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La ocupación es una lacra contra la propiedad privada y, consecuentemente, contra la libertad. Mohamed VI feliz con el apoyo de España a la “marroquinidad” del Sáhara.

La ocupación es el efecto de ocupar, es decir, apoderarse de un edificio o inmueble instalándose en él. No es un delito en sí mismo, pues se puede tener derecho a ocupar una vivienda por diferentes motivos, como la propiedad sin limitaciones o el alquiler.

La ocupación es delito siempre que el ocupante no tenga permiso del dueño para estar ahí. Es decir, una ocupación ilegítima.

El Código Penal la sanciona de distinta forma si la casa/inmueble, en el momento de la ocupación, estuviera o no habitada por quien tuviera derecho a ello. También sanciona de distinta forma en caso de que se haya usado violencia o intimidación contra las víctimas. En todos los casos, la clave para que sea un delito será que el ocupante no tuviera derecho a estar o seguir en esa casa/inmueble.

Se pueden dar dos tipos de delitos en la ocupación: El allanamiento de morada (artículo 2020 del Código penal), con penas entre seis meses y cuatros años (además de multas, que nunca pagan los okupas, al ser insolventes) y la usurpación (artículo 245 del Código penal), con penas entre uno y tres años.

Ante una ocupación, a cualquiera se nos pasaría por la cabeza cambiar la cerradura cuando los ocupas (con “c” de caraduras) saliesen de la vivienda, pero antes de hacerlo debemos tener en cuenta que el hecho de cambiarles la cerradura es considerado un delito de coacciones, previsto y penado en el artículo 172 del Código Penal:

“El que, sin estar legítimamente autorizado, impidiere a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años o con multa de 12 a 24 meses, según la gravedad de la coacción o de los medios empleados.”

Viendo las penas previstas por allanamiento o usurpación, no se podría entender el imparable crecimiento en España del fenómeno/la lacra de la ocupación (con “c” de caraduras) u okupación (con “K” de kilombo, americanismo de la palabra quilombo, que tiene las acepciones:  1) Alteración del ánimo causada por un disgusto; 2) Desorden, lío).

Pero el crecimiento de la ocupación es consecuencia de los recientes cambios y modificaciones en las leyes que la regulan (en los que no voy a profundizar para no aburrir), promovidos por Pinocho (ya no es necesario añadir su apellido -Sánchez-, por ser ambas palabras un todo que no necesita el apellido para identificar al personaje) y sus socios podemitas. Todos ellos hacen que la propiedad privada esté seriamente amenazada y como consecuencia también lo esté (también en esta cuestión) la libertad de los españoles a la hora de poseer y disfrutar de sus inmuebles. En caso de ocupación, mejor no hacer nada, porque el peso de la ley puede caer contra el legítimo propietario que les deje (a los okupas) sin luz, sin agua, cambie la cerradura, etc.

Es sangrante, aunque es un caso más entre muchos miles más, el caso que está ahora en los medios de comunicación de unos okupas que han llenado la piscina de un chalet en Colmenar Viejo y la propietaria tiene que hacer frente a 2.000 euros de factura

La familia de la propietaria, una anciana de 97 años que está en una residencia, está desesperada. No saben cómo podrá pagar su madre, que tiene una pequeña pensión. Se quejan de que cuando denuncian a unos okupas, estos se van y vienen otros (alquilados por los anteriores).

Algo tiene que cambiar, y pronto, en el tema de la ocupación. Esperemos que, cuando los españoles botemos a Pinocho de la Moncloa, el nuevo presidente del Gobierno legisle rápido para que la gran mayoría de los okupas sean tratados como lo que son: unos delincuentes. La nueva legislación debe dar poder a la policía para que, una vez acreditada la propiedad por parte del legítimo propietario ante un juez, se desaloje de forma inmediata y sin excepciones a los delincuentes.

Los casos en los que haya menores y situaciones de vulnerabilidad deben ser asumidos, de manera inmediata, por la administración (nacional, autonómica o local, lo mismo da). ¡Basta ya de pasarnos todos los problemas a los españolitos de a pie!

Mohamed VI, feliz con España

Ayer domingo publicaba Melilla Hoy unas declaraciones del rey de Marruecos, Mohamed VI, en las que “apreciaba”, en un discurso pronunciado el sábado 20 de agosto con motivo del 69° aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo, la denominación oficial del alzamiento nacionalista contra las autoridades coloniales francesas, la posición «clara y responsable» de España en relación a la «marroquinidad» del Sáhara Occidental tras el respaldo expresado en marzo por el Gobierno español al plan de autonomía de Marruecos frente a las ambiciones de independencia del movimiento independentista saharaui del Frente Polisario. En su discurso, el monarca alauí no hizo mención alguna a Ceuta ni a Melilla.

Las palabras que se usan y cómo se usan, especialmente las que vierte un monarca absolutista, tienen mucha importancia. El rey del país vecino podría haber usado el verbo agradecer (muestra un componente de valoración y deuda a/con el otro) o el verbo alabar (muestra un agradecimiento), pero usó el verbo apreciar (dos acepciones de la RAE, que vienen al caso: 1) Reconocer y estimar el mérito de alguien o de algo. 2) Percibir algo a través de los sentidos o de la mente.)

No tengo claro que lo que “aprecia” el rey de Marruecos sea bueno para España, Ceuta y Melilla. Hasta ahora el apoyo de Pinocho y compañía no nos ha reportado ventaja alguna, pero si muchos problemas con Argelia. Tampoco, que califique el apoyo recibido por parte de España como “posición clara y responsable”, me deja muy tranquilo, más bien lo contrario. Todo lo que ha dicho y cómo lo ha dicho me indica que menosprecia el apoyo recibido (lo aprecia como podría apreciar la belleza de un pájaro que pasase por ahí), que no se siente obligado o en deuda por nada y que piensa que somos un país débil al que puede decir qué cosas son “claras y responsables” y qué cosas no lo son.

Un último apunte de lo que puede ocurrir en España si dejamos que Pinocho nos siga quitando libertades: en Marruecos se celebró el pasado sábado el 69° aniversario del alzamiento nacionalista contra las autoridades coloniales francesas, pero la forma de llamarlo, para mayor gloria de su monarquía, es “La Revolución del Rey y del Pueblo”. Sin comentarios.

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La ocupación es una lacra contra la propiedad privada y, consecuentemente, contra la libertad. Mohamed VI feliz con el apoyo de España a la “marroquinidad” del Sáhara.

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