Ponerse detrás de una cámara de manera impersonal no es lo que busca Paco García cuando la acoge entre sus manos. Sus valores o su sensibilidad escondida se proyectan ante un hombre, mujer o niño para con ellos y a través de ellos enviar el mensaje. Cuando a nuestro alrededor tanto ruido nos ensordece merece que dedique un tiempo a visitar la exposición de fotografía “Recuerdos” que hasta el día 21 de este Octubre se exhibe en el Real Club Marítimo. Un libro recoge los treinta retratos de Paco García con textos de Pedro Bueno, Virginia Ruiz, Juan Antonio Diago, Lola Vega, Domingo Sandoval, Salva Ramírez, Juan Ignacio Pérez, Inma Galisteo y Ángel Gil. Mire desde todos los ángulos cada foto, y piense que le sugiere. Sumérjase en esas líneas, sin prisas, para visualizar lo que cada autor ha interpretado de las imágenes de García. Siempre llegamos a la conclusión que lo que inicia Paco y transmite a quienes escriben o miran es vida. Mañana, mediodía y tarde de nuestra existencia, llena de risas, amor, brindis, de olvidos, ojos perdidos y profundos, bailes, surcos del tiempo impregnados de experiencias o de futuro en unos primeros pasos. Descubra desde la normalidad de lo cotidiano y en movimiento a esos seres anónimos que parecen abrirse para que intuyamos que han vivido o que les resta por hacer. Vuele y sienta la envidia que nos regala Salva Ramírez. Descifre ese “Todo lo que algún día pensamos se confirmó incierto”, de Juan Ignacio Pérez. Quien sólo apuesta por la ternura “para desmayar los velos del miedo”. Respire con la conciencia pausada mientras observe una vacía silla y lea a Virginia Ruiz, “se fueron, tranquilos, serenos y con cariño”. Ríase como intuye Ruiz Martos de la vida, de la muerte y hasta de los paquetes de tabaco tras ochenta y dos años ahora ocultos tras unas gafas negras. Existencia menor frente a un mar que con una línea recta lo separa del cielo son “demasiadas cosas y demasiados misterios” para no cansarse jamás nos dice Pedro Bueno. El cual ve tan fría la gran urbe para quien lo dio todo que se quedará entre calderos para ver una noche de estrellas mientras de lejos se escuchan los mugidos de los ciervos. Despójese, ahora, de mentiras o de vicios, como receta Lola Vega, de ideas opresoras o de ataduras que evitan expresarse para ser un cómplice en su paisaje. Por ser “tiempo de otoño, es tiempo de besos”. “Tardes de juegos y meriendas”. Observe su silueta en el agua y rómpala con un simple palo. Domingo Sandoval pinta la vida como efímera carrera, como esa risa que ignora la maldad para llenarla de libertad. Y para Diago es frenesí, ilusión, sombra o ficción. Juan Antonio apuesta siempre por elegir por uno mismo. La presencia y la ausencia para Inma Galisteo son efímeras porque al final se vuelve en lo vivido, compartido o en cada persona en la que permaneces. Mientras deseas templar y mandar en el ruedo de tus años, eternamente estarás en ese café con la mujer de tu vida. Añoraras a ese pequeño que pudo ser y no fue. Y persigue a tu yo para que tus días sean una mañana con sol.
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La vida a través de Paco García
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