Con una oración comunitaria y en un templo del Sagrado Corazón a oscuras, copado por católicos de todas las edades, se recibió ayer en la ciudad la Luz de la Paz de Belén, la llama viajera que partió hace unas semanas desde tierra santa y que llegó el pasado viernes a Melilla al objeto de iluminar el corazón de todos los hogares melillenses que viven de lleno la Navidad. El encargado de presidir la ceremonia fue el vicario episcopal, Roberto Rojo, que aseguró que ayer los creyentes fueron testigos de cómo "la Miseria de Dios baja al pueblo de Melilla". A las ocho de la tarde se iniciaba ayer la ceremonia de bienvenida de la Luz de la Paz de Belén, que en esta ocasión no fue procesionada por las calles del centro de la ciudad como sí ocurriera el pasado año, cuando la llama fue portada por jóvenes cristianos desde la parroquia Castrense hacia la iglesia arciprestal.
Ceremonia
En esta ocasión el Sagrado Corazón quedó a oscuras, copado por decena de melillenses de todas las edades, que con cánticos de alegría dieron la bienvenida a la luz, que a través de un sistema de poleas, recorrió en pleno vuelo todo el templo, recordando de esta forma a la estrella que guió el camino de aquellos que acudieron a venerar al niño Jesús recién nacido hace más de dos mil años.
Acto seguido el vicario recogió la llama y la depositó sobre una peana, al objeto de facilitar a un grupo de jóvenes, prender de la luz los cirios con los que se dirigieron a las primeras bancadas y así, de esta forma, pasar la luz encendiendo las velas o quinqués que portaban los asistentes, melillenses que tendrán la suerte de llevar a sus hogares esta luz que se prende en la basílica de la Natividad en tierra santa. Esta llama iluminará los hogares de los creyentes hasta la finalización de estas fiestas.
El vicario episcopal afirmó que los melillenses asistentes a la ceremonia de ayer pudieron contemplar "cómo la Misericordia de Dios" baja "al pueblo de Melilla".
Luz de Belén
La campaña de "La Luz de la Paz de Belén" fue organizada por primera vez en el año 1986 en Linz, en Austria, por el movimiento de scout católico como parte de un completo programa actividades navideñas de caridad a favor de los niños discapacitados y de las personas necesitadas. Desde entonces, la iniciativa se ha extendido por el mundo.
Cada año se enciende una vela con la llama de la luminaria situada en la Basílica de la Natividad en Israel, junto al lugar en el que se supone dio a luz la Virgen María. La luz viaja desde Tel-Aviv, la capital israelí, a Holanda y de allí al resto de Europa. Cada año representantes del movimiento escultista de España se traslada a Holanda para recibir la llama y traerla a nuestro país. La semana pasada la luz llegó a Málaga, donde el obispo presidió una ceremonia similar a la de ayer en Melilla.
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