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La revolución de la conciencia

Asistimos perplejos ante la nueva oleada del virus, que nos trastoca e inquieta, cuando creíamos que lo peor había pasado, después de tanto dolor y sufrimiento, parece que la amenaza continúa, y claro, no ser conscientes de la situación hace que nuestra actitud sea reactiva, buscando culpables, el juicio premeditado, la opinión fácil e inconsciente y recurrir a los clásicos tópicos: ”La gente se pasa mucho”; ”Muchas fiestas”; ”Los jóvenes”; “El botellón”; “Van sin mascarillas”; “Nos sumamos al discurso oficial, todo depende de la responsabilidad individual”; ”Son unos irresponsables”; necesitamos más empatía para conectar.
Quedarse aquí es simplificar y no es querer entender que aquellos a los que se culpabiliza son ellos mismos, son sus vecinos, amigos, familiares, conciudadanos, no son extraterrestres alienígenas, quizás se nos olvida, pero nosotros somos seres tribales que pertenecemos al grupo, a la comunidad….”QUIEN CRITICA SE CONFIESA”, creo que no es buena idea traspasar basura de un sitio a otro, realmente conocemos a los demás o los fabricamos, tratamos de nutrir o intoxicar…..Es necesario reconocer y aceptar la situación (que no es resignación), pero si no lo queremos ver o aceptar, nos daremos de bruces una y otra vez. Hay quien necesita tropezar no dos veces con la misma piedra, sino mil veces más.

Da mucha pena tener que recurrir a las sanciones, a prohibir, a endurecer el mensaje, recurrir al miedo, medidas aplaudidas y demandadas por un amplio espectro de la sociedad que exige mano dura, y es triste, lo que demuestra el gran fracaso colectivo.

También podríamos apostar por darse cuenta, apelar a la propia consciencia, a vivir el momento tal cual es, aceptar, reconocer, sostener la situación, desde el autodescubrimiento y la introspección personal, hilar más profundo, sintonizar, bien alineados, reconectando con nuestra verdadera naturaleza, donde somos seres completos a los que nada nos falta, conectando con nuestra inteligencia del corazón, no hay error posible.

Podemos aprender a adoptar un nuevo rol más participativo, más comprometido y honesto, donde colocar nuestra mirada, confiando y cooperando, lejos de los comportamientos reactivos e inconscientes, desde dentro hacia afuera, por convencimiento propio, con sentido de pertenencia a mi comunidad y que lucha por el bien común, con una nueva relación con las dificultades…
“Cuando no podemos cambiar la situación a la que nos enfrentamos, el reto consiste en cambiarnos a nosotros”; Victor Frank.

Kabat Zinn, nos dice: No se puede detener las olas. Pero si aprender a surfearlas…
La pregunta no es: El ¿Por qué? Ni el ¿para qué? Ni ¿Cómo? Y sí ¿Desde dónde?
Todos/as sabemos y debemos tenerlo muy presente que todas nuestras acciones y comportamientos tienen un impacto y repercusión en la comunidad, en el bienestar de todos, debemos de ser conscientes de que cada uno de nosotros es muy importante y que somos imprescindibles, es una retroalimentación necesaria, (yo me cuido y cuido de los demás) y no es cuestión de responsabilidad, tiene más de compromiso consciente con nuestros valores intrínsecos en nuestra esencia más profunda, que es lo que da sentido a nuestra vida, es volver a morar nuestra casa, trascender en mi comunidad, volver a nuestro centro, al sendero medio, bienvenidos a la revolución de la consciencia.
“La serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella”, Thomas Kempis.

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