La hipocresía de la izquierda en general, y de la española en particular, no tiene límites.

La Semana. MH, 28/10/2024

Por: J.B.

 

Según la RAE (Real Academia Española), la definición de hipocresía es: “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Son sinónimos: falsedad, fingimiento, doblez, cinismo, fariseísmo, insinceridad, disimulo, simulación, santurronería, comedia o abulencia.

En negrita vienen señalados,  a lo largo del escrito, unos cuantos hipócritas a los que se les pueden aplicar todos (o casi todos) los sinónimos antes citados.

 El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró, después de “ganar” las elecciones en el país suramericano, que en su país había un intento de «golpe de Estado». El Consejo Nacional Electoral (CNE) lo declaró ganador con el 51% de los votos. Maduro acusó a los opositores y a “la ultraderecha” del exterior de intentar desestabilizar el país.

Los expertos de Naciones Unidas dejaron por los suelos a Maduro y sus compinches:  Les acusaron de no cumplir «las medidas básicas de transparencia e integridad» y dijeron que la forma de proceder «no tiene precedentes en las elecciones democráticas contemporáneas». Denunciaron

que no se hayan publicado las actas y que se haya certificado la supuesta victoria de Nicolás Maduro con una mera comunicación oral que no tenía apoyo infográfico: «El anuncio de un resultado electoral sin la publicación de sus detalles o la entrega de resultados tabulados a candidatos no tiene precedentes en las elecciones democráticas contemporáneas”.

Los expertos también señalaron que «el proceso de gestión de resultados del CNE no cumplió con las medidas básicas de transparencia e integridad que son esenciales para la celebración de elecciones creíbles. No siguió las disposiciones legales y reglamentarias nacionales y no se cumplieron todos los plazos estipulados».

Más de 20 personas han muerto y más de 1.000 han sido detenidas como consecuencia de las protestas tras el anuncio de los resultados. Sin embargo, las cifras podrían ser peores, ya que algunas fuentes aseguran que los asesinados podrían ser más de 80. Además, la ONU también registró amenazas e intimidación contra los funcionarios de los centros electorales.

Ante la tremenda situación que están viviendo los opositores al dictador chavista, Zapatero no ha sido capaz de emitir ni una sola crítica

A Maduro (un hipócrita de manual) le da igual todo con tal de permanecer en el poder y seguir viviendo a cuerpo de rey a costa de los pobres venezolanos. El jefe de la diplomacia venezolana (¡la hipocresía no tiene límite!) declaró, para justificar lo injustificable, que «los integrantes de este fingido panel de expertos, tuvieron frecuentes contactos directos con funcionarios del Departamento de Estado de EEUU, razón por la cual no hay ninguna duda de que sus declaraciones son producto de las instrucciones hostiles emanadas de esta instancia». ¡Ole!, el victimismo por bandera y el cinismo como modus operandi.

Otro conocido socialista, al que se le pueden aplicar, con gran justicia y acierto, muchos de los sinónimos de “hipocresía” (por ejemplo: santurronería, disimulo, cinismo o doblez; aunque cualquiera le valdría) es nuestro expresidente (de infausto recuerdo para la gran mayoría de españoles) José Luís Rodríguez Zapatero (que debería estar a “sus zapatos”, como dice el refrán, pero que se mete en todos los charcos con una santurronería e insinceridad evidentes).

Ante la tremenda situación que están viviendo los opositores al dictador chavista, Zapatero no ha sido capaz de emitir ni una sola crítica. Su extraña/sospechosa (sobre todo para alguien que, supuestamente, era un defensor de los más necesitados) y no explicada relación íntima con Maduro y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, y su actual y lamentable silencio, mientras los sicarios de Maduro masacran a venezolanos inocentes, son un baldón más en el descrédito del expresidente español, que está arrastrando con él el poco crédito que tiene el Gobierno de Sánchez en este asunto.

Hay muchos más ejemplos últimamente: Inigo Errejón, Koldo, el hermano de Sánchez, la esposa de Sánchez, Ábalos, la “pluralidad” con que justifica el ministro de innovación Tecnológica, Oscar López, el asalto a RTVE.

Resulta que Errejón es un presunto (reincidente) acosador y maltratador, resulta que Ábalos y Koldo (o Koldo y Ábalos, tanto monta, monta tanto) son/eran unos  presuntos corruptos y prevaricadores, resulta que el hermano de Sánchez es un presunto “cara” que cobra por no trabajar, resulta que la esposa de Sánchez se ha, presuntamente, aprovechado de la Universidad y de  ser la mujer del presidente del Gobierno para montar un chiringuito, resulta que la “pluralidad” se alcanza dejando, en RTVE, fuera de cualquier control a quienes no apoyan al gobierno y metiendo al lobo en el gallinero ( colocando a PNV, Junts, Bildu, etc.…, en el Consejo del ente público).

¿No parece lícito/inteligente pensar que Pinocho Sánchez es, presuntamente, el número uno de la trama/hipocresía en España que está detrás de todo?

Dos preguntas me vienen a la cabeza: ¿Qué hubiera pasado si todo lo anterior (que sólo es la punta de un inmenso iceberg) hubiera sido (presuntamente, claro) obra de gente del PP o Vox?; ¿No parece lícito/inteligente pensar que Pinocho Sánchez es, presuntamente, el número uno de la trama/hipocresía en España que está detrás de todo?

Hipocresía: lo que antes era gravísimo si lo hacían otros, ahora es grave pero son corrupcioncillas y escandalillos

Nuestro actual gobierno nacional tiene una táctica muy clara para salir de todo lo anterior (aplicable a cualquier otra nueva cosa que salga): el “y tú más”, la supuesta respuesta rápida, el intento de hablar poco o nada de ello, el buscar otros temas (especialmente escándalos de otros) para desviar la atención, el buscar un enemigo común (el PP, con Ayuso a la cabeza, y, en menor medida, Vox) y, sobre todo, la hipocresía: lo que antes era gravísimo si lo hacían otros, ahora es grave pero son corrupcioncillas y escandalillos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La hipocresía de la izquierda en general, y de la española en particular, no tiene límites.