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La nueva, y peor, etapa para España

“Mohamed VI saluda la nueva etapa con España. El monarca alauí elogia a Madrid por su posición ‘clara y responsable’ sobre el Sáhara Occidental” (El Mundo, y otros periódicos). “Mohamed VI aprecia la clara y responsable posición de España sobre la marroquinidad del Sáhara, en un discurso sin menciones a Ceuta ni a Melilla” (nuestro periódico, el domingo 21 de agosto).


Me gusta más la portada del MELILLA HOY que la de El Mundo, porque creo que se acerca más a la realidad, que nosotros, ceutíes y melillenses, conocemos (frecuentemente padecemos) muy bien, desde luego muchísimo mejor que Pedro Sánchez, “muestra del político indecente, inmoral, mentiroso, que en campaña dice algo y luego, cuando está en el poder, hace lo contrario”, como me escribe un amigo, político cercano al socialismo, comentario que acompaña con unos videos de lo que prometió Sánchez y de lo que hace, con el acertado título de “Esto es para no olvidar”.


“La nueva etapa con España” a la que alude El Mundo solo debe estar en las declaraciones -no creo que en la mente- del Rey de Marruecos. Melillenses y ceutíes lo que hemos notado, hasta ahora, es que esta etapa es peor que la anterior, cuando “Madrid” todavía no había tomado esa posición “clara y responsable”, según el monarca marroquí, o esa rendición sin condiciones, según muchos españoles, que se enteraron vía Mohamed VI de lo que Pedro Sánchez (no Madrid) había hecho con nosotros, sin previo aviso y, digamos, a traición.


Por eso lo que me parece más destacable -desde el punto de vista español- del discurso del pasado sábado de Mohamed VI es que, como resaltó MELILLA HOY, no mencionó, para reclamarlas, ni a Ceuta ni a Melilla. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que escribió el pasado lunes J.B. en su página La Semana: “Hasta ahora el apoyo de Pinocho y compañía no nos ha reportado ventaja alguna, pero sí muchos proble­mas con Argelia. Tampoco, que califique el apoyo recibido por parte de España como “posición clara y responsable”, me deja muy tranquilo, más bien lo contrario. Todo lo que ha dicho y cómo lo ha dicho me indica que menosprecia el apoyo recibido (lo aprecia como podría apreciar la belleza de un pájaro que pasase por ahí), que no se siente obligado o en deuda por nada y que piensa que somos un país débil al que puede decir qué cosas son ‘claras y res­ponsables’ y qué cosas no lo son”.

¡Gloria a Ucrania!
No vamos a olvidar a Ucrania y a los ucranianos, por mucho que intenten convencernos los buenistas de las ventajas de la rendición ante la Gran Rusia con la que sueña Putin, que está a medio camino entre la nostalgia soviética y la regresión zarista. La invasión de la ucraniana Crimea, reconocida por el derecho internacional como parte de Ucrania, fue un anticipo de lo que Putin pretende, un test para medir la capacidad de reacción de Occidente, de Estados Unidos especialmente. No hubo reacción entonces y la invasión del resto de Ucrania fue el siguiente paso de Putin, que supuso que la reacción de los países democráticos iba a ser la misma que en Crimea, o sea, ninguna. Se equivocó y lo que Putin creía que iba a ser cosa de días, un paseo militar, se convirtió -previo envío de armas a Ucrania- en una larga guerra de incierto resultado final.


Putin ya solo puede esperar que “Occidente” se medio rinda cuando lleguen el invierno y el frío y que, así, ateridos, los occidentales le dejen quedarse con lo que ya invadió, Crimea, y con lo que ahora ha invadido del Este de Ucrania. Si lo logra, ¿se parará allí o hará como Hitler, como han hecho tantos dictadores a lo largo de la historia, seguir invadiendo países cercanos, hasta lograr la Gran Rusia zarista o comunista, cuyos límites, europeos y asiáticos, sólo Putin conoce? La historia y el conocimiento de la naturaleza humana nos dice que muy probablemente eso es lo que sucedería y entonces sí que pasaríamos frío, de todo tipo y todos, menos Putin y compañía.

Peloteo infundado
Apena el peloteo infundado de personas que, como la ahora viceconsejera Yonaida Sellam, antes tan luchadora, le hace al consejero de Deportes, Rachid Bussian, cuya labor en Deportes, como pudimos analizar en la Rueda de MELILLA HOY Premium del pasado 17 de julio, se puede calificar de todo, menos de buena, empezando por la torpeza de gastar dinero público sustituyendo un gran logo como “Melilla Deporte” por una cursilería ridícula, un nombre no español como “Melilla Sport Capital”. No es para estar “muy orgullosos” de lo que Bussian hace, como dice Yonaida, sino todo lo contrario.

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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La nueva, y peor, etapa para España

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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