Por estas fechas, hace ya 16 años, fui por primera vez a donar sangre. Era una de las cosas que quería hacer en cuanto cumpliera la mayoría de edad. Desde entonces hasta hoy son ya muchas las veces que he repetido la experiencia, primero en Málaga, ciudad de donde vengo, y actualmente en Melilla, lugar de donde me siento parte. Y me sorprende que aún hoy haya mucha gente que vea en el gesto de donar un acto casi de heroísmo. Más bien me indigna, porque evidencia lo mucho que le queda por avanzar a la sociedad española en el camino de la concienciación.
Donar sangre debe convertirse en un acto natural. Ya lo es para quienes estamos volcados con esta causa y acudimos con regularidad al Centro de Transfusión, pero lo debe ser también para todos los demás que nunca se han interesado en convertirse en donantes y que, desgraciadamente, son la abrumadora mayoría de la población. Incluso los que no pueden sumarse al gesto, ya sea por enfermedad, edad u otras causas, también pueden hacer mucho concienciando y ayudando a romper los falsos mitos sobre los que se asienta el temor a donar sangre.
No hay excusas para cerrarse en banda a un pinchazo que ayuda a salvar vidas, y que hoy por hoy sigue siendo necesario porque la sangre no se puede fabricar. Nuestro cuerpo regenera rápidamente y sin notarlo el medio litro de oro rojo que cedemos de manera altruista a un banco que llena las venas de todo aquel cuya salud se encuentra en apuros. Nadie está libre de no verse nunca en esa situación, independientemente de la religión, profesión o poder adquisitivo. Solo por eso, porque mañana te puede tocar a ti o al que tienes al lado, todos deberíamos ir por propia iniciativa a donar sangre, sin que hiciera falta convencimiento o recordatorio alguno.
Ésa es la razón que me empuja a seguir en ese sendero en el que llevo casi media vida, y la que siempre doy cuando alguien se sorprende al verme un par de veces al año con un esparadrapo en el pliegue del codo. Normalizar ese gesto es el gran reto de quienes mañana celebramos el Día Mundial del Donante de Sangre, que formamos apenas el 5% de la población en España. Una minoría sin la que la salud del 95% restante estaría permanentemente tambaleándose en la cuerda floja. Tenemos que ser más, y por eso te animo a que te unas para conseguir que algún día, donar sangre de manera habitual deje de ser considerado como una extrañeza y empiece a verse como el deber social que es.
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La naturalidad de donar
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