Demostrado queda que, la oxidación crea herrumbre y no solo en el hierro, sino en todo. Otra cosa es que se diga con diferente palabra, sea desgaste en general o espondiloartrosis, rizartrosis, artrosis, etc. etc. La realidad es que te cambia la voluntad, aunque dicho sea de paso, te hace "inventor" dado que te obliga a agilizar las neuronas y esto a su vez te da creatividad, inventándote la manera o postureo de cómo hacerlo mejor y con el menor dolor posible, adaptándote a la naturaleza.
Es un echo fehaciente, el que demuestra nuestro cuerpo cuando intenta superar la dificultad y es más real cuando tú demuestras quejumbroso que superas las dificultades de tu propia extructura ósea, ésa de la que antes presumías. Pués bien, visto y sufrido en el tiempo, tus propias conjeturas te ayudan a salir adelante, mal que bien, y a partir de ahí empiezas a inventar.
Inventas como lavarte -sin que el agua se derrame al suelo- y recuerdas entonces cómo lo hacen los gatos e inmediatamente te contorsionas para hacer lo mismo y dadas tus ansias de superación, te reencarnas en felino. Como aquél de antaño conquistón que, permitía hacer el "salto del tigre" y hoy ya, ni siqueras estornudas. Claro que esa agilidad felina va menguando también. Luego en la catarata te enjabonas, si es que eres capaz de sujetar la pastilla de jabón o terminas dando zarpazos al aire intentando cojer el sputnik (satélite – ruso) jabón que resbala, y terminas pegando con la cabeza en el grifo, todo, porque la espuma te ha cegado la visión y los limpiaparadrisas no dan abasto. Te vas aclarando poco a poco, y cuando estás disfrutando del bienestar de la catarata, y te hace babear ¡zás! aspiras y…. mecachis ¡que me ahogo!. Y llegas al secado, ¡agarras la toalla! con aire circense y activo a lo Burt Lancaster (1,88 m), comenzando el frotado como un marine y como piensas que sigues siendo de goma, pasas la toalla por la entrepierna y haces el "va y ven" con la fatalidad de que uno de los dobleces de la toalla te hace saltar, en el mejor de los casos…. que otros los hay por encogimiento.
Y llega el peinado que, jacarandoso tú, intentas, pero no llegas a posar el peine en tu cuero cabelludo, aunque de cuero como que no; y así, moviendo la cabeza -si el cuello te deja- consigues perfilar una raya con astigmatismo, que es como tú la ves.
Así que, después de tanto sofocado ejercicio, resuelves que estás otra vez para meterte en la ducha e inventar algo más novedoso. Y con los años, vas dejando de ser tan ¡limpiamente ciudadano! y comienzas a ser más íntimamente político…
Vas al spa con múltiples "tratamientos", te mariconean las uñas, te tiñen las canas, te recortan las cejas, te afeitan y te cachetean la cara mentolada… y a la hora de pagar ¡¡sacas la tarjeta BLACK!!, quedando dentro de la opacidad política tu pase por el "prostíbulo". Invento en Black que no ha sido aún superado ¿O si? Y es que ¡todo! se óxida. Y si no mire usted las "Autonosuyas" ante la Constitución…
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La oxidación cambia nuestra voluntad
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