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La razón razonada de lo irrazonable

Razonaba Ataulfo. NO el godo que se casó en Barcelona con Gala Placidia. No… EL otro. El separado de su mujer en Almería, y que en lugar de godo, era más bien gordo.

Razonaba digo:” que la razón es todo aquello que razonando de la sinrazón, razona una razón razonable.”
Y además lo decía sin tapujos. A la luz del día. Y eso que como calafate que era, no tenía más estudios que la brea, y el esparto o crin, además de sus manos y unos hierros, que como dedos, servían para introducir el cáñamo en las ranuras y brechas a tapar mientras cantaba aquella canción que decía como un vaticinio: “Calafate, calafate, pocos barquitos te quedan para coger el petate y marchar a otra ribera” Y es que Ataulfo, no era Rapell, pero solía acertar más que el. Por eso le pregunte un día, preocupado por el follón de Cataluña:

Y dando una fuerte chupada al “petardo” de picadura, acrecentó con el gesto su cara caballuna, que le clasificaba en la dinastía de los equinos, de los cuales, no solo había recibido la faz como herencia, sino también su fortaleza y sobre todo, la nobleza que le caracterizaba.

El acuso el desdén de mi expresión, y sonriendo dijo:
Lo mismo de siempre, es todo aquello que no vale para otra cosa, que para dejar las cosas como estaban, después de haber alardeado de su cambio.

Buenos días y eso: Buenos días.

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