El Grupo de Pequeño Tráfico de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO), en el marco del Plan estratégico de lucha contra el narcotráfico, ha llevado a cabo una operación de alto impacto que ha permitido desarticular un punto de venta de cocaína en el barrio de Calvo Sotelo, en Melilla. Esta operación culminó con el registro de un domicilio utilizado para el almacenamiento y distribución de grandes cantidades de esta droga, además de la detención de dos individuos, un matrimonio, involucrados en su venta a pequeña escala.Inicio de la investigación
La operación, conocida como Operación DEVIL, comenzó tras la obtención de información que señalaba la existencia de un punto de venta de cocaína en un domicilio privado. Los agentes de la UDYCO, adscritos a la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Melilla, confirmaron a través de su investigación un alto flujo de personas compradoras que se dirigían a la vivienda en cualquier hora del día y la noche, lo que levantó las sospechas de que la vivienda funcionaba como un centro de distribución de sustancias ilícitas.
El lunes 10 de febrero, la operación se culminó con el registro del domicilio en cuestión, encontrándose en su interior 30 gramos de cocaína ocultos dentro del brazo de un sillón y dentro de un zapato, divididos en dos bloques listos para ser cortados y preparados en pequeñas dosis. También se halló una balanza de precisión, usada para pesar la droga.
Los detenidos y las implicaciones sociales
Los detenidos, un matrimonio que gestionaba el punto de venta, tienen antecedentes penales por tráfico de drogas. El marido, en particular, ya había sido encarcelado en dos ocasiones por delitos relacionados con el narcotráfico. Tras ser detenidos, ambos pasaron a disposición judicial.Uno de los aspectos destacados de la operación fue la dificultad que supone investigar un punto de venta de drogas en un domicilio particular. En muchos casos, los traficantes se sienten protegidos por la privacidad y la seguridad jurídica que otorga el hecho de operar desde un hogar. Sin embargo, esta protección no es suficiente para frenar los efectos negativos que genera este tipo de actividad en la comunidad. Los puntos de venta, como el desmantelado, suelen generar una sensación de inseguridad entre los vecinos debido al constante trasiego de personas, a menudo de forma agresiva, y a la facilidad de acceso a las drogas, especialmente para los jóvenes.
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