sri Lanka, Emiratos Árabes Unidos, Kenia, Guinea Ecuatorial, Seychelles, Tanzania, Angola y Tayikistán.
El segundo lugar de la lista lo ocupa la guerra en Ucrania. Se teme una escalada mediante el potencial empleo de armas de destrucción masiva en Ucrania o, incluso, en alguno de los países vecinos que están sirviendo como bases logísticas.
El tercer lugar lo ocupa la amenaza de ataques cibernéticos a gran escala, que amenacen a la infraestructura crítica de los países occidentales, con consecuencias potencialmente duras o incluso catastróficas.
Le sigue en la lista la posibilidad de un colapso económico y, como consecuencia, social, en alguno de los países con una alta influencia en la economía global o, en caso de China o Rusia, con un enorme peso geopolítico. Si bien no parece ser inminente, o incluso previsible en uno o dos años, de proseguir la situación actual Rusia se irá acercando a una potencial crisis social, lenta pero inexorablemente. A más largo plazo, la pirámide demográfica invertida existente en China, como consecuencia de la política del hijo único, empieza ahora a manifestarse con consecuencias potencialmente serias en los próximos veinte años.
La amenaza de que países marginales, como Corea del Norte o Irán, adquieran armas nucleares es preocupante en sí misma. El que otros países, Israel, por ejemplo, traten de oponerse por la fuerza a que Irán las consiga, es otro foco caliente, máxime cuando las conversaciones y tratados que limitarían a Irán en su deseo de convertirse en potencia nuclear, están en punto muerto.
La influencia de la inmigración ilegal sobre los países occidentales, la dificultad de asimilación de buena parte de esos inmigrantes y el consiguiente ‘choque de civilizaciones’, no puede dejarse a un lado.
